'The Afterparty' en Apple TV+: Lord/Miller firman la miniserie del año... ocho veces

“Todos habéis venido a esta reunión para conseguir una segunda oportunidad”, comenta la detective Danner (Tiffany Haddish), analizando el caso que tiene entre manos. Nuestros protagonistas, en efecto, tienen sus razones para haber asistido a una de esas incómodas reuniones de instituto quince años después de huir de allí: ¿amor? ¿éxito? ¿venganza? Pero no son los únicos para los que The Afterparty es un intento de reinventar el pasado.

Y es que Chris Miller y Phil Lord, en plena cresta de la ola como guionistas, directores y productores tras las recientes Spider-Man: Un nuevo universo y Los Mitchell contra las máquinas, llevan más de una década con este proyecto en marcha. Su ambición, dicen, jugaba en su contra: nacido en su día como largometraje, nunca llegó a funcionar del todo hasta que Miller, que dirige aquí en solitario por primera vez, se planteó si no resultaría más efectivo replanteado como una miniserie.

Y visto el resultado, quizá no le faltaba razón. The Afterparty es la primera serie de televisión escrita y dirigida por el dúo desde que debutaron con la maravillosa Clone High, cuyo futuro regreso también está en las cartas. Pero mientras aquella -una sátira de las series de instituto de la época protagonizada por clones de figuras históricas- se centraba plenamente en la comedia absurda mediante una estructura sencilla y una continuidad esporádica, esta ha sido diseñada de forma casi milimétrica para funcionar a la perfección en otros sentidos.

Porque The Afterparty es una comedia, por supuesto, y una particularmente refrescante. Nunca está de más destacar la maestría de Lord y Miller, curtidos en la animación, en lo que respecta a acompañar sus fantásticos guiones llenando cada esquina de la pantalla con gag visual tras gag visual. Pero también es un genuino murder-mystery, inspirado en la Rashomon de Akira Kurosawa, en la que cada uno de sus ocho episodios relata el testimonio de un exalumno tras el asesinato de la estrella internacional Xavier (Dave Franco).

Mas la clave que termina de hacer funcionar todo esto en vez de limitarlo a una simple parodia es, curiosamente, la parodia. La eterna pasión del dúo por la experimentación pop se expresa aquí, de forma más directa que nunca, mediante la decisión de que cada episodio plasme un género narrativo distinto; uno que, además, encaje siempre a la perfección con la personalidad de cada narrador.

Cinemanía

Repeticiones y narradores no fiables

Así, los testimonios de todo personaje muestran su visión subjetiva de la misma noche a través de su forma de ser, convirtiéndola en una comedia romántica, una película de terror o un musical según como vivieran en sus carnes la experiencia de regresar al instituto quince años después.

Es un concepto con muchísimo potencial, y Lord y Miller lo exprimen al máximo: en cada número musical de Yasper (Ben Schwartz), en cada secuencia de acción de Brett (Ike Barinholtz), la inventiva visual y los golpes de genio cómico que les concede construir una serie entera alrededor de narradores no fiables terminan logrando que ansíes volver a ver la misma cosa una y otra vez.

Y al final, en estos cambios constantes de perspectiva reside también el corazón de la serie: todos vivimos únicamente en nuestra propia cabeza, y su forma de ir saltando literalmente de cabeza en cabeza termina permitiéndonos no solo explorar desde otro ángulo cada evento, también a cada individuo. 

Si hay algo que The Afterparty ansía, en la gran tradición de las mejores historias de instituto, es mostrarnos de forma gradual que cada personaje va más allá del tópico del que parte; y, en este caso, del género narrativo que representa. Porque al final, aunque sea una década después, todo el mundo -y todo proyecto tan ambicioso como este- merece una segunda oportunidad.