"¡Este no es mi tebeo!": 10 adaptaciones de cómics extremadamente infieles

Cuando se trata de adaptar viñetas al cine, a veces sólo importa el título.
"¡Este no es mi tebeo!": 10 adaptaciones de cómics extremadamente infieles
"¡Este no es mi tebeo!": 10 adaptaciones de cómics extremadamente infieles
"¡Este no es mi tebeo!": 10 adaptaciones de cómics extremadamente infieles

Hay un territorio donde la noble práctica de pasarse por el forro los originales es muy usual. Nos referimos, como podrás ver a continuación, a las películas basadas en cómics. El caso de Constantine es tan flagrante que se ganó un puesto en nuestro informe sobre exorcistas cinematográficos, pero aquí hay ejemplos todavía más cantosos, si es que ello es posible. Por cierto, si aquí no incluímos un apéndice indagando sobre si los cambios fueron para bien, es porque (salvo que indiquemos lo contrario) todos los filmes de la lista estuvieron a un paso de la infamia.

La liga de los hombres extraordinarios (S. Norrington, 2003)

El cómic: Siempre dispuestos a descoyuntar mitos, Alan Moore (V de Vendetta, Watchmen) y el dibujante Kevin O'Neill reunen a personajes novelísticos y folletinescos del siglo XIX para crear su propia cuadrilla de superhéroes vintage. Nacida como un tebeo de aventuras, la obra fue oscilando a territorios más psicodélicos conforme se sucedían las entregas.

La película: Dejando a un lado su abismal calidad (responsable, dicen, de que Sean Connery decidiera jubilarse), la versión fílmica de La liga de los hombres extraordinarios aparca el humor cafre y el cosmos de referencias del original... Y, de rebote, casi todo su argumento. Moore, que siempre despotrica de las adaptaciones de su obra, terminó para colmo enredado en una demanda por plagio que acabó en agua de borrajas: "Si hubiese matado a unos niños con síndrome de Down tras venderles heroína, me habrían incordiado menos", sentenció socarronamente.

Howard: un nuevo héroe (W. Huyck, 1986)

El cómic: ¿Crítica social y humor negro en un tebeo de Marvel? Pues sí: desde su creación en 1973, este palmípedo extradimensional, antropomórfico y macarra ha servido como contrapunto cómico a los héroes de la Casa de las Ideas, asomándose ocasionalmente a sus aventuras sin dejar de ser un pringado con plumas.

La película: Apostamos a que a George Lucas (productor), Lea Thompson y Tim Robbins les pitan los oídos cada vez que alguien menciona esta película. A fin de obtener un taquillazo, Howard fue despojada tanto de las conexiones superheróicas del original como de sus componentes más vitriólicos, proceso que la alejó tanto de la chicha como de la limonada. El fracaso entre críticos y público fue de órdago.

La Máscara (Chuck Russell, 1994)

El cómic: Especializada en trabajos más violentos de lo usual en el mainstream, la compañía Dark Horse inauguró en 1989 esta colección pletórica de sangre y de humor brutal. La careta titular, poseída por el espíritu del mismísimo Loki (no el de Marvel, ojo), concede poderes ilimitados a quien la viste, pero se cobra un precio: su cordura.

La película: Mientras que, en las viñetas, la Máscara es un ente tan endemoniado que le da miedo hasta a Joker (crossover mediante), en el filme cubrió los rasgos de un Jim Carrey espástico cuyo máximo acto de depravación fue cantar el Cuban Pete. No obstante, la película cumplía sobradamente como comedia y convirtió en sex symbol a Cameron Diaz, lo cual no es óbice para afirmar que la secuela El hijo de la Máscara resultaba totalmente amorfa.

Catwoman (Pitof, 2004)

El cómic: Todos conocemos a Selina Kyle, ¿verdad? Esa felina señorita de Gotham que, tras haber probado el lado más bestia de la vida, alterna en su día a día los robos con escalo, las actividades como justiciera y los achares a Batman. La antiheroína más elegante de la historia de los cómics, vamos.

La película: Puede que el shock provocado por Catwoman hubiese sido menor de no haber oído maullar a Michelle Pfeiffer en Batman vuelve. Pero lo dudamos: aquí, 'Bats' ni está ni se le espera, y el personaje principal se desvincula totalmente del Universo DC tanto en apariencia como en trasfondo (no la vemos robar un mísero diamante), e incluso en nombre (aquí se llama Patience Phillips). Con decir que el recuerdo más memorable que nos dejó fue la aparición de Halle Berry en la ceremonia de los 'Razzie', todos los demás comentarios sobran. Menos mal que Anne Hathaway hizo justicia gatuna en El caballero oscuro: La leyenda renace.

Supergirl (J. Szwarc, 1984)

El cómic: Detestada por algunos, amada por otros, Kara Zor-El fue creada en los años 50 como contrapartida femenina de su primo Superman, y como tal resulta una versión pizpireta y alocada del aventurero de Metrópolis, incluyendo apariciones estelares de su mascota Streaky el Supergato. 

La película: Con la franquicia de 'Supes' en la cresta de la ola, los productores Ilya y Alexander Salkind no tardaron en concebir un spin-off protagonizado por Kara. Lo cual hubiese estado muy bien, de no ser porque los parecidos entre el tebeo y el filme se quedaban en lo anecdótico, primando el romance (volador) sobre las aventuras y los tortazos. Sumemos a ello la presencia de Mia Farrow y Faye Dunaway, ambas más perdidas que el barco del arroz, y entenderemos que Christopher Reeve declinase educadamente la oferta de hacer un cameo.

Men in Black (B. Sonnenfeld, 1997)

El cómic: Buenos hijos de su tiempo, la 'Edad Oscura' que recorrió los cómics entre los 80 y los 90, los Hombres de Negro tienen una misión: eliminar cualquier rasgo de visitas alienígenas, fenómenos paranormales y otras aberraciones, a fin de que los poderes fácticos sigan teniéndolo todo atado y bien atado. Como Mulder y Scully pero en chungo, vaya.

La película: Si el original en viñetas era un cómic violento, tenebroso y de calidad cuestionable (al menos en lo referente al dibujo), la película no se cortaba un pelo en alterarlo, obteniendo una comedia desmadrada a mayor gloria de esos Tommy Lee Jones y Will Smith con gafas de sol y neuralizador. Por una vez, y sin que sirva de precedente, reconocemos que los espectadores salieron ganando con el cambio.

Desde el infierno (Hermanos Hughes, 2001)

El cómic: Un buen día de 1989, Alan Moore (sí, otra vez él) decidió consagrar un cómic a la figura de Jack el Destripador, junto al dibujante Eddie Campbell. Siete años más tarde, la loable intención había cristalizado en From Hell, un inmenso tocho histórico sobre la Inglaterra victoriana, los asesinatos en serie, la masonería y la magia negra.

La película: Puede que el guionista británico pasase las de Caín cuando La liga de los hombres extraordinarios llegó a los cines. Pero la adaptación de From Hell debería haberle curado de espantos: el filme confería al obeso inspector Abberline la percha de Johnny Depp y le adjudicaba unos poderes psíquicos y una adicción al opio ausentes en el tebeo (y en la vida real), convirtiéndole además en protagonista absoluto cuando ese rol correspondía en las viñetas al mismísimo Jack. Eso, por citar sólo las alteraciones más evidentes.

The Spirit (Frank Miller, 2008)

El cómic: Desde 1940, el enorme Will Eisner (y un ejército de ayudantes) revolucionaron el mundo de los cómics con las aventuras de un justiciero enmascarado que ni tenía poderes ni ganaba siempre, y que para colmo acababa muchas veces degradado a secundario dentro de sus propias historias. En palabras del autor: "El único superhéroe de clase media".

La película: Lo peor de The Spirit, el filme, no es que se pase por el forro el ambiente costumbrista del original, ni tampoco que le adjudique al protagonista una habilidad premonitoria que, en las viñetas, brilla por su ausencia. Lo peor, decimos, es que además de un gran dibujante de cómics, Frank Miller fue un gran amigo de Will Eisner durante sus últimos años, lo cual hace que la traición escueza más. En fin, al menos las chicas de celuloide (Scarlett Johansson, Paz Vega, Eva Mendes...) estuvieron a la altura de las que aparecían en los dibujos.

Steel (K. Johnson, 1997)

El cómic: Cuando DC Comics mandó a Superman al otro barrio en 1992, todos sabíamos que el de Metrópolis aguantaría poco bajo tierra. Pero había que llenar el hueco hasta la pertinente resurrección, y uno de los héroes surgidos a tal efecto fue este inventor afroamericano con armadura energética.

La película: Partiendo de una fuente no muy memorable que digamos, Steel lo tenía crudo desde el principio. Circunstancia que no mejoró, precisamente, cuando la estrella de la NBA Shaquille O'Neal fue fichada para protagonizarla. Por si todo eso fuese poco, el director Kevin Johnson insistió en desvincular su trabajo de los cómics de DC, privando al héroe de todo sentido. La aleación resultante fue, como cabe imaginar, más bien endeble.

Juez Dredd (Danny Cannon, 1995)

El cómic: Creado por Pat Mills y el dibujante español Carlos Ezquerra, el superpoli más implacable de Mega-City 1 es un grandísimo bastardo fascista, cuyas aventuras rebosan humor negro y autoparodia. Si quieres saber más sobre él y sus cosas, échale un vistazo a este completísimo reportaje.

La película: Aunque, formalmente, Juez Dredd respetó bastantes elementos del cómic, se dejó fuera el más importante de todos: la ironía. De este modo, fiel a su costumbre, Sylvester Stallone interpretó al justiciero como a uno más de sus personajes de los 80, echando por tierra toda la intención satírica del original. Por si fuese poco, 'Sly' cometió blasfemia al pasar más de la mitad de la cinta con la cara descubierta, cuando el Dredd de los tebeos jamás se quita el casco. El filme de 2012 protagonizado por Karl Urban resultó mucho más atinado como adaptación: esperemos que esa petición popular para que tenga secuela no caiga en saco roto.

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