Blue Lips

Todos los caminos llevan al Chupinazo. Los de 6 personajes en busca de consuelo y la de 6 realizadores en busca de viabilidad para un largo. El cine sanferminero tiene todavía hueco entre el histórico desnudo de la Cantudo en La trastienda, los bigotes mexicanos de la visión hollywoodiense de Fiesta (The Sun Also Rises), la coproducción de Carnaval de ladrones (¡Mesala –Stephen Boyd– en Pompaelo!), la versión bollywoodiense (Zindagi na milegi dobara) o la trepidante pericia de Encierro. Las historias cruzadas (e irregulares: el drama del futbolista retirado es lo mejor del guión) alrededor de la Plaza del Castillo son la vuelta de tuerca new age al mito festivo de Hemingway. El disfraz es doble: bajo el traje con faja y pañuelo de pamplonica de la trama laten las ganas de hacer cine de los directores, capaces de cerrar un rompecabezas con unidad de estilo (buena factura, excelente fotografía) en un todos para uno, uno para todos, que invita a la indulgencia (excepto en la autorreferencia del título: restos de vino en los labios de las reuniones de este grupo de amigos estudiantes de cine en LA). Solución pinturera, el 6 de julio como limbo liberador (autoayuda sanferminera: ¿Quién se ha comido mi txistorra?), acaba funcionando peor que el pequeño ensayo de costumbres que vemos al fondo. Del ceremonial de la ropa blanca al almuerzo, pasando por la cara resacosa y sucia de la fiesta, el filme, en su mejor decisión, no trata de ocultar los sanfermines reales, matizando así el aire de postal indie.