Cuando doy clases de "Historia de la Moda", una de las cosas que más llama la atención a mis alumnos es lo invariables que fueron los estilos durante los primeros siglos de nuestro pasado. Las togas o túnicas, con ligeras variaciones y diferentes nombres, fueron la prenda principal a lo largo de un larguísimo periodo de la humanidad en Occidente. Según las comunicaciones fueron mejorando los procesos de cambio de estilo se aceleraron. Todo porque las tendencias se desarrollan para satisfacer, generalmente a las clases dominantes, su necesidad de diferenciación.
Es decir, cuando lo que ellos llevan se populariza buscan algo nuevo, que vuelve a ser copiado y así eternamente. Ni que decir tiene que con la llegada de las redes sociales, este vínculo de pertenencia/diferenciación en el que se basan las tendencias se ha acelerado enormemente. Tanto, tanto, tanto que se ha vuelto una absoluta ridiculez.
Yo, que me dedico a esto, me declaro absolutamente incapaz de entender los diversos estilos que la Gen Z promulga en Tik Tok. Me cuentan que ahora lo que se lleva es el movimiento 'Mob Wife'. Es decir, copiar a las 'esposas de la mafia ochentera' con looks chillones y horteras de nuevo rico. De esos que podrían llevar millones en joyas y pieles, pero no sabes cómo siempre parecen 'baratas'. Podría poner el ejemplo, y seguro que alguien me mata, de Blake Lively en la última Super Bowl.
En chándal y con el pelo estudiadamente alborotado, y más de medio millón de dólares en piezas de Tiffany. Puestas todas de una manera que parecían de mercadillo. Si eso le pasa a una de las tías más guapas del mundo, imaginaros el resultado cuando lo intenta copiar alguien de Wisconsin.
Antes de esto, hace un par de días, lo que se llevaba era el look 'coquette'. Se trata de la hiperfeminización estética. Casi llevada hasta la infantilización. Mucho rosa, lazos y cuellos bobos. Casi al mismo tiempo que todo 'instagramer' que se considere 'trendy', estaba pidiendo a una web china cientos de blusas con volantes guardaban en el fondo del cajón todo lo que habían acumulado para apuntarse al movimiento 'aesthetic'. Este estilo me cuesta hasta describirlo porque lo de ser 'estético' es pues… eso, atractivo, hermoso, equilibrado. Todo esto derivaba del movimiento que diez minutos antes estaba en tendencia.
El 'old money', y que como podéis imaginar, es absolutamente lo contrario al mundo mafioso con el que empezamos esta columna. Las 'tiktokers' en este caso trataban de imitar, con jerseys de poliéster, el estilo de las niñas bien americanas de toda la vida. Las que llevan un abrigo blanco siempre impoluto porque no han cogido un metro en su vida.
¿Os parece todo una locura? Pues cuidado que me he dejado fuera la mitad de las tendencias de esta temporada (y estamos a mitad de febrero). Entre medias se ha intentado copiar el estilo de las danesas o las portuguesas. Esto sí que me genera auténtica fascinación, porque claro, lo que está inspirando estos movimientos son las redes sociales y las gentes que suben allí sus looks, es decir, aunque puedan parecer legión, no dejan de ser una minoría. Por eso no me puede producir más ternura el imaginarme a una niña de cualquier pueblo de España con su 'Portuguese Style Look' llegando a Lisboa. Os puedo asegurar que iba a llamar la atención por la calle y no precisamente por estar mimetizada con las lugareñas.
En fin, que voy a ponerme a cotillear otra vez las redes para ver qué es lo que se lleva ahora porque estoy segura de que cuando mañana se publique está columna, lo de los oros y las pieles de las "supuestas nuevas ricas de la mafia" ya ha pasado a la historia. Cosas de los tiempos modernos. (Socorro, definitivamente soy una señora mayor.)
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