El Burgo de Osma, serena belleza en los campos de Castilla

  • Es Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico Artístico.
  • La joya es su catedral, que fusiona románico, gótico, barroco y neoclásico.
  • Ciclistas y caminantes pueden perderse por los senderos del Camino del Cid.
Una vista de la ciudad soriana desde el puente que le da acceso.
Una vista de la ciudad soriana desde el puente que le da acceso.
DIPUTACIÓN SORIA
Una vista de la ciudad soriana desde el puente que le da acceso.

Nos encontramos en la provincia de Soria, ante una ciudad declarada Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico Artístico. La razón de tal distintivo parece clara, pues esta ciudad emplazada entre vegas y llanuras de la ribera del Duero rezuma belleza a raudales. No está tan claro, por el contrario, cuál de sus bienes culturales merece mayor dispendio de tiempo durante nuestra visita, aunque sin duda su catedral encabeza todas las apuestas.

Los paisajes que rodean El Burgo de Osma bien merecen dejar atrás las autopistas de Soria o Burgos –que discurren en paralelo a apenas 50 km de distancia de la ciudad– para acceder a ésta por las carreteras nacionales que serpentean entre los campos de Castilla que bien describió el poeta Machado.

Así pues, la antesala de esta ciudad de algo más de 5.000 habitantes es un conjunto natural que da la bienvenida a turistas que busquen la comodidad de viajar en coche o, por el contrario, la aventura del pedaleo por los senderos para ciclistas y caminantes del ya nombrado Camino del Cid.

A la llegada, nada mejor que comenzar topándonos con una porticada calle Mayor, muestra de la arquitectura propia de la villa, que conduce a una irregular plaza en la que se emplaza la catedral de El Burgo de Osma, construcción que alardea de una inmejorable fusión de estilos románico, gótico, barroco y neoclásico.

El acceso a la misma es gratuito sólo durante el horario de culto, pero por dos euros (cuatro con guía) se pueden ver detenidamente el retablo de la capilla mayor, los frescos de la bóveda, las vidrieras o el claustro de goticoflamígero, así como el museo que hay en su interior, que alberga códices, incunables, orfebrería y otros bienes artísticos.

A la salida de la catedral, después de ver el Palacio Episcopal y la muralla, el mero paseo por el casco antiguo conduce irremediablemente al visitante hasta alguno de los múltiples asadores y mesones que pueblan la ciudad, donde pueden degustarse las famosas alubias de El Burgo, las verduras de la huerta del río Ucero o, por supuesto, el cordero, asado en horno de leña o en caldereta.

Algunas pistas

Dónde dormir: Hotel II Virrey; Posada del Canónigo;

Dónde comer: Mesón Marcelino; Asador El Burgo.

Fiestas: Virgen del Espino y de San Roque (mediados de agosto). Pero sobre todo... No te pierdas las Jornadas ritogastronómicas de la Matanza del Virrey, declaradas de Interés Turístico. Se come estupendamente.

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