'Amor en obras' y otras películas de Netflix que solo deberías ver en domingo

Todos hemos visto en algún momento de nuestra vida alguno de los títulos más ñoños de Netflix. Y quien diga que no, miente (y mucho). Un poquito de El príncipe y yo, otro poco de Porque lo digo yo, o, quizás, una buena sesión de Renée Zellweger en El diario de Bridget Jones –y todas sus secuelas–. A veces, la rutina y el exceso de responsabilidades nos empujan a ello: no pasa nada.

No hacemos spoilers si decimos que en todas ellas reina el optimismo y los finales felices. ¿Hay algo mejor para superar la tarde del domingo, sin moverse del sofá, y prepararse para la mañana del lunes? Seguramente sí, pero estos ‘guilty pleasures’ cinéfilos merecen mucho la pena, aunque solo sea de vez en cuando.

Amor en obras. Como su vida en San Francisco es un desastre, tras una borrachera, la protagonista toma la determinación de irse a Nueva Zelanda. ¿El por qué? Ha ganado un viejo caserón hecho ruinas y lo quiere convertir en un hotel eco. Por supuesto, chico guapo se fija en chica guapa y, tras algunos desencuentros, son felices para siempre.

A todos los chicos de los que me enamoré. Inicio: chica con poca experiencia emocional decide declararse a su amor platónico. Nudo: su hermana pequeña, que es familiar directo del mismo diablo, decide echarle un cable, enviándole una carta a todos los chicos de los que se había enamorado antes (por si acaso no había suerte con el primero). Final: lo mejor es que veas la película, pero, sí, es el que esperas…

Cómo deshacerte de tu jefe. Un plan retorcido les une: deben conseguir que sus jefes, dos pésimas personas, se enamoren. ¿Lo consiguen? Sí. ¿Les sale mal? También.

Alguien especial. Tras una dolorosísima ruptura (esas que todos hemos vivido y que nos han hecho creer que la vida carecía de sentido), una joven periodista decide poner patas arriba su vida. Eso sí, antes de cambiar, prefiere irse de fiesta con sus amigas para ahogar (con mucho alcohol) las penas.

El calendario de Navidad. Aunque llevan toda la vida siendo mejores amigos y gustándose (mucho), ella prefiere desoír los consejos que todos le gritamos al otro lado de la pantalla: se va con el guaperas. Claro que, la magia de Santa Claus, no tarda en hacer efecto y en reconducirla por el buen camino. ¿Quién dijo que septiembre no es un mes perfecto para empaparse de espíritu navideño?