Cine

Los cortos demuestran que son "grandes"

Escena de un rodaje.
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En un año caracterizado por las protestas turbulentas en el seno de la industria del cine, especialmente en la americana, en España los cortos también tuvieron su "guerra" personal.

En noviembre del año pasado, la Academia de Cine anunciaba que, con el fin deahorrar "tiempo" en la ceremonia de entrega de los Goya, y que ésta no resultara tan tediosa, las categorías de los cortometrajes se entregarían en la cena de nominados.

Con esta iniciativa los cortometrajes habían sido "ninguneados", considerados una "categoría menor", poco interesantes y casi prescindibles, y por su puesto, las protestas no se hicieron esperar. Finalmente, la Academia rectificó y volvió al plan tradicional de incluir los cortos como una categoría más en la Gala de los Goya, que este año se celebra el 3 de febrero.

Los cortos son "grandes" y se ha demostrado en muchas ocasiones, en los que los trabajos de españoles se han quedado a las puertas de los Oscar, como fue el caso de Binta y la gran idea, de Javier Fesser, y de Eramos pocos , de Borja Cobeaga.

Los cortos son, en muchas ocasiones, largometrajes breves, y plataforma de lanzamiento para grandes directores.

Los candidatos

Hay tres categorías para los cortos. Para el Goya al Mejor cortometraje de ficción compiten 5 nominados: El pan nuestro (Aitor Merino Unzueta), Padam (José Manuel Carrasco Fuentes), Paseo (Arturo Ruiz Serrano), Proverbio chino (Javier San Román) y Salvador (historia de un milagro cotidiano) (Abdelatif Abdeselam Hamed).

Respecto al Mejor cortometraje de animación, un valor en alza, otros cinco candidatos: Atención al cliente (Marcos Valin y David Alonso), El bufón y la infanta (Juan Ramón Galiñanes García), La flor más grande del mundo (Juan Pablo Etcheverry), Perpetuum Mobile (Raquel García-Ajofrín Virtus y Enrique García Rodríguez) y Tadeo Jones y el sótano maldito (Enrique Gato Borregán).

Carabanchel, un barrio de cine (Juan Carlos Zambrana), El anónimo caronte (Toni Bestad), El hombre feliz (Isabel Lucina Gil Márquez) y Valkirias (Eduardo Soler) pugnan por el Mejor cortometraje documental.

La Academia introdujo la categoría de cortometraje en la IV edición de los Premios Goya (1990), decidió ampliar este premio a dos categorías (ficción y documental) en la VII edición (1993) y a tres (incluyendo animación) en la IX edición (1995).