Artes

Arte urbano en Madrid contra la contaminación lumínica de las señales de las farmacias

'Malas hierbas mutantes', el último proyecto del colectivo madrileño
Gustavo Sanabria - Luzinterruptus

Denuncian "el deterioro del espacio público" de la capital madrileña. Las acciones urbanas del grupo de artistas urbanos Luzinterruptus protestan contra la falta de parques, el exceso de publicidad en la vía pública, el exagerado uso de las plazas para terrazas, mercadillos y cualquier actividad comercial que se tercie...

El colectivo de tres personas, fundado en Madrid en 2008, se sirve de la iluminación para crear instalaciones callejeras imaginativas y también reivindicativas que describen como "llamadas de atención luminosas".

Su último proyecto es Malas hierbas mutantes, que simula las briznas con palitos fluorescentes dispuestos en grupo y formando pequeños terrenos radiactivos en tres ubicaciones del centro de Madrid frente a las cruces verdes de tres farmacias de guardia.

La acción denuncia la contaminación lumínica de la capital: "la sobreiluminación se aprecia a simple vista a más de 200 kilómetros de distancia y produce un resplandor que se observa con telescopio de mediano tamaño a más de 700 kilómetros". Los artistas se centran en un ejemplo en particular: la potencia de la "profundo y antinatural color verde" que tiñe la calle y los balcones cercanos a la cruz.

"Una dura ciudad de cemento"

Señalan que desde la última normativa municipal de la comunidad de Madrid  sobre carteles, aprobada en de 2009, los luminosos de las farmacias han visto incrementada su potencia, en contra de la preocupación que la Unión Europea expresa sobre el problema de la contaminación lumínica.

"Recreamos un futuro no muy lejano, en el que una nueva y resistente especie vegetal fotosensible, crece en el asfalto alrededor de las farmacias, alimentada por la fotosíntesis de su potente luz de bajo consumo", dicen con sorna. Durante la acción los artistas hablaron sobre el problema con los transeúntes e incluso accedieron a la vivienda de uno de los afectados por la invasión lumínica, que cada noche invade su dormitorio, para fotografiar las plantas artificiales desde el balcón verdoso.

El colectivo Luzinterruptus comenzó su andadura  añadiendo elegantes tulipas rojas a las farolas de la madrileña calle Pez, que se convirtieron en lámparas hogareñas durante unas horas. Con fórmulas sencillas como iluminar zapatos colocados en zanjas de obras o transformar con pequeños detalles unos incómodos bancos de piedra en lápidas, aprovecha el "gran impacto visual de la luz" sin deteriorar el mobiliario urbano y llamando la atención sobre los problemas de Madrid, que describe como "una dura ciudad de cemento".