10 españoles de cine por el mundo

Al igual que Javier Cámara y Raúl Arévalo en 'La vida inesperada', los protagonistas de estas películas se fueron a vivir al extranjero. ¿Quieres saber cómo les fue? Por YAGO GARCÍA
10 españoles de cine por el mundo
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10 españoles de cine por el mundo

Después de hacer desaparecer a la humanidad en Fin, Jorge Torregrossa ha optado por un enfoque más modesto para su segundo largometraje: en La vida inesperada, el director se lleva a Javier Cámara y Raúl Arévalo a Nueva York para contarnos una comedia de rivalidades fraternales con guión de la escritora Elvira Lindo. Las cosas como son, Torregrossa no es el primer cineasta de aquí que nos cuenta las gracias y las desgracias de los españolitos en el extranjero: todos estos filmes son más ibéricos que una tortilla de patatas, pero su mirada va más allá de nuestras fronteras.

Españolas en París (Roberto Bodegas, 1971)

Destino: Pues, obviamente, la capital gala, en la que cuatro mozas de la España profunda (Ana Belén, Tina Sáinz, Laura Valenzuela y Elena M. Tejeiro) ejercen como domésticas a bajo precio para familias de posibles y orden. Si te recuerda a Las chicas de la sexta planta, no te culpamos, pero aquí hay varias diferencias importantes: para empezar, esta película se realizó cuando España seguía exportando mano de obra barata a punta pala con destino al resto de Europa. Para seguir, el filme se toma asuntos como los embarazos no deseados lo bastante en serio como para preguntarse cómo sobrevivió a la censura. Y, finalmente, aquí interviene un José Luis López Vázquez supremo, que aprovecha sus escapadas parisinas para proveerse de revistas verdusconas ("Son para un amigo").

Fuga de cerebros (F. González Molina, 2009)

Destino: El rodaje de esta cinta, el título español más visto de su temporada, transcurrió casi íntegramente en suelo patrio. Aun así, el director fue lo bastante mañoso como para convencernos de que sus localizaciones en Madrid y Gijón correspondían a la Universidad de Oxford: a este centro británico del saber acudía un Mario Casas loco por los huesos de Amaia Salamanca (cómo culparle) y dispuesto a ganarse a la chica en términos intelectuales, y también carnales, pese a contar sólo con un cinco de media en Selectividad. Eso sí, los amigos que escoltan al prota en este filme y en su secuela de 2011 (ambientada en Harvard, nada menos) parecen sacados directamente de Callejeros y otros programas de telerrealidad chunga.

Vente a Alemania, Pepe (Pedro Lazaga, 1971)

Destino: Sí, este reportaje va a estar lleno de filmes protagonizados por emigrantes. Pero que nadie se queje, porque, tal y como están las cosas, a lo mejor las peripecias de ese Alfredo Landa que abandona su pueblo para hacer fortuna en tierras germanas (Münich, concretamente) resultan más útiles como manual de supervivencia que como documento histórico sobre el tardofranquismo y el 'landismo'. Claro que el mensaje del filme es el que es: tal vez Alemania sea un país democrático y todo eso, parece decirnos Lazaga, pero como el terruño de toda la vida (con sus valores eternos y sus villorrios quemados por el sol) no hay nada en el mundo. Que se lo pregunten a ese exiliado (Antonio Ferrandis) que alivia su nostalgia a base de vídeos de danzas regionales.

La línea del cielo (Fernando Colomo, 1983)

Destino: Una vez convertido en rey sin corona de la 'Comedia Madrileña' gracias a títulos como Tigres de papel y Estoy en crisis, Colomo encaró un proyecto de alto riesgo: rodar un filme íntegramente en Nueva York, centrado en las peripecias de un Antonio Resines también en auge (y aún con bigote). Rodada con un equipo minúsculo, y con Whit Stillman (el futuro director de The Last Days of Disco y Damiselas en apuros) en funciones de actor secundario, La línea del cielo conlleva un mensaje que en su día debió escocer mucho. Y es que, aunque en aquella época España se viera a sí misma como el summum de la modernidad democrática, para el resto del mundo seguía siendo un país de paletos.

Sublet (Chus Gutiérrez, 1991)

Destino: Cinco años antes de que Isabel Coixet se convirtiese en la cabeza de puente del cine español en la Gran Manzana (¿recuerdas Cosas que nunca te dije?) la aventurera Chus Gutiérrez se llevó a Icíar Bollaín a experimentar el lado menos amable de Nueva York, en forma de un piso sito en un barrio chungo, alquilado en condiciones legalmente dudosas y que, además, conlleva un plus de peligrosidad en forma de deuda con un casero poco escrupuloso. Vista en su día como lo más de la modernidad fílmica nacional, Sublet ha quedado bastante olvidada con los años, pero le granjeó a su responsable una nominación al Goya como directora novel y aguanta muy bien el paso del tiempo.

Two Much (Fernando Trueba, 1995)

Destino: Además de proporcionarte una conversación telefónica con Dios (es decir, con Billy Wilder) ganar un Oscar puede suponerte un pasaporte para rodar un filme en territorios foráneos. Ese fue el caso de un Trueba que, tras sostener la estatuilla dorada gracias a Belle Époque, partió hacia Miami junto a Antonio Banderas para rodar una screwball comedy como las de antes, con argumento enrevesado y chicas estupendas (Daryl Hannah y Melanie Griffith, hermanas ellas). La maniobra no salió particularmente bien, pero el rodaje propició que Antonio conociera a la futura madre de Stella del Carmen Banderas Griffith, y de paso proporcionó a la prensa del corazón material suficiente como para llenar titulares durante un año. O varios.

Nacional III (Luis García Berlanga, 1982)

Destino: Patrimonio nacional (1981) nos dejó claro que la España democrática, con sus reformas fiscales y ese rey poco dispuesto a formar corte, no era un lugar hospitalario para un clan de rancio abolengo como el de los Leguineche. De modo que, siempre con el noble afán de defraudar a Hacienda, el patriarca Luis Escobar, su onanista hijo Luis José (otra vez López Vázquez) y demás parásitos emprenden un viaje a Francia, el país republicano por excelencia, haciéndose pasar por peregrinos con destino a Lourdes (claro que, como no son tontos, hacen escala en Biarritz). El colofón de la trilogía que comenzó con La escopeta nacional es su título menos valioso, pero aún así cobija varios gags muy eficaces y un final de antología.

Un franco, 14 pesetas (Carlos Iglesias, 2006)

Destino: Aunque ahora parezca raro recordarlo, en 2006 los jóvenes españoles no habían empezado aún a abandonar el país para buscarse (otra vez) las lentejas. De modo que la emigración hacia Europa (en este caso, a Suiza) que tanto abundó en los 60 sirvió a Carlos Iglesias para elaborar esta película con un tono agridulce, muy lejano tanto del documentalismo de Españolas en París como de Vente a Alemania, Pepe y sus esperpentos. Un franco, 14 pesetas se hizo muy popular, y este mismo año se ha estrenado su segunda parte, 2 francos, 40 pesetas.

También la lluvia (Icíar Bollaín, 2010)

Destino: Tras catar el lado cutre de Nueva York en Sublet, Bollaín se apuntó a otro viaje de alto riesgo, esta vez como directora. Porque aquí el director Gael García Bernal, el productor Luis Tosar y el actor Karra Elejalde (entre otros) se van a rodar una película sobre Cristóbal Colón a Bolivia, a fin de abaratar costes. Con tan mala pata que su muy neocolonialista rodaje coincide con la Guerra del Agua de Cochabamba, conflicto provocado por la privatización de los recursos hídricos del país que se saldó con al menos 175 heridos. Para colmo, al nativo que han fichado para un papel en la película (Juan Carlos Aduviri) le da por sumarse a las protestas. Lo que se dice tener un fino sentido de la oportunidad, vamos.

Ninette (José Luis Garci, 2005)

Destino: Dado que la obra de Miguel Mihura en la que se basa este filme tiene por título Ninette y un señor de Murcia, cabe suponer que no va sobre la emigración propiamente dicha, sino sobre la colisión entre ésta y el turismo. Porque, recién llegado a París, Carlos Hipólito se encuentra con dos paisanos que abandonaron la huerta del Segura por comunistas (Beatriz Carvajal y Fernando Delgado) y también con la hija de ambos (Elsa Pataky). La cual, por haberse criado lejos de la patria, es tan lozana como casquivana. ¿Se decidirá Garci a rodar algún día la secuela Ninette: modas de París?

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