Hiporexia: la falta de apetito en los mayores es una patología

  • Afecta a más de 8 millones de personas en España.
  • El 90% de los pacientes mayores de 80 años presentan alteraciones del apetito.
  • La hiporexia puede ser síntoma de alguna enfermedad de tipo psicológico.
  • La desnutrición es la consecuencia más grave y abre el círculo vicioso de las complicaciones, estancias hospitalarias y hasta mortalidad.
Dos personas mayores tomando un consomé.
Dos personas mayores tomando un consomé.
EFE/EPA/Ingo Wagner
Dos personas mayores tomando un consomé.

La falta de apetito de los mayores no es una pataleta sin sentido, sino un síntoma con serias consecuencias que afecta a más de 8 millones en España. Es la hiporexia. Del mismo modo que la anorexia es una falta absoluta de apetito, la hiporexia es una disminución del apetito. El 90% de los pacientes mayores de 80 años presentan alteraciones del apetito por factores fisiológicos.

Federico Cuesta, geriatra del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y miembro de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), añade que "es un síntoma que nos tiene que hacer indagar si hay algo más debajo porque, puede ser que una nueva medicación que hayamos ofertado al mayor disminuya su apetito o que tenga una patología más severa, es una señal de alarma que nos hace investigar más".

La doctora Rosa Burgos, endocrinóloga y Coordinadora de la Unidad de Soporte Nutricional del Hospital Vall d’Hebron en Barcelona, estima que un 50 o 60% de los ancianos en el país tienen este problema, que se dispara y se complica, principalmente, por dos causas: la edad y la enfermedad.

Es decir, los ancianos "normalmente" comen menos porque disminuyen sus necesidades físicas y porque con la edad el estómago comienza a pedir menos cantidad; algunos porque perciben los sabores y olores de forma distinta, y otros por culpa de algún fármaco que estén recibiendo para tratar alguna otra complicación.

"La hiporexia puede ser también un síntoma de alguna enfermedad que necesite apoyo psicológico, como una depresión; cuando se evalúa al paciente uno de los aspectos que hay que interrogar es el estado anímico, porque podría ser una de las causas", añade Burgos.

El agravante número uno de la falta de hambre es que, como la mala suerte, aparece en el peor momento. "La enfermedad está ligada a la hiporexia y esto, para nosotros, es un problema porque cuando una persona está enferma es cuando necesita más energía y más proteínas para recuperarse", asegura Burgos.

La desnutrición es la consecuencia más grave. Cuesta describe cómo se complica el rechazo a cualquier menú: "Cuando hay una disminución en la ingesta, nuestros pacientes mayores empiezan a perder peso y, con el tiempo, acaban desnutriéndose; la desnutrición nos introduce en el círculo vicioso de las complicaciones, las estancias hospitalarias, incluso la mortalidad".

Si un paciente pelea con la comida cuando tiene sus defensas golpeadas por alguna patología, se vuelve propenso a la desnutrición, que es, como dice Burgos, "uno de los principales problemas en los grandes hospitales: la desnutrición relacionada con la enfermedad". Además, los fármacos también alteran el apetito.

Comer poco pasa a ser lo normal

Otro agravante de la hiporexia es que se camufla en la "normalidad". Como se supone que los mayores "normalmente" comen menos, muchos ni se han enterado de que su padre, madre, abuelo o abuela no está comiendo ni la mitad de lo que necesita para mantenerse en pie.

Burgos ve el fenómeno a diario en su consulta. Asegura que es difícil poner en evidencia la falta de apetito porque los pacientes no lo mencionan, lo encuentran normal o creen que no tiene solución.

Pero el principal signo de alarma es el peso. Toda pérdida de peso no intencionada indica que la persona mayor está comiendo menos de sus necesidades. Otro signo es el plato lleno y frío sobre la mesa.

En consecuencia, muchos ancianos reemplazan las comidas que les producen asco con otras que el cuerpo les pide, como los dulces. Según Burgos, muchos de sus pacientes cenan un café con leche con dos magdalenas, lo que desequilibra su dieta y, a largo plazo, puede lesionar su salud.

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