Miguel Ángel Silvestre: “Que Almodóvar te cuente algo es un regalazo”

Como si en el colegio alguien nos hubiese mandado castigados a la oficina del director, entrevisto a Miguel Ángel Silvestre en el despacho de Pedro Almodóvar en El Deseo, su productora. Estamos rodeados de libros, premios, carteles extranjeros de sus películas pasadas y (¡conmoción!) una Barbie vestida como Penélope Cruz en Volver parece observarnos atentamente desde una estantería. "Aquí es donde hice mi primera lectura del guión con él", me cuenta el actor del poblado reparto de Los amantes pasajeros al que conocimos en la televisiva Sin tetas no hay paraíso. Han pasado cinco años de aquello y numerosos papeles en cine (The Pelayos, Verbo, Todo es silencio…). Parece que el actor ha cogido carrerilla. No hay más que mirar a nuestro alrededor.

¿Qué cara se te queda cuando te proponen trabajar con Almodóvar?

Me llamó Luis San Narciso y luego me llamaron de El Deseo. Sólo me dijeron que Pedro quería leer una parte del guión conmigo. Imagínate qué alegría, cuando te dan una noticia así. En esta profesión te dan muchas noticias que no son tan buenas pero valen la pena si luego llega una noticia como ésta.

¿Cómo fue esa lectura de guión de la que hablabas antes?

A pesar de todos los nervios que tenía intenté hacer ver que todo estaba bajo control [se ríe]. Y nada, con mucha disposición a escuchar a Pedro y a confiar en él. Es que esta película es puro universo Almodóvar, los personajes están muy definidos y son claramente de ese mundo. Así que ya ese primer día en su despacho me dejé llevar y empecé a pasármelo muy bien. Primero me contó la trama de Los amantes pasajeros, que eso en sí mismo fue un regalazo, claro, él es un gran narrador y un gran contador. Leímos el personaje y hablamos del guión. Cuando me dijo que yo le parecía bien para el papel, disimulé, pero imagínate las ganas de gritar que tenía.

¿Ha sido un rodaje divertido?

No pasa todos los días que el director de la película te haga un monólogo interior de tu personaje en un momento de silencio, en una escena en la que sales de fondo. Es muy gracioso, Pedro te da mucho material y de pronto dice "acción". Te da la sensación de que estás trabajando con alguien que tiene muy claro lo que quiere pero en realidad te da toda la información y te deja que eso salga de manera espontánea, incluso lúdica, de ti mismo. Una de las cosas que he aprendido con él es a trabajar desde el disfrute, desde el ver qué surge y desde el pasarlo bien.

(Foto: Bernardo Doral).

¿Cómo es Pedro Almodóvar trabajando?

Aquí trabajaba con un guión muy vivo. Cambiaba no sólo frases de los personajes sino también intenciones. Es increíble esa capacidad de improvisación y de cambio que tiene, cómo en el último momento lo desarma todo y te hace estar más adrenalínico, más enérgico y más espontáneo. Es un regalo para un actor. Y luego se veía que abordaba todos los ensayos con mucha ilusión, que estaba disfrutando dirigiendo a los actores y que entiende y desarma todos los miedos que podemos tener. Tiene una capacidad asombrosa para manejar las emociones. Otra de las cosas maravillosas de trabajar con él es la gran cantidad de referencias que tiene. Me ha recomendado directores, películas, músicos… Durante el rodaje vi Eva al desnudo, me recomendó que chequeara a Cary Grant, Winter´s Bone…

¿Como director de actores es muy exigente?

Yo recuerdo el primer ensayo. Estaba muy nervioso y él supo dejarme mucho espacio, sin concretarme nada hasta el día del rodaje. Ahí sí que se puso más específico. Mi personaje es un desfasado pero con algo cándido, algo inocente. En el rodaje me dejó mucha libertad. Él tiene muy claro lo que quiere y es capaz de ser muy preciso, pero una frase muy suya sería: “a ver cómo resuena esto en ti”.

¿Cómo ha sido trabajar con el resto del reparto?

Una experiencia única. No sólo es trabajar con él sino ver cómo dirige a Cecilia Roth, por ejemplo, o a Javi, que los conoce un montón. Poder ver eso día a día ha sido una master class. Estábamos todos juntos en el avión todo el tiempo. Ver trabajar a Carlos Areces, a Raul Arévalo, en la mayor parte de las escenas están ellos y era muy interesante ver cómo se manejaban con las indicaciones de Pedro… Es un tópico pero lo pasamos muy bien, hubo muy buen rollo. Y tuvo mucho que ver Javier Cámara. Es un alma tan generosa, tan cuidadora… Siempre está poniendo música, de buen rollo. Estábamos todo el día bailando, cantando, con una guitarra que tocaba José Luis Torrijos… Y Carlos Areces, yo se lo decía todo el tiempo: 'Eres como Groucho Marx, tío', lleva poco tiempo haciendo comedia pero tiene un talento especial.

(Foto: Miguel Barbera).

Tu secuencia con Raúl Arévalo, Carlos Areces y Javier Cámara es una de las más divertidas. ¿Cómo fue rodarla?

Muy loca. De pronto Pedro decidió que lo iba a hacer en plano secuencia. Era una escena en la que Javi habla conmigo, yo hablo con Raúl, Raúl con Carlos, Carlos con todos. Teníamos que estar muy compenetrados, la ensayamos muchísimo, cuando estuvimos listos era como si estuviésemos a punto de salir a torear. Sucedían muchas cosas en esa escena. Creo que es una de las escenas que más he disfrutado en mi vida. Estar con Javi, con Carlos y con Raúl en un espacio tan reducido, hablando, las pastillas, haciendo el agua de Valencia, los nervios, la adrenalina. Es una escena para recordar, por quién la estaba dirigiendo y por mis compañeros. Era para pensar “Mírate donde estás, tío”.

En los tiempos muertos rodaste un corto. Y Pedro te ayudó.

Sí, el corto se llama Jacinto. Y los protagonistas somos Carlos Areces, Laia Martí y yo. Pedro fue muy generoso. Le enseñamos parte de lo que habíamos hecho y él nos aconsejó por dónde teníamos que seguir. Raúl me ayudó con el móvil, porque yo salgo en el corto y Raúl hacía de operador de cámara [se ríe]. Yo a Carlos Areces le decía: “Tú eres mi actor protagonista y yo te voy a cuidar. En mi próxima película te reservaré un papel”. Está montado y todo.

Así se hizo Los amantes pasajeros.

Los amantes pasajeros se estrena el 8 de marzo.

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