Artes

'John y George', la historia de lealtad y esperanza del ilustrador y el perro que vivían en la calle

Dolan con su perro George en High Street, en el barrio londinense de Shoreditch
Courtesy of Howard Griffin Gallery, London

Sin dejar de dibujar, apoyando los folios sobre una superficie rígida, John Dolan pasa el día sentado en la acera en High Street, en el barrio londinense de Shoreditch, en la zona norte de la capital inglesa. No lejos de él, como montando guardia, George —un perro de tamaño medio, robusto y con una mancha negra en el ojo izquierdo— permanece paciente, sentado sobre la chaqueta de su dueño y vigilando el vaso de cartón donde los peatones echan monedas tras adquirir alguno de los dibujos.

Dolan había estado en la cárcel varias veces por delitos menores y había vivido en la calle por temporadas los últimos 20 años, pero pasar tres años como ilustrador callejero cambió su vida, lo convirtió en un personaje famoso del paisaje urbano de Shoreditch: era parte del barrio, hablaba con los viandantes sobre su vida, daba importancia en sus dibujos a los edificios ignorados o despreciados. El otro cambio definitivo había sido George: un animal que le proporcionó lealtad, compañía y esperanza tras dos turbulentas décadas de soledad.

Fue sólo hace un año cuando la galería Howard Griffin de Londres se interesó por los cada vez más depurados paisajes arquitectónicos del autor. Le ofreció exhibir una selección de trabajos y crear obras para la exposición en conjunto con artistas urbanos consagrados como el británico Ian Stevenson, el español Pelucas, el alemán Flying Fortress, los israelíes Broken Fingaz... Ahora, la Howard Griffin vuelve a reunir el trabajo del ilustrador en John Dolan - John and George, una muestra centrada en la historia de Dolan y su perro que se inaugurará el 17 de julio y permanecerá en cartel hasta el 17 de agosto.

A cambio del coste de una lata de cerveza

Además de los edificios, el otro gran motivo de los dibujos siempre fue George. Sin ser una historia más de sensiblería animalista, la convivencia de dueño y mascota se basa en la fortaleza, en la necesidad de estar juntos ante la marginación tanto de la persona como del animal. Dolan retrataba a George porque era el único que estaba junto a él, día tras día, a veces envuelto en la chaqueta por el frío, con los ojos cerrados en duermevela, atento y silencioso ante el vaso de papel o un sombrero.

Desde que se lo ofrecieran dos sintecho a cambio del coste de una lata de cerveza, el perro de casi siete años le había brindado una amistad incondicional y junto a él consiguió reunir las fuerzas necesarias para retomar el dibujo (que había dejado de lado durante muchos años) y lograr con las humildes obras volver a tener un hogar.

"Probablemente me dibujaría a mí"

La exposición rodea al espectador de cientos de ilustraciones de George y en esa repetición se esconde un modo de contar el tiempo: cada dibujo marcaba el paso de un día más y la presencia del perro era, en aquellos duros años, lo único seguro en la caótica vida del autor. Las sutiles variaciones entre pieza y pieza documentan una relación profunda y sin pretensiones. "Probablemente me dibujaría a mí. Me gustaría pensar que haría también un gran trabajo", contesta convencido Dolan en una entrevista cuando le proponen que imagine qué haría George en caso de poder dibujar.

Como escenario de la muestra, la galería recreará en sus instalaciones la calle en la que pinta a diario el artista y que ha sabido convertir en su microcosmos creativo. Además de presentar nuevos trabajos, la muestra coincide con la publicación de la autobiografía del ilustrador, en la que cuenta su historia de supervivencia y redención a través del arte y que será editada este mes en inglés por Random House.

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