Artes

Escenas lúgubres que condensan la mística y la historia de Berlín

Una de las imágenes del homenaje a Berlín de Erwin Olaf, fotógrafo holandés
© Erwin Olaf - Courtesy WAGNER + PARTNER, Berlin

En provocativas imágenes para grandes campañas publicitarias y en proyectos personales, Erwin Olaf (Hilversum-Holanda, 1959) emplea el artificio para acercar la foto a la composición pictórica. A menudo construye escenar tétricas con personajes turbadores, que exhiben una piel libre de cualquier imperfección y una actitud de criaturas de otro planeta.

La galería berlinesa WAGNER + PARTNER anuncia la que será su gran exposición de la temporada de otoño con Erwin Olaf - Homage to Berlin (Erwin Olaf - Homenaje a Berlín), una serie de imágenes con las que el fotógrafo holandés condensa la atmósfera de una ciudad cargada de mística y marcada por la historia.

Para la serie Olaf se trasladó a diferentes lugares emblemáticos de la extensa capital de Alemania —conocida desde hace décadas por su espíritu libre, creativo, joven y poco convencional— y eligió crear los retratos en siete escenarios de antaño, basándose en el valor personal, histórico y estético.

Mujeres mayores de ánimo seductor y niños déspotas

Escogió el estadio olímpico (donde se celebraron las olimpiadas del Tercer Reich en 1936), el ayuntamiento de Schöneberg —que se hizo famoso en 1963, cuando el entonces presidente de los EE UU John Fitzgerald Kennedy pronunció el famoso discurso en con la frase "Ich bin ein Berliner" ("Soy berlinés")—, el centenario salón de baile Clärchens Ballhaus, el antiguo ayuntamiento en el viejo corazón de la ciudad, una casa de baños en el barrio de Neukölln y el interior y el exterior de un edificio en Westend que perteneció a la masonería.

La muestra, que se inaugurará el 6 de septiembre y se podrá visitar hasta el 19 de octubre en la capital alemana, propone un paseo por la oscuridad, una senda de paradas lúgubres en las que habitan personajes desolados, como las mujeres mayores de ánimo seductor y aspecto decadente que recuerdan a las pinturas de Otto Dix, Georg Grosz y otros autores de la Nueva Objetividad alemana.

El fotógrafo coloca en medio de la serie a modelos infantiles, a punto de abandonar la niñez, con aspecto y actitudes dominantes y que enfrentan despóticos al espectador. El conjunto de detalles (el impecable abrigo de cuero, los guantes, los inusuales peinados...) envuelve la foto convirtiéndola en la alegoría de un poder imparable y creciente.