¿Os acordáis que la semana pasada hablábamos de “lo mona” que va siempre Kate Middlenton? Pues cuando afirmé eso con toda mi solemnidad, no sabía que esta semana un viaje al Caribe de la pareja inglesa iba a encumbrar al cielo del estilo a la Duquesa de Cambridge.
Cinco días recorriendo parte de los países de la Commonwealth que nos han dejado un arcoiris de estilismos que harían palidecer a la mismísima Lady Di. Ya sé que esto que digo son palabras mayores, pero lo cierto es que en la humilde opinión de la que escribe tenemos una nueva 'Princesa del Pueblo'.
Porque en este caso no sólo hablamos de una maravillosa corrección estética, sino que Catherine se desenvuelve con soltura, alegría y naturalidad en todos los eventos a los que su condición de heredera la llevan. En estos días en el Caribe la hemos visto hacer cacao, bailar, tocar un bongo, montar en bobsleigh, dar un discurso, hablar con niños, enfermeras, diplomáticos y altos mandatarios. Y lo que a mí más me gusta, a su lado, siempre, un embelesado Principe William que mira dejándola hacer, porque sabe que no hay problema en que ella le eclipse. Él no es su padre.
Desde que aterrizó a principios de semana en su primer destino ha seguido un pequeño ritual: bajaba del avión llevando un vestido del color principal de la bandera del país anfitrión. Así la hemos visto de azul en Belice, de amarillo en Jamaica y de turquesa en Bahamas.
Versátil y adecuada
Después ha sabido adaptar su vestuario a la apretadísima agenda que este viaje en nombre de la Reina Isabel II les tenían preparado. Vestidos veraniegos y floreados (nuevos y vintage), trajes de chaqueta y vestidos dignos de la princesa que será.
Exceptuando una sahariana de Yves Saint Laurent, que ella misma se compró en sus años de universidad, el resto ha sido todo de marcas inglesas. La monarquía es consciente del “Efecto Kate” y saben que consigue agotar prendas en segundos por muy astronómicos que sean sus precios, así que han convertido su vestuario en la pasarela perfecta de la moda británica. Un detalle, en su cena en Belice la pudimos ver llevando un bolso de mano de artesanía local junto con un espectacular vestido de noche rosa que quitaba el hipo (firmado por The Vampire Wife). Aunque para vestidazo el Jenny Packham verde que lució en la cena de gala de Jamaica. Llevaba por cierto el set de joyas conocido como The Emerald Tassel Parure, del joyero personal de la Reina de Inglaterra. Junto a los pendientes y pulsera de diamantes y esmeraldas varias condecoraciones otorgadas por la Familia Real Británica.
Todo esto lo acompañaba de una amplísima sonrisa, que no torció cuando el Presidente de Jamaica les hizo saber que tienen la intención de convertirse a la mayor brevedad posible en una República. Qué no quieres una reina en tu país, pues toma dos tazas de elegancia monárquica modelo princesa de cuento.
Intento buscar fallos pero no los encuentro
He intentado buscar algún “pero”, que soy consciente de que criticar a la gente siempre trae más lectores. Prometo que lo he intentado y no he sido capaz. Cuando tenía pensado criticar el look blanco de Alexander McQueen, quizá excesivamente de novia, que llevó para pasar revista a las tropas en Jamaica, me encuentro con una foto de Isabel II vestida prácticamente igual cuando realizó el mismo ejercicio hace ya demasiados años. Si me pongo excesivamente pejiguera, quizá Kate Middleton abuse del encaje para lo joven que és y lo jovial que luce. Pero también es verdad que los ingleses son muy de encajes, así que no sé si se puede considerar esto un fallo.
Homenaje a Madeleine Albrihgt
No me gustaría terminar la columna de esta semana sin rendir un sentido homenaje a la recientemente fallecida Madeleine Albright. Una mujer de bandera que rompió muchos techos de cristal. No estoy yo aquí para alabar su trabajo como diplomática o Secretaria de Estado de la Administración Clinton, sino para hablar de sus mil y un broches que se convirtieron en su seña de identidad y que fueron un lenguaje propio que “habló” con maestría. Ella misma declaró que eran una forma de diplomacia. Tanto es así que muchos fueron expuestos al público (y se pueden ver online) y ella misma escribió un libro llamado 'Lee mis broches: historias de un joyero diplomático'. Cuentan que todo empezó cuando estando en las Naciones Unidas empezaron a llamarla víbora por su afilada lengua cuando hablaba del conflicto de Irak. No dudó en prenderse una serpiente a su solapa en la siguiente reunión sobre el tema. El resto, ya es historia. Yo, desde este humilde rincón, no podía dejar de agradecer a esta gran mujer que entendiera y disfrutara como nadie del título que da sentido a estas letras; #LaRopaHabla (y los broches, mucho más).
Aquí te dejamos un repaso por todos los looks que ha llevado la duquesa de Cambridge en su periplo caribeño.
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