Hacía 5 años que Romy Schneider y Alain Delon, belleza y carisma en estado líquido, habían dejado de ser pareja en la vida real cuando se zambulleron en este guion del propio Deray y Jean- Claude Carrière que trascendía la ficción y convertía a una piscina en sospechosa de seducción fatal y a los espectadores en cómplices acalorados.
CinemaníaConvertida en el ring que enfrenta a Charlottte Rampling, una autora de novelas de misterio, y Ludivine Sagnier, la hija de su editor, esta piscina en el Sur de Francia separa lo real de lo literario en un relato con chapuzón final.
CinemaníaLa edad y la falta de experiencia marcan a Benjamin, el joven recién salido de la universidad que Dustin Hoffman legó para la eternidad. Su verano es la perfecta representación de todas esas veces que estuvimos en fuera de juego. Por eso el maestro Nichols (que venía de debutar con '¿Quién teme a Virginia Woolf?', ahí es nada) trató de usar imágenes acuáticas que colocasen al personaje fuera de sitio: la pecera, el traje de bucear (un regalo envenenado por sus 21 añitos) y la piscina. Esa piscina de la casa de sus padres que marca el salto de niño que solo quiere ver pasar las horas al sol a adulto que va a por lo que quiere.
CinemaníaA esta piscina le daba el sol todo el día hasta que las drogas, el dinero y la sombra del sida de mediados de los 80 acabaron por enfriarla. Pero siempre nos que- dará el retrato coral salpicando humanidad de un sector tantas veces caricaturizado y el encanto de la chica de los patines (Rollergirl, Heather Graham) sin caer al agua, sublimados por Paul Thomas Anderson.
CinemaníaLa piscina del éxito a cualquier precio. En ella caben todos los defectos de un sistema que nos abocó a la (pen)última crisis financiera mundial, pero también todas las virtudes cinematográficas que hacen que una película marque una época. Alrededor de esas aguas filtradas, mezcladas con los orines de una sociedad autosatisfecha y egoísta, el Jordan Belfort de Leonardo DiCaprio conoció a la Naomi de Margot Robbie. Juntos tocaron el fondo.
CinemaníaQue el Día de la Marmota acabe convirtiéndose en un agradabilísimo y eterno Día de la Piscina es posible gracias a la especial conexión entre Andy Samberg y Cristin Milliotti en la comedia romántica (y fantástica) que mejor refrescó la pandemia.
CinemaníaA la piscina por aburrimiento, como se hacen todas las cosas en Anarene, Texas, pueblo de Cybill Shepard (y Jeff Bridges) en el que Bogdanovich pintó la cara B de una sociedad feliz por haber ganado la guerra, pero vacía como un viejo cine ante el auge de la TV.
CinemaníaEl cuento de Cheever resulta imponente incluso en manos del grisáceo Perry (ayudado sin crédito por un joven Sydney Pollack) en su mejor filme. Oda surreal al rostro, cuerpo y alma de Burt Lancaster, un hombre perdido que decide buscarse en una excentricidad onírica: la vuelta al día en 80 piscinas.
CinemaníaEn la Argentina varada de Lucrecia Martel las piscinas se llaman piletas y el líquido que contienen no es agua, sino una fórmula magistral de anquilosamiento, podredumbre moral y acomodo burgués, todo filma- do como los ángeles (exterminadores).
CinemaníaLa imaginativa solución de Tarantino al asesinato de Sharon Tate tenía lugar en una piscina. Aunque partía de la caseta del jardín donde se guardan el cloro, el cortacésped y el salvavidas con forma de lanzallamas para ajustar cuentas con la historia.
CinemaníaGuadagnino retoma el fondo noir de la piscina de Jacques Deray y le proyecta la luz del pintor David Hockney para reenfocar la búsqueda de paz con su pareja de una estrella del rock en crisis (Tilda Swinton): la llegada de su exmánager y la hija de este tiñe de deseo y de intriga criminal las aguas de este pozo profundo de deseo.
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