Vivimos una etapa de obsesión por la localización. Múltiples servicios de Internet sitúan sobre el mapa todo tipo de informaciones, desde directorios de negocios, como el que ofrece Google Maps, hasta páginas en las que es posible ver desde dónde se ha realizado la última edición de la Wikipedia.
Pero la fiebre de la geolocalización no es exclusiva de Internet, y salta ya al mundo real con productos que llevan al gran público tecnologías que hace unos años sólo estaban a disposición de unos pocos. La popularización de los navegadores vía satélite, que distribuyen empresas como Tele Atlas o Tom Tom o BluSens, es sólo el primer paso. Los dispositivos conectados a redes de satélites son cada vez más pequeños y se aplican a las tareas más diversas.
Factor Espía, por ejemplo, comercializa un aparato destinado a registrar el movimiento de personas y vehículos llamado Bempy Track. Se trata de un grabador de rutas a través de GPS que podría servir para controlar a los trabajadores de una compañía con una flota de vehículos en constante movimiento o para llevar un registro de los paseos por el campo de un grupo de excursionistas. El dispositivo graba la fecha, hora, situación, velocidad, dirección, altitud, fuerza de la señal y temperatura y es capaz de funcionar hasta ocho semanas usando sólo dos pilas.
Mensajes de móvil
BeempyTrack está pensado para un control a posteriori; es decir, es necesario conectar el aparato al ordenador por medio de USB para consultar los datos que ha recogido. Si lo que se quiere es un control remoto, es más recomendable un sistema como el que permite obtener datos sobre la geolocalización de sus dispositivos a través de mensajes de móvil o una página web. El coste del servicio de Navento está entre 9 y 36 euros al mes, al que hay que añadir unos 150 euros por la compra del aparato localizador por GPS.
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