Segunda película del cineasta neoyorquino, y la primera de las cuatro colaboraciones con Joaquin Phoenix, su actor fetiche. Un neo-noir presentado en la sección oficial del Festival de Cannes que aborda la readaptación a una nueva realidad de un joven criminal (Mark Wahlberg) tras su excarcelación; un período complejo, marcado por la falta de oportunidades. Una coyuntura que abre terreno expedito para la reincidencia; más, si cabe, cuando aparece un antiguo socio (Phoenix) en su vida. Una trama canónica del thriller coguionizada por uno de los realizadores del momento, Matt Reeves, y el propio Gray. Un libreto que articula un trabajo enérgico, apoyado en el carisma de su dueto protagonista.
CinemaníaDisección del primer estadio del sueño americano en este drama de época que también compitió en Cannes pero ya con Gray con un estatus de autor de prestigio. 'El sueño de Ellis' es una propuesta elegante –mucho tiene que ver la dirección de fotografía de Darius Khondji— y profundamente emocionante que sigue los primeros pasos de una inmigrante polaca (Marion Cotillard) tras desembarcar en la isla Ellis, pórtico de entrada al Estados Unidos de principios de siglo XX. En la tierra de la esperanza ninguna de las promesas se consuma. Solo el romance, en forma de triángulo amoroso –completado por las interpretaciones de Joaquin Phoenix y Jeremy Renner—, se revelará como único asidero ante una cotidianidad agreste, carente de recursos y de motivaciones.
CinemaníaÓpera prima del director –que contaba en el momento de su rodaje con 24 años–, encuadrada en los parámetros genéricos que articularon la primera mitad de su carrera: cine negro hibridado con el drama familiar. El film narra la vuelta a la ciudad natal de un asesino profesional –un gran Tim Roth– para cerrar un trabajo. Allí rememorará su infancia en una comunidad rusa, epicentro, a la postre, de la misión que debe completar. Un largo por el que Gray obtuvo el León de Plata a la mejor dirección de la Mostra de Venecia. Una presea que premiaba la originalidad y la puesta en cuadro de este thriller que presentaba un nombre clave en el futuro fílmico norteamericano.
CinemaníaTercera muestra de género de su filmografía; quizás la más equilibrada y depurada. Gray reformula el thriller emulando a su mayor referente: Michael Mann. 'La noche es nuestra' es una cinta en la que los gestos y los diálogos dominan la narración por encima de la acción. Aun con ello, la escena más recordada del film es una persecución en coche con la lluvia como operador psicológico. Un ejercicio de tensión primoroso que eleva este thriller dramático que describe la disyuntiva del regente (Joaquin Phoenix) de un local de moda ante el auge de tráfico de drogas en su zona: mantenerse al margen o ayudar a su padre (Robert Duvall) y a su hermano (Mark Wahlberg), ambos miembros del cuerpo de policía con los que el protagonista mantiene una complicada relación.
CinemaníaCon la autoficción dominando los libretos del cine de estudio en este comienzo de tercera década del nuevo milenio –Paul Thomas Anderson, Kenneth Branagh, Richard Linklater y, claro está, Steven Spielberg como grandes exponentes—, la aportación de James Gray, que huye de efectismos y de la recurrente invocación de la nostalgia, ejerce contrapunto autoral, incluso político, ante esta corriente. Un film que dialoga con 'El sueño de Ellis' porque, una vez más, el sueño americano, en este caso, desde la familia, se pondrá en cuestión. Un universo, cronografiado en el Nueva York de los 80, que discrimina los corsés morales e ideológicos de los que intentan desembarazarse dos amigos preadolescentes que buscan sobrevivir a la Secundaria. Todo retratado con honestidad en esta preciosa película generacional.
CinemaníaEs la obra-bisagra de su carrera, que lo consagró como autor, sobre todo extrafronteras; especialmente en Francia. 'Two Lovers' es, junto a 'Revolutionary Road' (Sam Mendes, 2008), ‘Rabbit Hole’ (John Cameron Mitchell, 2010) y 'Blue Valentine' (Derek Cianfrance, 2010), la cumbre de un romántico –de principios de siglo XXI– centrado en el desamor, en el auge y decadencia de la pareja desde su juventud a su madurez. En el caso concreto de la cinta de Gray, siguiendo los devaneos de un hombre (Joaquin Phoenix), de relación estable (Vinessa Shaw), con una enigmática y atractiva mujer (Gwyneth Paltrow). Un relato amargo y sin ambages que aborda con brillantez la ética de las relaciones.
CinemaníaMagnum opus que trasciende el género de aventuras. El cineasta de Nueva York nos traslada a su propia concepción del viaje de Ulises: el de Percy Fawcett (Charlie Hunnam), explorador británico que es enviado por su gobierno, en el alumbramiento del siglo XX, a cartografiar la senda amazónica que parte el norte de Sudamérica. Allí, el oficial quedará hipnotizado por todas las historias nativas que aluden a El Dorado, una ciudad construida en oro que se oculta más allá de las lindes del río. Será el inicio de una obsesión por parte del pionero, que priorizará por delante de una familia recién conformada y de su carrera militar. También la del director a la hora de explorar la sentimentalidad esencial del relato. Una narración, la de 'Z. La ciudad perdida', que nace a partir de hechos reales pero que se plasma en pantalla moldeada por el calor de una hoguera. Así emerge la épica.
CinemaníaTambién una obsesión, la del astronauta Roy McBride (Brad Pitt), vehicula los hechos que se describen en la gran película de Gray: el viaje interplanetario de un hombre buscando a su padre errante en algún punto del Sistema Solar; también a sí mismo, con la creencia de haberlo perdido todo, incluso los recuerdos, en la cada vez más lejana Tierra. Un film emparentado en su primera parte con el 'El corazón de las tinieblas' (1899) de Joseph Conrad, que desemboca en una historia enormemente emotiva sobre la consanguinidad y la reconstrucción de la memoria; elementos clave dentro del lenguaje fílmico del realizador a lo largo de su ya dilatada trayectoria. Un film que, como 'Interstellar' (Christopher Nolan, 2014) y 'First Man' (Damien Chazelle, 2018), desvela una verdad inquebrantable: recorreríamos los confines del universo solo por estar un instante más con las personas que perdimos.
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