Las quejas por las polvaredas de las obras, perdidas entre el papeleo

Ver a operarios cortar baldosas en la calle generando una densa polvareda es una imagen muy repetida en Alicante. Ensucian, molestan a los transeúntes y casi no hay nada previsto en las ordenanzas para evitarlo en el momento y castigar al infractor.

Las nubes se suceden en Castaños, San Francisco o Reyes Católicos, y en la Rambla o el Casco Antiguo, a pesar de que es obligatoria la instalación de una tela perimetral para evitar que los peatones acaben empolvados.

Y todo por un vacío legislativo y un excesivo reparto de competencias, que afecta hasta a cuatro concejalías. La instalación de agua, luz o apertura de zanjas depende de Servicios y Mantenimiento. Si es exceso de ruido, debe actuar Medio Ambiente; de polvo, Sanidad, y de obras municipales, Urbanismo. Un lío.

Los departamentos municipales se pasan la pelota entre sí y, ante una nube de polvo producida por una radial en plena calle, la única solución es avisar a la Policía Local, que debería presentarse e impedirlo. Y denunciarlo por escrito en la Gerencia de Urbanismo para que actúe su Brigada Urbanística. El problema es que cuando vayan, seguramente ya no sigue nadie trabajado.

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