'The Mandalorian' ha querido ponerse en modo 'Andor' y el resultado es muy desconcertante

El tercer episodio de la nueva temporada aligera bastante el protagonismo de Mando.
Fotograma de 'El converso'
Fotograma de 'El converso'
Disney
Fotograma de 'El converso'

Desde el inicio de su exitosa andadura, The Mandalorian ha estado marcada por la ligereza. No solo a nivel tonal, acomodándose en un aire juguetón que subrayan tanto los monstruos de la semana como las monerías de Grogu, sino también desde lo narrativo: la serie que salvó Star Wars ha hecho bandera de tramas simples y lineales, resueltas de forma sucesiva sin que parezca haber un plan muy meditado detrás.

Por eso fue un soplo de aire fresco para los warsies, pero también ha tenido consecuencias ingratas. Jon Favreau y Dave Filoni se han tomado con tanta parsimonia su cometido que no les ha importado resolver el cliffhanger de la segunda temporada en una serie ajena (El libro de Boba Fett), ni se han esforzado en dar con una trama unitaria fuera de “a Mando y a Grogu les pasan cosas”. Es, en resumen, un planteamiento muy distinto a lo que quiso hacer la primera temporada de Andor.

Y de ahí que haya sido tan extraño que el tercer episodio de la tercera temporada, titulado El converso, haya querido ser Andor.

'Andor'
Fotograma de 'Andor'
Cinemanía

¿Qué serie estamos viendo?

[A partir de aquí, spoilers de The Mandalorian 3x03]

El converso empieza muy potente, con una batalla entre las naves de Din Djarin y Bo-Katan y hordas de cazas TIE. Los remanentes del Imperio, por alguna razón, han fijado el sistema Mandalore como objetivo, destruyendo el palacio de Bo-Katan y obligándoles a buscar un refugio alternativo. Esto lo vemos en la última parte del episodio, cuando fiel a su estilo The Mandalorian no duda en dar por terminado lo que parecía ser el argumento troncal de la temporada: Din Djarin ha logrado redimirse.

Se ha bañado en las aguas vivientes de Mandalore, así que los miembros de su credo han de perdonarle que se quitara el casco y vuelven a aceptarle: lo divertido es que como Bo-Katan tampoco se ha quitado el casco desde que tuvo que entrar en dichas aguas para rescatar a Mando, ella también es una legítima integrante del “camino” ahora. Bo-Katan es aceptada en este culto junto al prota, dando por cerrada esta trama.

Queda aclarar por qué el Imperio persigue a Mando, Grogu y Bo-Katan. Se puede inferir que es algún tipo de retribución por haberle estropeado los planes a Moff Gideon, pero poco más se puede saber ya que lo descrito es todo lo que vemos de los virtuales protagonistas de The Mandalorian. El resto del episodio nos lleva a Coruscant y tiene un minutaje considerable: de hecho El converso es el capítulo más largo hasta la fecha.

Nuevo tráiler de la temporada 3 de 'The Mandalorian'

Dura 59 minutos y lo dirige Lee Isaac Chung (Minari) La parte de Coruscant es, para más señas, la que emparenta a The Mandalorian con Andor. Y esto no lo decimos solo porque la anterior serie de Star Wars se desarrollara en buena parte en este planeta metrópolis, sino porque el tono cambia radicalmente y también sus inquietudes temáticas.

Si tanto nos entusiasmó Andor fue porque trataba la galaxia como un lugar donde vivía gente de verdad, con su cotidianidad, y porque al hacerlo no le quedaba otra que detallar las ramificaciones de los crímenes del Imperio y su oposición. Su tono era muy serio y se extraía de tramas bélicas o de suspense, con diálogos sintéticos y personajes grises. No es, para nada, a lo que nos ha acostumbrado The Mandalorian.

The Mandalorian es la serie de Baby Yoda y de su dulce padre Pedro Pascal, viviendo aventuritas autoconclusivas de media hora donde de vez en cuando se cuelan personajes del lore de Star Wars. No es Andor, no es un thriller que quiera ilustrarnos sobre turbias conspiraciones y valiosas tesis políticas, pero El converso ha querido transformarse en eso durante unos 40 minutos. Por suerte no le ha salido demasiado mal.

Mando con otros miembros del credo
Mando con otros miembros del credo
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Claroscuros de la Nueva República

El converso se llama así por el Doctor Pershing (Omid Abtahi). Es un viejo conocido de la serie, pues trabajaba a las órdenes de Moff Gideon. Concretamente era un experto en ingeniería genética, y cuando se cruzó con Din Djarin estaba experimentando con avanzadas técnicas de clonación. Tras la caída de Gideon la Nueva República clausuró este experimento, y metió a Pershing en un programa de amnistía.

Así que nos reencontramos con él en Coruscant, donde Pershing muestra propósito de enmienda ante las autoridades y entra en un campo de reintegración con otros ex-imperiales como él. Cada día le interroga un droide de la condicional con las mismas preguntas (“¿sufres algún tipo de estrés?”) y le prohíben volver a investigar al tiempo que estrecha lazos con una excompañera de trabajo, Elia Kane (Katie M. O’Brien).

Kane le anima a retomar sus experimentos desobedeciendo las normas de los amnistiados. Conoce la ubicación de unos antiguos destructores estelares con las infraestructuras necesarias para que Pershing siga avanzando en su clonación (que él promete que será mucho más revolucionaria que la acuñada por los científicos de Kamino, creadores del ejército clon), y una noche se escapan para llegar hasta ahí.

El planeta donde ocurre todo
El planeta donde ocurre todo
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Hasta entonces parece haber algún tipo de tensión romántica entre ellos (tienen incluso una cita en una feria de Coruscant, donde aparecen comiéndose unos… ¿polos radiactivos?), pero de pronto resulta que es una trampa, y Kane le devuelve a las autoridades de la Nueva República. Estas torturan a Pershing recurriendo a un Mitigador 602, que le aseguran que no es lo mismo que un desollador mental porque ellos “no son el Imperio”. Pero es bastante parecido, e igual de doloroso.

Es fácil ubicar esta trama cronológicamente. Sean cuales sean las verdaderas intenciones de Kane, Pershing es el responsable de la tecnología de clonación que ha requerido previamente de la sangre de Grogu para crear en el futuro al Líder Supremo Snoke y a… sí, el doble del Emperador Palpatine visto en El ascenso de Skywalker. Al mismo tiempo, que sigan habiendo remanentes imperiales y haya infiltrados en la Nueva República apunta al inminente nacimiento de la Primera Orden.

Todo esto para qué

Sobreponiéndonos a la extrañeza que produce ver algo así en The Mandalorian, los hechos descritos están rodados y escritos con tanta precisión como nos acostumbramos a esperar de Andor. Pero, más importante que esto, The Mandalorian también ha tomado de la serie protagonizada por Tony Gilroy su mirada incisiva. Pues, ¿qué expresa todo esto, salvo que la Nueva República está podrida y ya ha plantado las semillas que le llevarán a la destrucción?

El Coruscant de The Mandalorian (ese que, recordemos, se ubica entre El retorno del Jedi y el conflicto reavivado de El despertar de la Fuerza) aloja otro gobierno que mantiene los sesgos autoritarios de la anterior, como muestra tanto su deshumanizado tratamiento de la gente amnistiada (muy apropiado ese droide terapeuta) y la tortura a la que posteriormente somete a Pershing.

Fotograma de 'Andor'
Otro fotograma de 'Andor'
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No deja de tener su gracia pues las pulsiones revolucionarias de Andor fijaban objetivos así, y en ese momento no era una República sino el maligno Imperio. En cierto modo The Mandalorian no solo imita a Andor: también le da una amarga continuidad. ¿Para eso sirvieron los esfuerzos de la Alianza Rebelde, para crear un régimen igualmente despótico?

De un día para otro, The Mandalorian ha pasado de ser un entretenimiento familiar a una agria parábola política. Que sí, al menos dicha parábola está bien ejecutada, pero estas son dos series distintas (algo que intensifica el hecho de traerlas divididas por bloques, Mando abriendo y cerrando), y la sensación no puede ser más desconcertante.

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