¡Pim, pam, pum... y multa!
Así, el 23 de junio de 1904 y ante las inmediatas «verbenas de San Juan y San Pedro» (luego Hogueras), el alcalde Alfonso de Rojas prohibió «encender hogueras en la vía pública» y disparar «petardos, cohetes y toda clase de fuegos de artificio». Y amenazaba con «el más severo correctivo».
Otro alcalde y general de brigada, Julio Suárez-Llanos y Sánchez, en un Hago Saber del 22 de junio de 1927, estaba «dispuesto a castigar sin contemplaciones» a cuantos «disparen en su recinto petardos, tracas, cohetes y demás fuegos de artificio». Tanto él como el gobernador civil de la provincia castigarían «de modo inflexible a los infractores».
Con Franco, también el primer edil Agatángelo Soler Llorca los prohibió «terminantemente» el 20 de junio de 1956 so pena de «inmediata detención de los infractores», y multa «con todo rigor». En tiempos de Primo de Rivera, un gobernador proscribió la venta.
Y en Sant Vicent, un juez municipal actuó en 1922 «contra Modesto», un vecino, por «disparar un cohete al agente Beviá». Cuanto más se prohibía, más se divertía la población. I. bELDA