Muere el actor Mickey Rooney

Mickey Rooney ha estado cerca de completar un siglo actuando, es decir, casi su vida entera. El veterano actor, que falleció el domingo a los 93 años en su casa de North Hollywood por causas naturales, comenzó a aparecer en la gran pantalla a los seis años. Aunque, según dicen, cuando tenía tan sólo catorce meses de vida ya subió gateando con una pequeña armónica al escenario donde sus padres, actores de vodevil, se ganaban la vida y recibió el primer aplauso del público de la que terminaría siendo una larga carrera. Inmediatamente pasó a formar parte del show familiar y no tardaría en convertirse en una de las estrellas infantiles más famosas del Hollywood de finales de los años 20 y años 30. Fue gracias a su papel protagonista en los cortos cómicos de Mickey McGuire, de los que llegó a hacer 78 entregas entre 1927 y 1936, y cuya popularidad llevó al actor a afirmar que Walt Disney había bautizado al famoso ratón en honor a su nombre.

El siguiente éxito masivo vendría bajo contrato con MGM en forma del adolescente Andy Hardy dentro de la comedia familiar El honor de la familia (1937). Su cometido era servir de contrapunto cómico como hijo del juez James K. Hardy (aquí interpretado por Lionel Barrymore), pero la gran aceptación del público propició que la saga se prolongara con hasta 15 secuelas, la última en 1958. En la misma época de Andy Hardy comenzó la estrecha colaboración profesional de Rooney con Judy Garland, la prolífica y elogiada unión de las mayores estrellas emergentes de la época, sobre todo en los musicales de Busby Berkeley (Los hijos de la farándula, Armonías de juventud, Chicos en Broadway). En 1939 era la época de galanes como Clark Gable, Errol Flynn o Tyrone Power, pero el número en taquilla durante varios años consecutivos fue el bajito y enclenque Mickey Rooney con su sonrisa torcida. Eso sí, en Forja de hombres (1938) demostró que también tenía madera dramática. La Academia le galardonó con un premio honorífico como actor juvenil en 1939.

Después de la Segunda Guerra Mundial tuvo que buscar nuevas formulaciones para reavivar la llama de su éxito. Coincidió por última vez con Garland en la superproducción musical Letra y música (1948), pero el reencuentro con el público se produjo en 1954 gracias a la serie The Mickey Rooney Show, creada por Blake Edwards. El actor nunca dejó de aparecer como secundario en producciones de todo tipo, desde las más modestas hasta grandes títulos como El mundo está loco, loco, loco (1963) o Desayuno con diamantes (1961), donde su versión descaradamente caricaturesca del vecino japonés de Audrey Hepburn, el señor Yunioshi, terminiría recibiendo no pocas críticas retrospectivas por el trato estereotípico y denigrante que solía brindar Hollywood a los personajes asiáticos.

El resto de la larga filmografía de Rooney se mantuvo en los mismos parámetros de trabajo incansable y entrega profesional: obras de teatro, innumerables intervenciones televisivas (incluida la serie de El corcel negro durante los 90) y docenas de papeles cinematográficos década tras década. Mientras sus apariciones en las páginas de la prensa sensacionalista se convertían en una costumbre constante (ocho matrimonios, problemas financieros, sustancias), el reconocimiento académico se resistía. Estuvo nominado al Oscar en cuatro ocasiones y décadas diferentes —Los hijos de la farándula (1939), La comedia humana (1943), Amanecer sangriento (1956), El corcel negro (1979)—, pero su segunda estatuilla tuvo que ser también honorífica: el premio a toda una carrera en 1983. No dejó de ponerse delante de las cámaras hasta el final. Todavía trabajaba en una nueva versión de El doctor Jekyll y Mr. Hyde y un mes antes de su muerte rodó material para la próxima secuela de Noche en el museo, en cuya primera entrega ya intervino en 2006. Nos despedimos de él recordando su intervención poniendo voz a su versión simpsonizada en Radioactivo Man, uno de los episodios más míticos de Los Simpson.

Más noticias de cine, próximos estrenos y series de televisión en CINEMANÍA.