Hace apenas diez años los automóviles procedentes de Corea se consideraban modelos baratos, monótonos y faltos de carácter. Sin embargo, hace tiempo que las casas coreanas como Kia lograron alcanzar el nivel de la clase superior, cosechando grandes éxitos con modelos modernos y de buena presencia. Hoy en día, uno puede aparcar tranquilamente su Kia delante de la puerta de casa sin tener que avergonzarse por poseer uno.
En este sentido, los japoneses intentan contrarrestar una competencia coreana cada vez más potente con diseños aún más llamativos. Esto es lo que ocurre con el Juke. Cuando el Kia Soul llegó a los concesionarios alemanes a principios de 2009, éste se consideró toda una novedad gracias a su estética atractiva. Y ahora, al lado del nuevo Juke con su diseño más refinado y unas proporciones más atrevidas, el Soul vuelve a resultar de nuevo aburrido, conservador y algo tosco.
Un atractivo caprichoso
El interior de nuestro Nissan Juke de prueba también se aleja en todos los sentidos de la monotonía. Los apliques lacados en la misma pintura que la carrocería situados sobre la consola central orgánica de formas redondeadas y los llamativos toques cromados le confieren un aspecto elegante, a pesar de que en el habitáculo de tintes deportivos reina en gran medida el plástico duro. Los asientos en piel más o menos cómodos, la pantalla multifunción a color situada en la consola central y la pantalla del sistema de navegación y entretenimiento, entre otras cosas, transmiten una cierta sensación de clase superior. No obstante, y al contrario que en el Soul, el volante enmarcado en un puesto de conducción bastante estrecho no se puede regular en profundidad.
Un Soul con espacio pero sin alma
En cambio, en el habitáculo del sobrio Soul se echa en falta un espíritu especial, ya que sus superficies de plástico duro algo convencionales tan sólo convencen gracias a su inmaculada funcionalidad. A pesar de todo, el Soul también se puede alegrar un poco por dentro con algún que otro toque de color. Además, la iluminación de fondo de los altavoces de las puertas laterales ofrece un espectáculo multicolor especial. De alguna forma, uno no logra quitarse de encima la sensación de que con este espectáculo de luces y color Kia ha puesto sus ojos en una clientela que pasa sus fines de semana entre la discoteca y la estación de servicio de turno.
Además, en el tema de la visibilidad, y gracias a sus ventanillas más grandes, el Soul ofrece una mejor visión, si bien en este caso los anchos montantes C molestan de igual forma que en el Juke. En el caso del Nissan, la cámara de visión trasera (a partir de la línea de equipamiento 'Tekna') proporciona al conductor una mejor visibilidad de la zona posterior. Comenzando en el acabado intermedio 'Vision', el Soul dispone de serie de sensores acústicos de aparcamiento y también, aunque de forma opcional, de una cámara de visión trasera cuya imagen se pueden ver en el retrovisor interior autocromático.
Buen rendimiento
En lo que respecta al chasis, ambos candidatos demuestran una extrema dureza, quizá demasiado extrema. En los dos casos se ha optimizado la subestructura con la mente puesta en mejorar el comportamiento en curva a gran velocidad. Sin embargo, en este aspecto el Soul se muestra más brioso y menos delicado sobre el asfalto, transmitiendo a sus ocupantes incluso la más mínima irregularidad sobre cualquier superficie. Pese a sus neumáticos más grandes, el Juke se desplaza de forma más suave, aunque su comportamiento es también susceptible de crítica debido a su excesiva dureza.
Ambos trazan las curvas a gran velocidad con un escaso balanceo y una tendencia tardía al subviraje, lo que invita en gran medida a mantener un estilo de conducción animado, algo que no obstante no resulta necesario en su uso diario. Si bien en el caso del Soul su dirección relativamente dura dificulta un estilo de conducción espontáneo, al acelerar las ruedas motrices del Juke trasladan toda su inquietud y agitación al volante.
Motorizaciones diésel de poca potencia
Pese a la configuración dinámica de sus chasis, ambos candidatos se presentaron con motores diésel de potencia moderada. Un propulsor diésel de 1,5 litros, 110 CV y 240 Nm algo más cultivado impulsa al Juke de 1,3 toneladas de peso en 11,2 segundos a 100 km/h, si bien la velocidad máxima es de 175 km/h. Pese a que su peso es más o menos el mismo, el Kia equipado con un motor diésel 16 CV y 20 Nm más potente registra un tiempo de aceleración 1 décima más lento, aunque en la velocidad máxima supera al Juke en 10 km/h.
El Soul dispone de un cambio de marchas de cinco velocidades, mientras que el Juke cuenta con una marcha más. Probablemente ésta sea la razón de su menor consumo de combustible. Según datos del fabricante, gracias a su consumo de 5,1 litros el Juke es un decilitro más eficiente. Sin embargo, en las pruebas realizadas con las unidades de prueba –en su mayoría trayectos por autopista a velocidades elevadas– esta diferencia aumentó considerablemente. Mientras que el Juke consumió una media de 7,9 litros, en el caso del Soul fueron 8,4 litros.
Ninguna ganga
En ambos casos se puede optar por tres líneas de acabo diferentes. En las versiones superiores la diferencia de precio se mantiene casi intacta, si bien el Juke 1.5 dCi en la versión 'Tekna Sport' de 19.550 euros ofrece un equipamiento global más atractivo y disipa la ventaja de precio que ofrece la línea de equipamiento 'Burner' (18.000 euros) del Soul. Así, el Juke Tekna Sport se presenta con algunos detalles especiales como un sistema de navegación sencillo pero que funciona muy bien, junto con una cámara de visión trasera, un sistema de acceso y arranque sin llave y un programador de velocidad. En principio, el regulador de velocidad, la llave inteligente y el navegador no están disponibles de fábrica para el Soul.
Conclusión
Si se tratara únicamente del carisma y del un ambiente interior elegante, entonces sin duda alguna el Juke saldría ganador de esta comparativa. Sin embargo, en este caos algunas prestaciones prácticas importantes han sido víctimas de esta línea más bonita. En el apartado de la economía de espacio, por ejemplo, el Juke pierde terreno. Sin embargo, el elegante Nissan termina por convencer gracias a sus prestaciones –en general, mejores–, su motor diésel más eficiente y a algunos detalles de su equipamiento, sin que su precio sea mucho más elevado. Y esto resulta suficiente para proclamarse, aunque de forma muy ajustada, vencedor de esta comparativa.
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