La ruta del cordero extremeño y los vestigios del pasado romano

  • En Mérida brillan las huellas del esplendoroso periodo romano de la ciudad.
  • Donde pacen los corderos surgen Almendralejo y Villafranca de los Barros.
  • En Zafra, ciudad monumental, destaca el palacio de los Duques de Feria.
  • Llerena, un perfil de torres solapadas, es sucesión de campanarios y templos.
El Templo de Diana.
El Templo de Diana.
Jorge Armestar
El Templo de Diana.

La herencia monumental de la antigua capital de la provincia romana de Augusta Emerita, la actual ciudad de Mérida, es la excusa perfecta para que empecemos aquí este recorrido. Desde Mérida nos acercaremos luego a las tierras extremeñas de las comarcas de Tierra de Campos y Campiña Sur donde se crían los mejores corderos de la región.

Desde Mérida, por la Ruta de la Plata

Los amantes de la Historia encontrarán numerosas razones para admirar las impresionantes huellas del periodo romano de la ciudad que se extiende entre los años 25 a. C. y el 476 d. C. Esta es la razón por la que fue declarada, en 1993, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Diseminados por todo el trazado urbano surgen el teatro, el anfiteatro, el acueducto, el foro, el templo de Diana, el circo y el puente sobre el río Guadiana. La reconstrucción y divulgación de todo este legado corresponde al Museo Nacional de Arte Romano, ubicado en un interesante edificio del arquitecto Rafael Moneo. Aunque no es de la misma época, sino más tardía, del período musulmán, no podemos abandonar Mérida sin visitar la Alcazaba, uno de los secretos mejor guardados de la ciudad.

Partiendo de la capital extremeña seguimos la ruta por la A-66 hasta las comarcas de Tierra de Barros y Campiña Sur donde se encuentran las explotaciones ovinas que conforman el hábitat y las condiciones de cría y alimentación del Cordero de Extremadura, garantizadas por la Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) Corderex.

En el camino, que coincide con la Ruta de la Plata, nos salen al paso las tierras donde pacen los corderos, salpicadas de campos de cultivo y plantaciones de olivos y viñedos. En medio de estos paisajes encontramos Almendralejo y Villafranca de los Barros.

La primera es un enclave económico importante de Extremadura, centrando su actividad en el vino y en el aceite. Entre sus monumentos religiosos destacan los conventos de Ntra. Sra. del Amparo, del siglo XVI, y el de San Antonio, del XVII. Villafranca, con una gran actividad comercial, cuenta con importantes cooperativas vinícolas destacando también la producción de aceite.

Por las monumentales Zafra y Llerena

Siguiendo la ruta llegamos a Zafra. Ciudad monumental, su pasado y su presente se mezclan en sus animadas calles y plazas, especialmente en las populares Plaza Grande y Plaza Chica. En uno de sus pilares hay una vara de medir, usada antiguamente por los comerciantes. Entre sus monumentos destacan el palacio de los Duques de Feria, del siglo XV -actual Parador Nacional-, la iglesia gótica de la Candelaria y el Museo-Convento de Santa Clara.

Desde allí, por la N-432 llegamos a Llerena que nos recibe con un perfil de torres solapadas y una sucesión de campanarios y templos llenos de arte. Es el caso de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Granada, que alberga obras de Zurbarán –el pintor nació cerca de allí, en Fuente de Cantos–, o la Torre de la iglesia Mayor. Por su patrimonio histórico y artístico, el pueblo es apodado la Pequeña Atenas de Extremadura.

Un desvío hacia Casas de Reinanos ofrece el espectáculo del Teatro Romano de Regina. Volviendo a la N-432, pasamos por Berlanga, que alberga el Parque-Reserva Natural de Los Quinientos. Aquí se preservan, junto a pinos y eucaliptos, una serie de árboles y plantas autóctonas donde anidan milanos, búhos y águilas. Más adelante llegamos a Azuaga, que se viste de casas encaladas y que ofrece la tranquilidad necesaria para repasar las imágenes que se nos han grabado en la retina durante la ruta.

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