"Me encantan las fantasías, ¿soy un obseso sexual?"

"Con el verano, las chicas se quitan la ropa, se ponen súperguapas por la calle y no sé si es normal fantasear o no, pero a mí me gusta. Mi novia dice que me estoy convirtiendo en un obseso sexual". Las fantasías sexuales forman parte de nuestro cerebro sexual. Todos en la infancia empezamos fantaseando, aunque las ensoñaciones no sean tan explícitamente sexuales como lo serán después; pero pocos tenemos el valor de comunicarlo a nuestros compañeros, sobre todo por la creencia general de que si se tienen fantasías se corre el riesgo de querer llevarlas luego a la práctica.

Esto no es así en absoluto.  La mayoría de la gente no tiene ninguna intención de hacerlas reales.

La principal fantasía de los hombres es la de tener relaciones sexuales con dos o más mujeres. La de las mujeres es ser tomadas casi a la fuerza por un hombre, conocido o desconocido.

Son pocos los hombres que en realidad quieran tener relaciones con varias mujeres y ninguna mujer desea ser violada. Estas fantasías tienen que ver principalmente con los contenidos del inconsciente de ambos: en los hombres, el deseo de ser reconocido como un atleta sexual; y en las mujeres, el miedo a desear (siendo violentadas la culpa desaparece).

Lo que resulta muy curioso con respecto a las fantasías sexuales es su ausencia en personas con conductas obsesivas -exhibicionistas, paidofílicos, incestuosos, violadores solitarios, etc- lo que hace pensar que, además de ser una buena fuente de excitación sexual, la fantasía es también una forma de control de conductas sexuales que producen un gran sufrimiento en los que las sienten y en los que las padecen.

Seguro que a tu novia no le importan tanto tus fantasías como el miedo a que la dejes por otro. La buena educación dice que hay que ser respetuoso con la persona que llevas a tu lado y que no se te vayan los ojos detrás de los culos o las tetas de las demás.

Tu novia seguro que también fantasea, pero se avergüenza de decírtelo. Si le hablas con delicadeza, ternura y la seguridad de que nunca intentarás llevar a la práctica lo que tú o ella imagináis, puedes conseguir que ella sea capaz de verbalizar lo que está en su imaginación y de escuchar, sin enfadarse, lo que tú le cuentas.

Compartir e intercambiar fantasías sexuales es una experiencia muy satisfactoria y, al fin y al cabo, en el sexo todo es fantasía.

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