«Aquí no puedo vivir: no lograría subir a mi cama»
Pidió al Departamento de Vivienda que por favor tiraran un tabique para unir dos habitaciones y así poder tener más espacio. Pues no. La Consejería se desentiende y dice que el piso está adaptado y ha cumplido la ley.
«Aquí viene lo mejor: podría pagar los tres kilos de obra. No tengo por qué, pero vale, los pago. Pero como es VPO, no me permiten modificar el piso», exclama Iñaki, con sonrisa amargada. «Esto se soluciona ya con un poco de voluntad», se queja.
«Hay que ser positivo». Esta frase no se le olvida. Se la pronunció Javier Madrazo a Iñaki, cuando éste se acercó al consejero para pedir una solución. La escena se produjo cuando el Departamento hizo un acto de bienvenida en Erandio a los agraciados por las VPO.
Así que el piso ‘adaptado’ de Erandio está vacío e Iñaki sigue viviendo con su mujer en uno alquilado, sin adaptar. Él requiere de la ayuda diaria de una asistenta para el baño, aseo... «Sólo falta que ahora me denuncien por tener vacío el piso», ironiza. «Hay que ser positivo, me dice encima el tío».
Más escalones que sortear
Iñaki no llega a los picaportes de las ventanas; abrir las puertas correderas «es un ejercicio de halterofilia»... Lamenta que aunque se resolviera lo de las habitaciones, «nunca sería un piso realmente adaptado». Sabe, no obstante, que también es algo subjetivo. Cuenta el caso de alguno de los otros cuatro discapacitados de su bloque, que sí que están encantados.
Adaptadas. Solamente un 5%
La cuota de VPO adaptadas para discapacitados está entre el 5 y el 7%. No obstante, no siempre se llega a tanto. De las 375 que se sortearon el miércoles en Bilbao, sólo el 4,5% eran adaptadas.
Cambios. Según la persona
Para adaptar el piso a cada situación, un técnico visita a la persona discapacitada y sobre el plano introducen los cambios que requieren. Sin coste añadido.
Desestimación. Llega la decepción
No todos los cambios que solicita la persona discapacitada son atendidos por el técnico. «Parecía que el dinero era suyo», protesta Iñaki. Él dice que le tocó un técnico desidioso.