La ruta del ajoblanco: por los pueblos blancos de la Axarquía

Se cree que el ajoblanco fue un invento romano, pero hoy es un símbolo gastronómico de Andalucía. Se trata de una sopa refrescante a base de pan, almendras molidas, ajo, agua, aceite de oliva, sal y vinagre. Frutos secos, cereales, frutas y aceite de oliva, en una receta característica de la Dieta Mediterránea.

La Axarquía, en la frontera entre Málaga y Granada y cerca de la Costa del Sol, es un buen lugar para degustar el ajoblanco. Lo haremos mientras recorremos sus pueblos blancos, donde muchos artistas y bohemios han encontrado su lugar.

Iniciamos el recorrido en Comares –donde hay que visitar su castillo, recorrer sus retorcidas calles y fotografiar su aljibe árabe, declarado monumento nacional– para seguir por Benamargosa, de origen morisco, rodeada de huertas y árboles frutales.

La ruta, un rosario de pueblos bancos, prosigue en Cútar, localidad de olivos y vid, donde sobresale la torre de la iglesia. A poca distancia, El Borge, conocido como la Villa de la Pasa porque aquí se cultivan vides de excelentes pasas. Desde sus balcones casi vemos las playas de Torre del Mar y del Rincón de la Victoria.

El camino nos lleva a Almáchar, considerada la cuna del ajoblanco. Sus primeras casas se construyeron a orillas del río ladera arriba, usando muchas veces como soporte la casa delantera, como se ve en la calle de la Cabra. En Almáchar, el primer sábado de septiembre, se celebra la Fiesta del Ajoblanco, de interés turístico nacional.

Desde Almáchar llegamos a Benamocarra, y de ésta a Iznate donde, en días soleados, podemos ver desde la ventana el continente africano que se abre desde su mirador. Siguiendo la ruta aparece Macharaviaya, conjunto histórico-artístico que gozó de gran esplendor en los siglos XVIII y XIX. El viaje termina en Moclinejo, donde destaca el campanario de su iglesia.

Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!