La nebulosa observada tendría una longitud de 80 años luz y estaría situada a unos 300 años luz de distancia del enorme agujero negro situado en el centro de la Vía Láctea.
La nebulosa se encuentra en una posición casi perpendicular al agujero negro, moviéndose hacia el exterior de la galaxia a 1.000 kilómetros por segundo. La receta para que la forma de ADN fuera posible es, según los autores del artículo, muy sencilla.
Tan sólo hace falta un campo magnético, un objeto rotatorio y una nebulosa.
Las líneas de campo magnéticas en el centro de la galaxia son cerca de 1.000 veces más fuertes que en la Tierra y se mueven de forma perpendicular al agujero negro y de paralela a la nebulosa.
Estas líneas de fuerza estarían ancladas por un extremo, según la explicación de los científicos, a un gigantesco disco de gas que a su vez giraría, una vez cada 10.000 años, en torno al agujero negro.
La rotación del disco en torno al agujero provocaría una torsión de las líneas magnéticas y le daría la forma de doble hélice a la nebulosa.
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