Yolanda Sáenz de Tejada, experta en visibilidad femenina y escritora: "No quiero que digáis que las mujeres somos nuestras peores enemigas, somos nuestras aliadas"

Yolanda Sáenz de Tejada
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Kino Verdú
Yolanda Sáenz de Tejada

Lo primero que podríamos decir de ella es que es un encanto, con una vitalidad que apabulla. Pero estamos obligados a contar a qué se dedica… Son tantas cosas que, en resumen y para que se hagan una idea: es experta en visibilidad femenina, motivación, liderazgo y redes sociales, poeta, cantante y autora de más de 20 libros. 

Hay más. Profesora de posgrado en la Universidad de Cantabria, premio 'Mujer Motivadora 2015' otorgado por la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, nominada, por décimo año consecutivo, a Las Top 100 mujeres líderes nacionales, miembro de la prestigiosa red de conferenciantes 'Thinking Heads', diseña su propia marca de poesía textil, fundadora de una compañía de espectáculos llamada Taconeando poemas, a través de los que fusiona sus versos con el flamenco y también capitanea un grupo de rock y poesía bautizado como 'El laberinto de las voces', cuenta con un Certamen Internacional de Poesía con su nombre (va por su XI edición)… En fin, que ya vale. Que no para, es incombustible. 

Nació en Huelva en 1968 y siempre recuerda la casa palacio en la que vivían en Andújar, una infancia "llena de aventuras, de peleas de 'chicos' (me crié con tres hermanos de siete, los más afines a mi edad), de mucho campo; de miedo por las noches; de pintar y leer hasta que me dolían los ojos; de 'Yolanda, no comas mostaza que es excitante'; de mi padre llevándonos los fines de semana a descubrir castillos; de mi madre recogiéndonos en el 'seiscientos' después del colegio con el maletero lleno de juguetes y soltarnos a las afueras de Andújar a jugar para que nos diera el sol mientras corríamos el riesgo de estrellarnos porque conducía fatal; de mi madre de nuevo, siempre alegre y siempre niña. Del Mercedes cargado hasta arriba cuando íbamos a Valverde del Camino en vacaciones, viajando de madrugada para que fuéramos durmiendo las diez personas que íbamos en el coche, más el conejo y el perro. De muchas peleas con mis hermanos (de zurrarnos bien) y de las rodillas siempre con heridas de montar en bici y subir árboles. De vestir de chico porque era más cómoda la ropa". 

Se zambulló en la adolescencia con el sueño de convertirse en diseñadora de ropa, así que con sus 14 años le pidió a su madre que la apuntara a clases de corte y confección en verano. Lo consiguió. Pero diseñar, que coser nunca le gustó. "Era una rara de narices y ahora sé que eso me salvó, porque me dejé empapar poco por quienes querían que fuera normal. Me aislaba con mucha frecuencia y leía muchísimo y escribía 'cosas raras' como decía mi madre a sus hermanas". 

"Tenía muchos complejos y me sentía infinitamente sola porque, al pasar las vacaciones siempre fuera de Andújar, ya que nos íbamos a Valverde del Camino, en Huelva, con las hermanas de mi madre, no tenía una pandilla fija y, a veces, no quería salir porque no sabía si las personas querían estar conmigo (estoy escribiendo esto pensando que es la primera vez que lo cuento en una entrevista)".

"Cuando tuve hijas pensaba: que salgan a su padre, por favor. Sobre todo, que sientan como su padre, que yo tenía lo que luego denominé 'la enfermedad del sentir'. Estoy altamente capacitada para amar, de la misma manera que lo estoy para el drama".

Yolanda Sáenz de Tejada
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¿Qué significaba para ti ese concepto llamado felicidad? ¿Ahora lo eres?Ay… esta pregunta me emociona y espero terminarla de responder sin llorar.

La Yolanda joven llegó a Madrid y tuvo un éxito externo impresionante. Comenzó a trabajar como modelo mientras estudiaba la carrera de estilista con especialidad en diseño de moda y joyería y se convirtió en corista de grandes cantantes, entre ellos, Luis Miguel y La Unión, por ejemplo. Y no, no era feliz. Tenía la sensación de estar de paso y no era mi mundo. Sufría ansiedad (madre mía, ahora sé qué es eso porque ayudo a muchísimas mujeres y jóvenes que lo tienen) y nunca estaba satisfecha con lo que hacía. Tenía la sensación de que no tenía formación suficiente, de que lo mío era frívolo y reconozco que esto lo fomentaron muchos de los hombres y mujeres que tenía cerca. Yo vivía mi mundo, pero cada vez me costaba más encerrarme en él. Mi salto al centro de mí misma, a quererme, perdonarme (esto es vital) y a saber que yo era una mujer impresionante (cada mujer lo es y ha de saberlo) fue a los 35 años. Recuerdo el lugar exacto en el que lo sentí. Es increíble, fue como una revelación. Entonces supe que nada ni nadie jamás me iba a detener. La felicidad no existe para mí como una palabra. Prefiero utilizar la de plenitud, que es como me siento. Soy feliz muchas veces al día y eso lo persigo como una alimaña. Plenitud es mantener la paz de espíritu y agradecer, cada día, la cantidad de cosas maravillosas que tengo. Cuanto más agradezco, más feliz me siento. He aprendido a vivir cada instante y a centrarme tanto en el presente, que me sorprendo emocionándome por un árbol o una persona que pasa. Me detengo mucho en las personas, me dejo querer cada día más y eso me hace muy, muy feliz.

Siento que las personas quieren que esté con ellas, justo lo contrario que pensaba cuando adolescente… No quiero volver hacia atrás ni un mes de mi vida.

¿Te acuerdas del primer poema que escribiste?Más que poesía, prosa poética, que era lo que decía mi madre. He escrito desde niña y lo he hecho para sanarme, para contarme a mí misma, para sujetar emociones. Recuerdo la época de estar estudiando en Madrid, cuando volvía por la noche con tanta emoción por algo que había vivido que me tenía que poner a escribir sin parar. Esta sensación la sigo sintiendo. A veces miro la vida a través de la poesía. Imagino una escena a través de los versos o tengo la necesidad de ponerle verbo a todo. Pienso "esto que estoy viviendo lo escribiría así…".

¿Y tu primera frustración?Aparte de las peleas con mis hermanos, la que nunca he olvidado por lo que significó (de hecho, le dedico un capítulo en mi nuevo libro) fue cuando le organicé a una compañera de carrera una solución a un "problema" que tenía y cuando conseguí todo, ella me dijo que por qué lo había hecho si no me lo había pedido.

No imaginas el dolor, pero también la lección que me dio, porque nos empeñamos en ayudar a personas que no nos lo piden y, sobre todo, las mujeres, que ahí nos llevamos la palma en ir de salvadoras por el mundo.

Nos empeñamos en ayudar a personas que no nos lo piden y, sobre todo, las mujeres, que ahí nos llevamos la palma en ir de salvadoras por el mundo

¿Eres nostálgica?No, en absoluto. Solo me he echado de menos a mí misma cuando he tenido una época de muchísimo trabajo, con las niñas pequeñas, y he sentido que mi alegría no estaba a mi lado. Entonces, sí, pero ahora vivo uno de los momentos más hermosos de mi vida porque no solamente estoy en paz conmigo, sin deudas (bueno, aún sigo pensando que quiero hacer un Erasmus…), sino que ayudo a que otras mujeres lo estén. No solo consigo mis objetivos, sino que ayudo a que otras mujeres lo consigan.

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¿Eres muy exigente contigo misma? ¿Es algo que las mujeres lleváis encima?Lo soy, y sí, las mujeres, por norma general, lo somos. Es una fortaleza excesiva que se convierte en casi un defecto. Es como el estrés, puede ser positivo (lo sufro a veces porque todo va bien y tengo la creatividad a niveles casi tóxicos), pero es excesivo, hay que controlarlo para que no te infecte de cortisol el día entero.

Te han influido mucho Ángel González, Luis Alberto de Cuenca, Javier Rioyo… ¿Qué sientes con la poesía, con tu poesía?Siento corazón casa. Azul, llorar y faenar, porque ya siento el oficio. Porque ya puedo contar lo que me revienta dentro, que es lo que más cuesta, hacerlo sin artificio, puro, tal y como te nace de las entrañas. Siento poder al poder, privilegio y feria dentro de cada molécula que me habita. Siento necesidad cada día por escribirla, porque no pasa ni una jornada sin que haya pensado un verso en el aire o en el papel. Y donde me explayo, el lugar en el que dejo de ser yo para ser poesía andante, es en la casa de la montaña, en la aldea en la que estoy empadronada, en la Sierra de Segura, en Jaén. Ahí ya es salvajismo con el verbo y las emociones. Por eso siempre quiero volver allí.

¿Para qué te sirve? ¿Y a los demás?A mí me sana. Totalmente. Me acerca a la belleza y me hace estar en comunión conmigo. Puedo escribir en una noche, frente a la chimenea y con una copa de un buen coñac, hasta cinco bocetos de poemas diferentes. Me sirve para abrir todos mis escondites y para quedarme desnuda de dolor, porque la poesía hace que te cuentes todo a ti misma y eso te cura, ¿sabes? A las demás personas les sirve para que yo hable por ellas. Cuando se identifican con un poema mío, nos hermanamos y agradecen que alguien les haya puesto verbo. Cuando recito poesía les sirve para ausentarse por unos instantes del mundo y acercarse a ellas mismas, por eso me encanta subirme a un escenario, para tener ese poder.

Cuando se identifican con un poema mío, nos hermanamos y agradecen que alguien les haya puesto verbo

¿Por qué procesos vitales has pasado hasta encontrarte a ti misma? Si es que te has encontrado…Sí, me he encontrado y me gusto, eso es lo que intento que consigan las mujeres con las que trabajo. Me ha ayudado, sobre todo: dejar de juzgar (ahora soy mucho más libre al no hacerlo); trabajar el autoconocimiento (de ahí a que soy 'coach' ejecutiva y de equipos certificada, porque lo hice para comenzar en mí); desaprender mucho lo que he aprendido (por eso, cuando veo que me estoy pasando de lista y que voy hasta arriba de trabajo y de gestiones, me subo a la montaña y me pongo en duda, el resultado es magnífico); quitarme importancia (no le puedes gustar a todo el mundo y, además, la mayoría de las veces las personas no van contra ti, sino contra el mundo. Es decir, que los feos que te hacen a ti se lo hacen a las demás personas); agradecer cada día de mi vida; celebrar la vida cada día de mi vida, a las 20.30 h, con un buen vino; decir te quiero muchas veces, aunque acabe de conocer a esa persona porque, si la quiero, he de decirlo.

¿Sufrir forma parte de tu vida?Sí, yo tengo la sensación de que he sufrido mucho. Nadie lo imaginaría, ¿sabes? Hija de un aristócrata, viviendo en una casa preciosa, modelo y luego cantante… pero he sufrido mucho el sentir tanto, el ser altamente sensible y después, mucho por amor, por pensar que no estaba a la altura o que entregaba más de lo que me daban (esto es un error, lo cuento en mi libro, le llamo "matemáticas emocionales" y está basado en el amor romántico). Ahora no cuento lo que te doy y recibo con mucha dicha lo que tú me otorgas. Es impresionante el cambio.

¿Crees que las mujeres sufren más?Sí, mucho más, porque estamos educadas para agradar a todo el mundo y cuando nos damos cuenta de que no lo hacemos, nos sentimos rechazadas. Porque no sabemos decir que no, ya que, claro, como nos han educado para decir que sí siempre o a no rechistar, aguantamos mucho más y luego nos llamamos tontas.

Porque llevamos la carga de la casa y de los hijos. Primero, porque es lo que hemos visto y, después, porque pensamos que lo hacemos mejor que nadie y así no se puede avanzar, así no podremos trabajar la igualdad real y somos carne de sufrimiento. No hay mujer que no te cuente que acaba de pasar sufrimiento o lo está pasando.

Sigamos tus pasos. Experta en visibilidad femenina, ¿qué es eso? ¿Por qué no sois visibles?Para ser visible hay que sentirse visible. Es el ejemplo que te ponía yo cuando era joven y corista y modelo. Tenía visibilidad externa, al ser la corista de Luis Miguel, pero no me sentía nada de visible, era como una impostora. Ahora creo en mí, sé que lo puedo hacer muy bien si me lo propongo y diseño proyectos o imparto conferencias sabiendo que las mujeres que salgan de allí van a llevarse muchas herramientas y motivación y se van a reír, a sentirse más cerca de ellas mismas, incluso a cambiar el rumbo de su vida porque van a elegirla ellas, no quienes las rodean. Trabajo con las mujeres desde dentro hacia fuera y, por supuesto, su visibilidad en las redes sociales y cómo gestionar objetivos. No me basta con que te sientas ahí y sepas cuáles son tus fortalezas, quiero que las cuentes y que te postules a puestos directivos. Quiero que el negocio lleve tu nombre y te ayudo a que consigas cerrar contratos. Lo quiero porque no solo es mi misión, sino la tuya como mujer, ya que solo así, otras mujeres te tendrán como referente y las inspirarás a lanzarse. Por eso digo que lo que realmente hago es fabricar alas y es lo que reza debajo de mi nombre en todos sitios: fábrica de alas.

Danos cinco consejos para mujer.es para alcanzar esa motivación1: trabajar el autoconocimiento: cuáles son mis fortalezas y cómo las voy a poner en valor. 
2: entender que no le podemos gustar a todo el mundo. Esto es vital. No le des importancia a quien no le gustas. 
3: centrarte en lo que tienes positivo, no en lo que te falta. Sé que puedes tener muchas carencias o falta de ayuda, pero tienes mucho bueno seguro, aparte de salud, por ejemplo. 
4: aprender a decir que no, porque solo así serás dueña de tu vida. 
5: únete a una asociación de mujeres ya, en cuanto termines de leerme. Apóyate en otras mujeres, es el momento de unirnos. De estar juntas, de reír y compartir.

¿Cómo se alcanza el liderazgo? ¿De qué hablas a las mujeres en tus charlas, conferencias?Más que liderar, hablo de inspirar. Solo si eres capaz de inspirar a tu equipo, conseguirás que no solo se quede a tu lado, sino que comparta tus valores. En mis conferencias y cursos las mujeres se ríen mucho porque yo me río mucho y quiero que ellas se aíslen de todo y se centren en el momento en el que estamos. Les aporto herramientas para alcanzar sus objetivos (si no los tienen, les ayudo a definirlos, que es vital). Trabajamos el protocolo profesional (cómo asistir a un evento de 'networking' para que sea auténtico y provechoso, cómo escribir un mail, qué protocolo he de seguir en las redes sociales…). Les ayudo a comunicar, no solo en persona sino en las redes sociales. Trabajamos, por supuesto, su marca personal, exclusiva y ahí decidimos si necesita una web o por qué vía vamos a comunicar, porque no vendemos, ofrecemos un producto o servicio. Insistimos en la clientela objetiva, porque no le podemos gustar a todo el mundo y, como resumen final, la digitalización sí o sí. Ser digitales nos otorga tiempo y el tiempo, como decía José Luis Sampedro, no es oro, es vida.

Yolanda Sáenz de Tejada
Yolanda Sáenz de Tejada
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¿Ambiciosa?Sí, mucho, me encanta esa palabra. Es preciosa y, además, se nos ha negado a las mujeres siempre. Se ha utilizado como maldita porque no estaba bien que una mujer fuera ambiciosa, por eso yo la he recuperado para nosotras, porque mientras no la tengas, te va a costar muchísimo más levantarte cada mañana y perseguir tu objetivo y te vas a quedar en casa, cuidando prole mientras la otra persona con ganas de comerse el mundo, tu pareja, se va a conseguir ese objetivo.

¿El hombre es el enemigo o es un tópico?Hay malas personas, pero eso no va con el sexo. Justo el otro día, en la última sesión de formación que tuve con empresarias y emprendedoras de la provincia de Málaga les dije: "No quiero que volváis a decir que las mujeres somos nuestras peores enemigas porque no es verdad, somos nuestras grandes aliadas". Nuestra gran enemiga soy yo misma porque nos autoboicoteamos constantemente y no nos otorgamos cariño ni respeto. No, no estoy de acuerdo con ello, es un tópico y en el caso de las mujeres, ha sido muy útil para evitar el asociacionismo, que es lo que nos ayuda a avanzar.

Nuestra gran enemiga soy yo misma porque nos autoboicoteamos constantemente y no nos otorgamos cariño ni respeto

¿Te tomas la vida muy en serio? ¿Cómo es de importante para ti el sentido del humor?Me tomo muy en serio celebrar la vida cada día, el resto, no. El resto sé que es causal. Yo me tomo muy poco en serio a mí misma porque me gusta mucho reírme de mí y lo hago cada día. De hecho, suelo reír a carcajadas tanto que, a mis hijas, las 'vikingas', a veces les da vergüenza si estamos en un lugar público porque es contagioso. Normalizo cada día más la vida y lo que sucede y mi ‘vikinga’ pequeña dice que le caigo muy mal por la mañana porque me levanto feliz y con mucha energía.

¿Qué es 'El club de las creídas', tu último libro (editorial Lalunaesmía)?Es más que un libro, es una herramienta de trabajo diseñada para que la lleves contigo, para que vivas diferentes fases con él, porque necesitamos a mujeres creídas en la sociedad, necesitamos que sean visibles y cuenten qué hacen bien y que no se hagan pequeñas constantemente por un comentario banal. Creídas viene del verbo creer y a las mujeres se nos da genial creer en otras personas pero no en nosotras. Es un libro que une 'coaching' con 16 dinámicas para que trabajes en ti. Y que lo hagas dentro del libro, en las páginas en blanco que he dejado para ello. Un libro con historias personales que seguro que la mayoría de mujeres han vivido o han sentido y eso hará que se hermanen conmigo. Y, por supuesto, poesía que he ido escribiendo simultáneamente a su elaboración. Además, te vas a encontrar con códigos QR en el que te voy a ir acompañando, recitando poesía, introduciendo alguna dinámica… Es el más completo que escrito, por algo es mi libro número 20 y abre paso a un proyecto magnífico que es la comunidad de 'El Club de las Creídas', algo que ha nacido de mis conferencias, inspirada en las miles de mujeres con las que he trabajado

¿Tus principales debilidades?La excesiva planificación es algo que llevo trabajando más de un año. Quiero que todo esté organizado, Por ejemplo, cuando vienen mis hijas en Navidad, tener la nevera llena, saber qué vamos a comer... Al organizar un evento visualizo todos los planes posibles. Y esto no es bueno. Una cosa es que tengas plan A, B y C, pero no todas las letras del abecedario. Así que, desde hace más de un año, el resultado es fantástico, porque realmente planifico (o lo intento) solo lo que es referente a mi trabajo y, aun así, cada vez delego más. La emoción excesiva con algunos proyectos y personas, ser impulsiva es genial, de hecho, forma parte de mi marca porque quiero que todo sea natural, aunque esté muy trabajado, pero sin emocionarme demasiado con personas a las que acabo de conocer o con ideas que de pronto aparecen. Y la necesidad constante de novedades y creatividad. Esta diría que es la que más me cuesta trabajar. Cuando ya conozco el método, me aburro, necesito constantemente creatividad, novedad y disrupción. Lo único positivo que tiene es que, a estas alturas, soy capaz de generarlo yo misma. Por eso en la casa de la montaña puedo reeducarme tantas veces como suba. Allí hago cosas diferentes, físicas y mentales y vuelvo reseteada.

¿Cuáles dirías que han sido los peores momentos de tu vida? Esos que te han dejado huella…Con esta pregunta existe un inconveniente, tengo una memoria tan selectiva que he de hacer un verdadero esfuerzo para diferenciar lo que es un mal recuerdo de uno que realmente me ha dejado una huella imborrable. Te voy a contar uno, sobre todo, porque es lo que más temo que le pueda pasar a mis hijas, fue un intento de violación por parte de un directivo cuando yo era muy joven y estaba en un supermercado trabajando con una muestra de productos de conserva. Insistió en llevarme a casa después de que saliéramos con un grupo del trabajo a tomar algo y tomó más de la cuenta. Detuvo el coche en un descampado, no sé cómo pude convencerlo poniéndome a gritar y no recuerdo qué más le dije. Como era muy conocido, pensaría que si lo hacía podría generarle problemas y reaccionó a tiempo. Nunca se lo conté a nadie, jamás y eso es de lo que más me arrepiento.

Gracias por la pregunta porque me ha dado pie a contarlo aquí.

'No eres tan buena como pensáis' rezas en la carta final del libro, ¿cuáles son tus 'maldades'?Pues mira, creo que nunca he sido tan buena como pensaba la gente porque confundimos ser buena persona con no saltarse las normas y yo me las salto constantemente. Además, eso de las chicas buenas no me ha gustado nunca, ni los cuentos de princesas con pies pequeños de los libros de los que copiaba los dibujos cuando era niña. Mis maestras, mi abuela y mi madre, pusieron mucho empeño en que me comportara como una señorita y fuera muy "niña buena", y a eso me refiero con muchas de las cosas que no están bien vistas. Evidentemente, hay maldades que no te voy a contar por eso de que las mujeres somos nuestros secretos, pero aquí van algunas pequeñas: me gusta el vino mucho y el coñac (este último solo lo bebo en la aldea); que cambio de planes por el simple placer de saber qué pasará con mi vida al cambiarla de rumbo; que no te voy a decir lo que pienso de ti si no me lo preguntas aunque estés deseando; que soy capaz de mantener una sonrisa diplomática y cerrarte mi puerta y que no entres nunca más; que si me has querido hacer daño crezco infinito y entonces te bajo a un nivel inferior y eso lo sientes y se acabó toda mi ayuda. Que soy egoísta, es decir, que si estoy bien conmigo o con otra persona, voy a anteponer eso a muchas cosas que tú necesites porque he aprendido que solo así podré estar fuerte y feliz y ayudarte después. Que te voy a decir que no cada vez que eso me reste a mí (esto es lo que peor sienta). Y que me visto como me da la gana, cada vez más.

Mis maestras, mi abuela y mi madre, pusieron mucho empeño en que me comportara como una señorita y fuera muy "niña buena"

Solo falta que nos digas que eres vegana…Ja, ja, já… No, soy una sibarita amante de la buena mesa y bebida. Amo cocinar y no puedo pasar una semana sin mis lentejas con chorizo de Huelva. Eso sí, como muy equilibrado y, cuando viajo, siempre me llevo mis preparaciones porque no quiero tomar cualquier cosa precocinada.

¿La rutina es necesaria en tu vida? Actos, situaciones, que todos los días llevas a cabo y a los que no renuncias por mucho trabajo que tengas.Me gusta hablar de la lista de mínimos que acompaña a esa rutina. De hecho, la tengo hasta en la aldea. Soy nómada, una semana al mes vivo en Cantabria, el estudio lo tengo en Linares, Jaén (ahí está el refugio emocional) pero no paso más de cinco días seguidos porque luego vivo en las ciudades en las que imparto formación o conferencias. En un año estaremos viviendo en Torremolinos y por eso ahora paso más tiempo en Málaga con proyectos. Sería un caos mi vida si no tuviera una guía, una lista de mínimos. Los replico en cada lugar al que voy, aunque sean diferentes espacios y estos son: dormir 7 u 8 horas; entrenar cada día (boxeo, natación, 'crosfitt' o subir a la montaña, en la aldea); almorzar sin teléfono y deteniendo el tiempo, con mantel y procurando hacerlo en casa; estirar cada hora en la que estoy sentada (por mucho deporte que haga, si luego me paso 8 horas en el ordenador, estoy acartonada). Me pongo la alarma cada hora y cuarto para hacer sentadillas, flexiones y estirar. No tardo más de 3 minutos y no me duele la espalda; a las 20,30 h. celebro la vida con una copa de vino o un botellín y mirando al cielo, porque desde allí, mi padre y mi primo Pedro siempre me sonríen y les cuento algo bonito que me haya pasado en el día. Estos son mis mínimos y los quiero seguir teniendo porque me ha costado infinito llegar hasta aquí y proteger lo que me hace feliz y me permite pensar y avanzar y, sobre todo, relativizar, que creo que es la madre de la plenitud.

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