El linfoma, como el de Concha Velasco, un ejemplo del 10% de los cánceres diagnosticados

  • Se calcula que en España se diagnostican al año más de 4.000 casos de linfoma.
  • Afecta a los linfocitos, células del sistema inmune de sangre y ganglios linfáticos.
  • Como es una enfermedad de las células de la sangre, se trata con quimioterapia y fármacos de nueva generación, pero no con cirugía.
La actriz Concha Velasco, durante el encuentro con la prensa organizado por la Academia de Cine con motivo de la concesión del Goya de Honor 2013.
La actriz Concha Velasco, durante el encuentro con la prensa organizado por la Academia de Cine con motivo de la concesión del Goya de Honor 2013.
Chema Moya / EFE
La actriz Concha Velasco, durante el encuentro con la prensa organizado por la Academia de Cine con motivo de la concesión del Goya de Honor 2013.

Supimos este miércoles que Concha Velasco tiene cáncer. En una entrevista con la revista ¡Hola!, la actriz de 74 años ha desvelado que le han detectado un linfoma, una enfermedad "a la que plantará cara con todas sus fuerzas”. El linfoma, como el que ahora sufre la vallisoletana, representa entre el 5 y 10% de los cánceres diagnosticados en España.

Aunque no existe un registro a nivel estatal, extrapolando datos europeos, la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAl) calcula que en España se diagnostican cada año más de 4.000 nuevos casos de linfoma, sumando las cifras estimativas para linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin.

El linfoma afecta a los linfocitos, células que forman parte del sistema inmune, células que están en la sangre y también en los ganglios linfáticos. Se trata de una enfermedad tumoral ante la que no se puede hablar de supervivencia si antes no se le pone apellido. Lo explica el doctor Adolfo de la Fuente, oncólogo médico del Servicio de Hematología de MD Anderson Cancer Center Madrid, en referencia a los distintos tipos que rodean a este cáncer que afecta a la sangre.

Según el experto, “las variantes o tipos de linfomas son muy extensos", aunque hay una primera clasificación que tiene una especial relevancia por ser los de mayor prevalencia. Estos son el linfoma no-Hodgkin y el linfoma Hodgkin. “El tratamiento y la supervivencia dependerá inicialmente de si es Hodgkin o no-Hodgkin, del subtipo o apellido que tenga dentro de estas familias”, aclara De la Fuente.

"Hay linfomas muy agresivos y necesitan de tratamiento con cierta premura porque pueden suponer poner en peligro la vida de la personas, pero muchas veces estos linfomas más agresivos tienen la parte positiva de que el tratamiento tiene un porcentaje alto de curación", afirma.

Por el contrario, "otros tipos de linfoma son indolentes, más lentos de crecimiento en el tiempo, se puede decir que tienen un componente más crónico pero es frecuente que no sean curables, aunque con el tratamiento se ofrece a los pacientes unas perspectivas de supervivencia a veces exactamente iguales".

En líneas generales, el linfoma de Hodgkin es muy tratable e incluso en los pacientes con enfermedad avanzada la supervivencia es elevada; el resto de linfomas se podría decir que se agrupan en linfoma no hodgkiniano (LNH) y se desarrollan en otras partes del sistema linfático, como la médula ósea, el bazo, el timo y los ganglios linfáticos, y desde ahí pueden diseminarse a otros órganos, por lo que la supervivencia dependerá de su "apellido”.

El signo de alerta principal es el crecimiento de bultos, "los ganglios crecen y se hacen palpables", sobre todo en cuello, las ingles o las axilas. No obstante, "el bulto también pueden estar dentro del cuerpo y solo se pueden ver con pruebas de imagen". El resto de síntomas pueden confundirse con los de otras enfermedades menos serias lo que dificulta el diagnóstico inicial.

El origen de los linfomas no se conoce aunque algunos se han asociado a la exposición a tóxicos o radiación, lo que lleva a pensar que "la inmensa mayoría se producen por mala suerte"; del mismo modo no hay un perfil de población más afectada, aunque parece aumentar en el caso del no hodgkiniano a partir de los 60 años, mientras que la enfermedad de Hodgkin es más difícil destacar una edad de inicio.

Quimioterapia y fármacos

Como es una enfermedad de células de la sangre en la inmensa mayoría de los casos se va a tratar básicamente con quimioterapia. Las combinaciones de los agentes quimioterápicos y la intensidad pueden ser distintas en función del subtipo del linfoma. Asimismo es frecuente que se use alguno de los fármacos de nueva generación.

En algunos casos se puede contemplar trasplante de médula ósea autólogo (con células del propio paciente) o alogénico (de un familiar), sin embargo en la mayor parte de los linfomas la intención inicial va a ser un manejo con agentes quimioterápicos; mientras que la radioterapia se usará a modo de consolidación.

El doctor De la Fuente explica que al contrario de lo que ocurre con los tumores sólidos donde la cirugía es la herramienta fundamental, en este caso la cirugía no se contempla en el tratamiento, solo sirve para hacer diagnóstico, "para conocer a qué se enfrenta el médico".

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