La última tienda de ultramarinos
De forma que, al cumplir 65 años y jubilarse, desaparecerá la última isla de ultramarinos y coloniales del centro alicantino.
La casa Torres abrió «sobre 1968», sustituyendo al comercio original, una droguería-perfumería que «se pegó fuego».
Juan recuerda: «Era soltero, me fui a casa de la novia y al volver, sobre las tres y media de la tarde, todo ardía. Al año y medio, la transformó: «No veía más partido como droguería». Y arrancó con su mujer, Susi, el oficio agroalimentario justo abajo de la casa donde nació y vive.
Antes, de adolescente, Torres fue «delantero juvenil», del Hércules CF y del Alicante, con el apodo de El Guayo. «Jugué con el Alicante al hacer la mili dos o tres temporadas». También su hermano, que correteó en las dos plantillas locales, y su hijo.
Hermano de tres taxistas y de un socio de la fábrica de lejías Inqui, su padre tuvo una carbonería cerca de casa.
Actualmente, sólo piensa en vender una tienda de pimientos y latas que todos los días le renueva un proveedor. Y es que «la cosa no tira», aunque ahora él atiende a domicilio.