Madrid

Cada vez más madrileños optan por compartir alquiler, coche, alimentos y ropa para ahorrar

Rafa (conductor), Blas, Doro y Jana son un grupo de desconocidos que han quedado para compartir un viaje en coche de Madrid a Alicante.
JORGE PARÍS

Para unos es el "trueque del siglo XXI". Los sociólogos y economistas lo llaman "consumo colaborativo". Y para el ciudadano de a pie es una forma ahorrar en el día a día. La tendencia de compartir bienes o servicios ha entrado con fuerza en Madrid, impulsada por la crisis y la necesidad de reducir gastos en los hogares. Cada vez más madrileños se juntan, incluso con desconocidos, para compartir piso de alquiler, turnarse una plaza de garaje, realizar trayectos conjuntos en coche y hasta para intercambiarse la ropa de los niños o alimentos.

"Este tipo de consumo lleva años triunfando en las grandes capitales europeas y de Estados Unidos. Desde hace dos años, se está extendiendo por España y, principalmente, en Madrid debido a que aquí hay más cantidad de gente y la vida es más cara", explica Luis Tamayo, sociólogo experto en consumo colaborativo. "Una de las principales motivaciones para la gente que se apunta a esta tendencia es, sin duda, el ahorro por el contexto de la crisis. Pero también buscan otras ventajas: conoces gente, reduces el daño al medio ambiente y dejas atrás el individualismo habitual de nuestra época", añade Tamayo.

El aumento de los hogares con necesidades económicas en Madrid está haciendo emerger plataformas vecinales que gestionan el intercambio de alimentos. Una de ellas se llama Comida Basura y está relacionada con la red de huertos urbanos de Madrid. La plataforma "reúne a personas que están interesadas en rescatar alimentos en buen estado que se tiran a la basura y que quieran alimentarse colectivamente", apuntan sus impulsores. Estos grupos se juntan a menudo para recoger alimentos y celebrar comidas populares en diferentes puntos de la ciudad.

De hecho, estos grupos se están expandiendo por todos los barrios periféricos de la capital: "Aquí tenemos organizaciones que se dedican a poner en contacto a gente para compartir alimentos. Se recoge lo que le sobra a unos y se reparte entre los que lo necesitan", explica Mariano Monjas, de la asociación de vecinos Los Pinos de San Agustín (Vallecas). Y no solo comparten alimentos: también están naciendo plataformas que fomentan el trueque de libros de texto, de ropa u otros artículos de primera necesidad.

Aunque la modalidad más arraigada de consumo colaborativo es la del alquiler compartido. Durante 2012, la oferta de pisos y habitaciones para compartir en la región aumentó un 51%, según datos del portal inmobiliario fotocasa.es. En idealista.com, otra herramienta para buscar piso, confirman esta tendencia: "Cada vez hay más personas que ofrecen habitaciones en sus casas para repartirse los gastos". Hasta ahora era muy habitual entre estudiantes y jóvenes recién incorporados al mercado laboral. Pero actualmente se está extendiendo también entre parados, mayores de 50 años y familias con problemas económicos.

Los 'garajes calientes'

También se están poniendo de moda los llamados 'garajes calientes', según los expertos inmobiliarios. "En barrios del centro de Madrid, donde hay dificultad para aparcar y muchos edificios de oficinas o ministerios, se ponen en contacto para turnarse una plaza de garaje: durante la noche, el propietario aparca allí su coche; y en las horas laborales, se la ofrece a trabajadores de la zona para que estacionen allí, a cambio de un alquiler reducido. Así se reparten los gastos al 50%", cuenta Fernando Merino, portavoz de Fotocasa.es. "Es difícil conocer datos sobre los garajes por turnos, porque es economía sumergida, pero sí es verdad que cada vez se ve más, por la necesidad de dinero", añade Francisco Sánchez, miembro del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria.

El coche es otro de esos bienes que se están colectivizando. En el sector del alquiler de vehículos conocen bien esta tendencia al alza: "Nosotros promovemos el carsharing, que consiste en alquilar el vehículo por horas, en lugar de por días. Así hay más gente que utiliza un mismo coche. Y también está otra modalidad, que es el carpooling: gente que se pone en contacto con otras personas para compartir un trayecto en coche y repartirse los costes de gasolina, mantenimiento,...", apunta Concepción Calvo, vicepresidenta de la Asociación Empresarial de Alquiler de Vehículos de Madrid (Aseval).

"Pueden ser viajes cotidianos, como de casa al trabajo o de casa a la universidad; u ocasionales, por ejemplo trayectos de fin de semana o vacaciones", explica Vincent Rosso, director en España y Portugal de blablacar, una red social en expansión donde se ponen en contacto a personas desconocidas que quieren compartir un trayecto en coche. Ya tienen 150.000 usuarios, de los cuales el 25% están en Madrid. De hecho, Internet ha sido un revulsivo para el consumo colaborativo: "Esto es como el trueque de toda la vida. Yo tengo una cosa que tú necesitas y tú tienes otra que yo necesito, así que nos lo intercambiamos. Hasta ahora eso se hacía en círculos pequeños, pero ahora con Internet se ha aumentado la escala y llega a más sitios", explica el sociólogo Tamayo. Bajo esta filosofía han proliferado redes sociales para intercambiar la ropa de los niños cuando se les queda pequeña (como grownies), otras para intercambiar pisos particulares (airbnb) y sitios donde se presta o se dona dinero para financiar proyectos (el crowfounding).

Rafa Vilaplana (28 años): "Te ahorras el dinero del viaje y conoces gente"

Jamás se habían visto las caras. A priori, tienen poco en común. Pero van a compartir un trayecto en coche entre Madrid y Alicante. Rafa (28 años), el conductor, trabaja en la capital y vuelve a su tierra para pasar un fin de semana con su familia y amigos. Jana (27 años) regresa a su ciudad después de asistir a una entrevista de trabajo. Blas (59 años) se va a visitar a su hija pequeña, que vive en la costa. Y Doro (30 años) regresa por unos días a su ciudad. Al finalizar el trayecto, se habrán ahorrado más de 50 euros por cabeza y, posiblemente, habrán pasado unas horas entretenidas en la carretera. "Te ahorras el dinero del viaje en tren o autobús, el conductor amortiza el gasto de mantenimiento, conoces gente y tienes a alguien a tu lado que te hace compañía durante cuatro o cinco horas", explica Rafa. "Conforme están las cosas, hay que ingeniárselas para sobrevivir", resume Jana antes de embarcarse en el coche.

Estos cuatro desconocidos se han puesto en contacto a través de la red social blablacar, una de las principales herramientas que proliferan en Internet aprovechado el tirón del llamado consumo colaborativo. "Suelo viajar una vez a la semana a Alicante, así que me viene bien ir con el coche lleno de gente", dice Rafa. Pero no solo se utiliza para trayectos largos: "Conozco gente que queda a través de Internet para hacer el viaje de casa a la oficina. En Alemania está muy extendido y ahora se está viendo cada vez más en Madrid", añade Doro. "Nos hemos conocido hoy, pero si al llegar al destino el viaje ha sido agradable podremos compartir los teléfonos para volver a repetir", concluye Blas.

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