Música

Joaquín Sabina vuelve a brillar en el WiZink Center de Madrid

No tardó ni 5 minutos en quitarse el bombín en señal de respeto ante la abarrotada y entregada audiencia del WiZink Center de Madrid. El pasado miércoles, Joaquín Sabina comenzó la primera de sus cuatro fechas en la capital con los ojos vidriosos, una sonrisa eterna y la conexión que solo puede tener un hombre que ama esta ciudad.

"Nunca suelo mirar cuando son los conciertos, pero estas fechas en Madrid las teníamos grabadas a fuego", aseguraba el cantautor con un tono melancólico, que quizás sonara a pronta despedida.

A pesar de que la edad no perdona, Sabina continúa en una forma que impresiona, aunque los temas de su último disco, Lo niego todo -que cantó al principio del recital- no llegaron al respetable con la fuerza de los grandes clásicos.

Hubo mención especial a muchas de las personas que han acompañado al de Úbeda en toda su carrera: el "maestro" Javier Krahe,; Benjamín Prado y Leiva, coautores de Lo niego todo; o Chavela Vargas, su gran musa y de la que todavía se notaba su presencia al interpretar En el bulevar de los sueños rotos. 

La banda a la que Sabina llama "su familia", contiene entre sus filas a algunos de los mejores músicos del país y eso se nota. Mención especial a Pancho Varona, fiel partenaire del poeta -que recibió, según publicaba horas después, una de las mayores ovaciones de su carrera-, la cantante Mara Barros, que defendió con elegancia su papel y supo cubrir al cantautor cuando sus fuerzas le pedían un descanso; y Antonio García de Diego, pianista, guitarrista y clásico entre los clásicos dentro del mundillo.

No paró de dar abrazos a sus compañeros en el escenario, de agradecer cada gesto de sus seguidores y de brindar por su pasado y su presente. Da la impresión de que la retirada puede estar al caer cuando termine esta gira. O puede que el viejo trovador nos vuelva a engañar y tenga cuerda para rato.

Como cantó en Viví para cantarlo: "Superviviente, sí, ¡maldita sea!, nunca me cansaré de celebrarlo". Celébralo mil años más maestro, y que nosotros lo veamos.