Málaga

Tere, una Juani reformada sin Bigas Lunas que la descubra

María Teresa Horno.
Archivo

María Teresa Horno Escuchas se marchó de su pueblo detrás de un sueño y ha acabado aclimatándose a la realidad.

Nació en Torredonjimeno (Jaén) el 1 de noviembre de 1984: tiene 22 años recién cumplidos. Cuando sólo le faltaban semanas para ser mayor de edad, se marchó a Málaga huyendo de la monotonía y dispuesta a vivir muy deprisa.

En Torredonjimeno, Tere estudió hasta acabar la ESO.

"No era buena estudiante; repetí tercero. Pero luego superé cuarto y me puse a trabajar", recuerda.

Entonces, aún en casa de su madre (separada de su padre cuando ella era una niña), hizo de todo: curró en una clínica dental como auxiliar, cosió pantalones Levi's en una cooperativa textil y también echó horas como canguro.

El pueblo se le quedó pequeño

El pueblo se le quedó pequeño y animada por un antiguo novio, viajó hasta Málaga un fin de semana para dejar su currículum.

Cuando veía a las azafatas del sorteo de la ONCE, cogía una pelota de tenis y me paseaba por la casa

Acabó haciendo un curso de técnico en salvamento acuático y terrestre y quedándose a vivir en la capital de la Costa del Sol con el ambicioso objetivo de convertirse en modelo.

"Cuando le dije que me iba, mi madre lloraba. Pero me animó porque ella tuvo la oportunidad de ser telefonista en Barcelona y renunció a ella por casarse", cuenta Tere.

"Siempre quise ser modelo: cuando veía en la tele a las azafatas del sorteo de la ONCE, cogía una pelota de tenis y me paseaba por la casa. No soy creída, me veo normal; tengo buen tipo y ya está".

Llegó la metamorfosis

Tere adornó su cuerpo para cambiar de vida: se puso ‘piercings' en la nariz, el ombligo, la lengua y el labio inferior.

Además, se tatuó un pictograma chino (símbolo de la amistad) en el abdomen, más abajo del ombligo.

Aligeró su vestuario para enseñar el vientre. "Era la moda y me gustaba", confiesa.

Por cambiar, cambió hasta de nombre. Para darse a conocer en la pasarela, Tere pasó a hacerse llamar Tesa.

Se inscribió en una agencia de modelos que le cobraba 100 euros al mes, le hicieron un ‘book' de fotos y comenzaron a surgirle pequeños trabajos. Le recomendaron que lo intentara en Madrid: "No quise ir, no me veía allí; prefiero la playa y el ambiente de Málaga", sostiene.

Pero Tere seguí allí

Sin renunciar a su sueño, Tesa no pudo olvidarse de Tere.

Tenía que pagar el alquiler de un piso compartido y seguir tirando.

Primero estuvo seis meses como camarera de un bar dentro de Carrefour. "Me pagaban 800 euros por 12 horas al día", relata.

"Me explotaban, acababa reventada; aguanté porque creí que no iba a encontrar otra cosa".

Luego siguió en la hostelería, aunque con mejor horario y por más dinero. Pasó un año y medio como camarera y cajera de un restaurante italiano donde ingresaba 1.000 euros por entre 9 y 10 horas diarias. Pero el establecimiento cerró y tuvo que buscar algo de nuevo.

Lo encontró en la charcutería de Eroski, donde duró tres meses. "Tenía alergia a la manteca del jamón y acabé quemada de tanto chóped", resume.

De la chacina saltó a la lencería. Pasó tres meses vendiendo sujetadores y bragas de Calvin Klein en El Corte Inglés (750 euros por 12 horas).

Acabado ese contrato, tuvo la oportunidad de poner a prueba sus conocimientos y, durante un mes, ejerció como socorrista en una urbanización (700 euros por 12 horas). "La experiencia fue buena: no se ahogó nadie", afirma entre risas.

El Corte Inglés la llamó y ella volvió. Esta vez, ocho meses (800 euros por ocho horas) vendiendo otra vez prendas íntimas, pero de la marca Morgan.

Los gastos se acumulaban

Además del alquiler, Tere se embarcó (siendo socorrista) en un crédito para comprarse un Hyundai Getz gris plata de ocasión "con muchos extras" por 8.300 euros (tiene dos conejos de Playboy en la bandeja del maletero, además de unas esposas en el retrovisor y un rosario siempre a mano).

Por una lucha de barro de un cuarto de hora me pagaban 90 euros

El sueldo de El Corte Inglés no daba más de sí. Necesitaba dinero. Fue entonces cuando empezó a trabajar en discotecas por la noche.

"Por una lucha de barro de un cuarto de hora me pagaban 90 euros; por estar sentada durante tres horas tomándome un par de copas, 25".

Algunas jornadas, sobre todo los jueves, eran interminables: en El Corte Inglés, de 13.15 a 22.15; después, ducha y, si había tiempo, cena; más tarde, a un local de Puerto Marina (Benalmádena) a hacer bulto y lucir palmito, de 0.00 a 3.00; finalmente, de 3.30 a 5.00, hasta las cejas de fango para despertar la libido del ansioso público masculino. Acababa muerta.

Nuevo novio, nueva vida

La vida de Tere dio un giro cuando se echó novio, un gallego de 24 años que se dedica a montar aluminio.

Dejó El Corte Inglés y se fue a vivir con él a Fuengirola: "Aquello es más tranquilo, hay menos merdellones", asevera.

Si todo va bien, en el futuro me veo casada, con niños y en Fuengirola, con un buen trabajo y aprendiendo inglés

Se acabaron entonces las peleas de barro y las discotecas. Lo dejó todo y se puso a buscar trabajo. Estuvo un mes sin nada hasta que encontró su actual empleo como dependienta de una zapatería.

Por seis horas percibe 1.100 euros al mes. Ahora tiene tiempo para ir al gimnasio (donde hace bici y fortalece sus brazos), patinar, pasear a la perra por la playa, leer el horóscopo y limpiar su casa. Incluso tomar algo tranquilamente.

Su forma de vestir ha cambiado tanto como su rutina.

"Antes era más fashion; ahora soy más conservadora porque tengo novio. Me he hartado de los piercing, busco otra imagen. Antes quien me viera pensaría que era una loca perdida, una fiestera; ahora soy más formal", argumenta Tere.

"Si todo va bien, en el futuro me veo casada, con niños y en Fuengirola, con un buen trabajo y aprendiendo inglés".

¿No se siente frustrada por no haber alcanzado su sueño? "Me he quedado satisfecha con todo lo que he hecho, con los desfiles y los concursos de belleza en los que participé".

La realidad no es como aparecía en el sueño, pero tampoco se ha convertido en pesadilla. Tere es feliz con lo que ha conseguido. "Acabo de cumplir 22 años y es como si tuviera 25", declara. Aparenta más edad de la que tiene y es más madura de lo que parece.