El TSJA confirma la sentencia de 20 años de cárcel para el hombre que asesinó a su mujer en La Corredoria
Por ello, el tribunal confirma la sentencia de 20 años de prisión por un delito de asesinato, concurriendo la agravante de parentesco y la atenuante simple por analogía de alteración psíquica, y al pago de una indemnización a sus dos hijos en la suma de 60.000 euros a cada uno de ellos.
El TSJA entiende que el relato de hechos probados de la sentencia es "concluyente" en cuanto a la descripción de las múltiples lesiones causadas a la víctima y en cuanto a su naturaleza, precisando también la secuencia de las mismas, indicándose como en primeramente con un cuchillo de grandes dimensiones el condenado apuñaló a la víctima dos veces en la zona abdominal, "acción esta mas que suficiente para causar la muerte", pero a continuación, con la víctima viva, "le clavó el cuchillo en la cabeza varias veces y le produjo diversos cortes en cara, cuello, párpados y comisura de los labios, lesiones estas innecesarias para causar la muerte y que supusieron un evidente aumento de dolor y sufrimiento".
Los hechos se produjeron la noche del 27 de febrero del 2010. Encontrándose el matrimonio a solas en el domicilio, Manuel Rodríguez Peñayos cogió un cuchillo de supervivencia de monte, con una hoja de 19 centímetros de largo y 3 centímetros en la parte más ancha y el lomo de sierra y sorprendió a su esposa Isabel Larriet, en el salón de su domicilio conyugal, sito en La Corredoria, en Oviedo.
Y con el firme propósito de acabar con su vida, le asestó una "brutal" puñalada en el abdomen, produciendo una herida inciso-punzante de 3,6 centímetros; extrajo el cuchillo y la apuñaló de nuevo a la altura del bazo, rompiéndolo.
A continuación, le clavó el cuchillo en el cuero cabelludo, al menos cuatro veces, provocando heridas punzantes entre 1 y 4 centímetros aproximadamente, con tanta fuerza que le fracturó una parte del cráneo y lo astilló.
Según la sentencia, "continuó la salvaje agresión" clavándole el cuchillo en la cara y el cuello, al menos cinco veces, sin que la víctima tuviera reales posibilidades de defensa, tal como él pretendía, por la muy superior fuerza física del acusado, el arma blanca utilizada y la ausencia de otras personas en el piso que pudieran auxiliarla.
La víctima sólo consiguió levantar las manos y los brazos, en un desesperado intento por salvar la vida, recibiendo cortes también en el dorso de ambas manos y en el antebrazo izquierdo, con la parte de sierra del cuchillo. Todo ello produjo una hemorragia aguda masiva y, finalmente, la parada cardiorrespiratoria que le causó la muerte.