Maktut

¿Crees en el destino? No. Mal empezamos. Sin fe, sin un mundo espiritual desarrollado, sin la supuesta capacidad de ver las señales que ‘algo/alguien’ nos deja en el camino es difícil entrar en determinadas obras o discursos, como en el de El alquimista, de Paulo Coelho, libro referente y (casi) macguffin en esta historia, o en el de la película de la que hablamos, Maktub, palabra, por cierto, sacada del bestseller del escritor portugués que en árabe significa “estaba escrito”. Toda esta sensibilidad fusionada con árboles, regalos y espíritu navideños resulta en un cóctel no apto para ningún Grinch o Mr. Scrooge orgulloso.

Al tronco navideño y el brebaje espiritual se le une un niño con enfermedad terminal, sin miedo a morir, con el carpe diem grabado una y otra vez en su iPod. La intención de Paco Arango queda clara desde el principio: contagiarnos las ganas de vivir de Antonio (entusiasta Andoni Hernández). Es entonces, ya desde el minuto uno, cuando los pelillos empiezan a erizarse, avisándote del golpe directo a la fibra sensible, de los lagrimones que soltarás. Sólo confías en que ese señor de nariz grande, ese actorazo de Diego Peretti, psiquiatra y escéptico de profesión, ponga un poquito de realidad en esta fábula para toda la familia. A ratos lo consigue: en sus encuentros con la enfermera (la Sardá al rescate) o luchando contra la visión de ‘la gorda’. Pero, al final, como “ya estaba escrito” (y es Navidad) hasta el argentino entra y se traga incluso una infidelidad de su querida esposa (Aitana Sánchez-Gijón). Y, sobre todo, no nos evitan la lagrimilla indeseada ni Peretti ni Jorge García (ay, Hurley) improvisando el acento mexicano.  

IRENE CRESPO