Encieroo 3D

Eran muchas las maneras de ponerse delante del toro. Había muchos documentales posibles dentro de los encierros de San Fermín. El elegido por el extranjero Olivier Van Der Zee –imaginamos que mirado con lupa en una ciudad con tanto apego al cine de lo real– es quizás el menos cercano a la esencia documental que defendería dicha escuela purista. Esperando que no sea un símbolo de nada –o de un punto de vista tocado de muerte–, Encierro da la espalda al documental más minimal y, muy al contrario, coge al toro por los cuernos de la espectacularidad. Su orquestral y pegadiza banda sonora –de thriller o película de acción–, su impresionante uso de la tecnología en 3D, la impecable producción, el uso del material de archivo… todo en Encierro enfatiza la adrenalínica condición del rito atlético más descabellado del mundo. Mientras el espectador asiste acongojado a las carreras y cornadas de los de blanco, el documental intercala testimonios de corredores –escalofriante el del padre que pierde a su hijo en un encierro– con el fin de encontrar un porqué a una tradición tan única como peligrosa. Es como una droga, explican algunos, aunque la justificación pierde valor según la espectacularidad hace efecto. Eran muchas las maneras de ponerse delante del toro. Otros, en vez de correr hubiesen preferido mirar. Lo cierto es que el resultado –auténtico estupor– se parece bastante al que se siente al mirar desde la calle Estafeta. 

VEREDICTO: Un documental espectacular en todas sus acepciones.