Belmonte reivindica más atención con dos platas: "Hacemos un esfuerzo que no se valora"
- La deportista española, ganadora de dos medallas en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, llega a nadar 120 kilómetros semanales.
- Una anécdota: al finalizar la carrera se dirigió a Adlington para decirle que le encantaban sus uñas. "¡Tarda una hora en hacérselas!".
- Con 21 años es la mejor nadadora española de todos los tiempos.
Después de darse un homenaje de chocolate, que ya iba tocando, Mireia Belmonte quiso volver a echar un vistazo a sus dos metales preciosos, las dos platas que la han catapultado a la fama total. Una de las medallas estaba guardada con llave, una llave que se suponía debía estar en su mochila, pero ¡ay! la llave, ¿dónde está? Pues a esta hora, no lo sabe.
Vive momentos de confusión. No termina de creerse la dimensión de su hazaña. Tras la carrera no sabía si reír o llorar, y su estado emocional no había cambiado mucho doce horas después. "Estoy algo más contenta, pero sigo sin creérmelo".
La comparecencia de Belmonte ante los medios también gozó de un apartado reivindicativo: "Ya va siendo hora de que nos prestéis más atención a los nadadores, porque hacemos un esfuerzo enorme que no se valora".
Nueve horas de esfuerzo diario
Allá va el relato de un día cualquiera en la vida de Mireia Belmonte: "Me levanto a las cinco de la mañana, cojo el coche y llego a la piscina. Media hora de entrenamiento en seco, dos horas y media de piscina y hora y media de gimnasio. Intento estudiar, aunque últimamente no puedo mucho y por la tarde más o menos lo mismo". Sumado en horas, nueve diarias; calculado en volumen de esfuerzo, Mireia llega a nadar 120 kilómetros semanales y ya está en los 120 kilos levantados en sentadilla.
La carrera resultó como esperaba, no hubo sorpresas: "Ellas salieron a toda velocidad porque siempre lo hacen. Yo fui de menos a más y cuando empecé a adelantar a gente solo veía piernas, pero no sabía en qué posición iba". Al final, pasó como un tiro a la gran favorita, la británica Adlington, espejo de Mireia por cuestiones estéticas: "Cuando terminé la carrera me felicitó y yo le dije que me encantaban sus uñas. ¡Tarda una hora en hacérselas! Yo no soy muy buena en eso".
El avión dejará a Mireia en Barcelona el domingo por la noche. Antes, le tiene que dar tiempo a subir al London Eye y pasar una tarde de compras. Después, ya en casa, luchará por conseguir una meta superlativa: "Quiero estar un tiempo llevando la vida de una persona normal". Quizás entonces sea cuando cumpla su promesa y se tire en paracaídas. No estará sola: su madre le ha prometido que se tirará con ella.