Oniomanía. Así dicho la mayoría no tenéis ni idea de qué significa, pero si digo "adicción a las compras" la cosa cambia completamente. Básicamente porque es un trastorno obsesivo compulsivo mucho más habitual de lo que pensamos, y que por desgracia va en aumento desde que las aplicaciones de venta llegaron a nuestra palma de la mano. Es cierto que habitualmente usamos la expresión con mucha ligereza y que la mayoría de las veces el "comprar de más" no es un problema real, sino simplemente una afición algo cara. Pero los especialistas avisan.
El trastorno de las compras compulsivas existe y es algo que sufren muchas, mayoritariamente, mujeres jóvenes. Actualmente se agrupa dentro de los "Trastorno del control de los impulsos no especificados".
¿El problema principal? No nos damos cuenta de que tirar excesivamente de la tarjeta resulta un problema hasta que es muy tarde. Porque comprar no es como drogarse, beber o apostar. Está socialmente bien aceptado y es más, puede ser que incluso genere un montón de piropos. ¡Qué mona va esta chica siempre! ¡Qué divertidos son sus video hauls en Instagram! Y mientras tanto sigue creciendo poco a poco un monstruo que se va apoderando, no sólo del armario, sino de tu vacío existencial, tu inseguridad enfermiza y tu deseo constante por la aprobación externa (a falta de la propia).
Características más comunes
Dicen los expertos que el retrato robot de una paciente en tratamiento de oniomanía es el de una mujer entre los 18 y los 30 años, de clase media, con baja autoestima y obsesión por la apariencia física. Usuaria activa de redes sociales y con problemas de ansiedad o depresión. No quiero alarmar de más a nadie y en un mal momento todos podemos abrir cualquier aplicación de compras y darnos un caprichito. El gran problema es cuando esa gratificación instantánea se convierte en continua y comienza a generar problemas, sobre todo, de índole económica. Las mentiras, el esconder las bolsas, el "esto ya me lo habías visto" son el principio de una espiral de autodestrucción que puede terminar en un mar de deudas. Porque, además, el trastorno suele caminar unido a otros como un desorden alimenticio o el abuso de sustancias. Porque después de efectuar la compra llega la culpa, la ansiedad y el vacío que hay que llenar de alguna otra manera, con un atracón o "un viaje", por ejemplo.
Para no llegar hasta allí hay manera de bajarse antes del autobús. Evidentemente lo mejor es siempre pedir ayuda y por supuesto lo suyo es a un profesional. Pero cuando la cosa todavía no se ha ido de las manos tu tienes ciertos mandos de control.
Desinstala las aplicaciones que te traigan problemas o por lo menos no dejes introducidas en ella tu tarjeta de crédito. No conviertas el "ir de compras" en una actividad habitual de ocio. Controla el tiempo que pasas en redes sociales y limita los perfiles que te generen deseos que te cueste controlar. Háblalo. Decir las cosas hacen que el peso se aligere, compartir la carga hace más llevadero el viaje.
Desinstala las aplicaciones que te traigan problemas o por lo menos no dejes introducidas en ellas tu tarjeta de crédito
Y si crees que alguien en tu entorno puede estar ahí… despliega toda tu empatía y paciencia. Busca también ayuda y ofrécela. A veces simplemente estar ahí es suficiente. Invitar a un refresco, a un paseo. Que el piropo sea a la persona, no al vestido. Pequeños gestos que pueden resultar la pared en lo hondo que sirve para coger impulso para empezar a nadar hacia la superficie.
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