Teresa Viejo Periodista y escritora
OPINIÓN

¡Feliz y Nueva Navidad!

Teresa Viejo en Navidad
Teresa Viejo en Navidad
CUCO_CUERVO
Teresa Viejo en Navidad

Mi amigo José María tiene un chat donde cuelga fotos con las curiosidades que va encontrando en su viaje a Alaska. José Mª suele pasar la Navidad en cualquier punto del mapamundi que eligen él y su mujer, con quien comparte espíritu aventurero. Hay que tenerlo para casarse cumplidos los 60, como les sucedió a ellos.

Durante años supuse que las personas que pasaban la Navidad fuera de su hogar lo hacían para huir, porque la soledad o la tristeza caían encima como losas. Celebrar la Nochevieja en una fiesta, esquiando o en la playa, es normal pero la cena de Nochebuena se realiza en familia, por tradición, aunque para algunos sea una tortura. A veces, hay tantas tensiones sobrevolando la mesa, tantas ausencias en ella, que más que una celebración parece un velatorio.

Si la Navidad es un estado de ánimo, independientemente de la fe que profesemos, si es un espacio emocional mucho más que físico para cuidar de los nuestros y tejer lazos más firmes con ellos, no necesitamos la vajilla de las visitas ni los candelabros de la abuela para celebrarla. El amor también se bendice en platos de cartón. Mientras escribo tengo en mente a quienes desearían meterse en la cama la noche del 24 de diciembre y salir de ella el 7 de enero, porque no a todos nos entusiasma la Navidad. Incluso no apasiona por igual en cada momento de nuestra vida: en algunos, cuesta mucho entender la alegría de la calle y en otros, formamos parte de ella.

Desde hace años la disfruto mucho, pero no me había planteado otras formas de celebrarla que no fuesen las convencionales. Por ejemplo, ¿qué sucedería si comparto mesa y mantel en Nochebuena con unos desconocidos? ¿Y si, además, no hablasen mi idioma? ¿Abrazaría tradiciones que poco coinciden con las que he crecido? ¿Trataría de imponer las mías? Las personas usamos las creencias ante cualquier decisión que tomemos, pero la curiosidad me ha enseñado que, justo cuando sentimos la incomodidad de enfrentamos a algo opuesto a ellas, ahí es donde debemos de dejarlas atrás y así evolucionar.

Crucero por el Danubio
Crucero por el Danubio
Teresa Viejo

Hace unos días realicé un crucero por el Danubio. Se trataba de mi primera vez porque durante años he pensado que esa forma de viajar no era para mí y rechazaba la idea de permanecer encerrada en un espacio limitado entre desconocidos, pero, tras vencer mi resistencia, decidí probarlo en un barco cuyo nombre resultó un regalo: Mozart. 

El itinerario de Riverside Luxury Cruises nos adentró en una Navidad que tampoco era la mía: vino caliente y pan de jengibre como recibimiento, paisajes austriacos nevados y personas con vidas y expectativas diversas. Entonces me pregunté qué necesitaría para cambiar mi mirada -no del entorno, que no podía ser más bello y confortable porque un barco fluvial se desliza suavemente y convierte la travesía en un placer- y que aquellos extraños dejaran de serlo. ¿Qué tenía que suceder para sentirme como José María, en modo exploración? Simplemente esquivar los prejuicios sobre aquello que no había vivido antes. Abrirme a una experiencia nueva con la mirada de la aprendiz que soy, aunque a veces lo olvide. Perderme por pueblos que laten a otro ritmo, probar nuevos sabores, conversar sin pretensión con quienes acabo de conocer…

Navidad en Austria
Navidad en Austria
Teresa Viejo

En una de las paradas para admirar la decoración navideña decidí preguntar a una pareja su nombre y por qué estaban allí. Eran Raúl y Lucía, un matrimonio que festejaba su reciente jubilación en un entorno muy alejado de su Miami natal. Tras un rato de charla supe que podría compartir una comida de Navidad con ellos y muchas cenas más, porque en cualquier rincón del mundo nos espera una experiencia nueva si nos abrimos a ella.

¡Feliz y Nueva Navidad! 

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