Mujeres y hombres y 'Juego de tronos': así es la política sexual de Poniente

Que la cultura de los Siete Reinos no es igualitaria, ya lo sabíamos. Pero, ¿y la actitud de HBO? Analizamos las cosas del género y el fornicio en el culebrón medieval-fantástico
Mujeres y hombres y 'Juego de tronos': así es la política sexual de Poniente
Mujeres y hombres y 'Juego de tronos': así es la política sexual de Poniente
Mujeres y hombres y 'Juego de tronos': así es la política sexual de Poniente

En el capítulo 8 de la temporada 17 de South Park, Butter y Cartman mantienen una breve conversación sobre Juego de tronos. Los chavales comentan (en una jerga algo más coloquial) que en la serie aparecen un montón de tetas y de vaginas pero que, en cambio, cuando aparecen señores desnudos o semidesnudos la escena suele teñirse de un cierto tono homoerótico, o plasma directamente un encuentro íntimo de carácter homosexual. En ese mismo capítulo de la popular serie de animación de Comedy Central aparece una caricatura de George R. R. Martin dirigiendo un coro que canta una versión del tema musical de cabecera de la serie, cuya letra trata sobre pollas.

La sátira, en este caso, está ligeramente enfocada a ridiculizar el supuesto enfoque homosexual de la serie por aquello de mostrar a señores desnudos, pero también, en una segunda lectura mucho más interesante (South Park es de todo menos obvia), parece criticar que la serie necesite de personajes homosexuales para atreverse a enseñar cuerpos masculinos desnudos o semidesnudos en actitudes sexuales. Esto no es nada nuevo. La exhibición de hombres desnudos, desde un punto de vista heteronormativo, ha necesitado siempre, en las ficciones mainstream, de un revestimiento visual que reforzara ideas de fortaleza o heroicidad. Así se evita cualquier sombra de vulnerabilidad sobre los cuerpos masculinos y su iconografía.

En Juego de tronos hemos podido ver algunas pollas; a saber, la de Hodor en la primera temporada (aunque era una polla protésica); la de un prisionero dothraki que caminaba atado a un caballo antes de ser arrastrado por el mismo hasta la muerte; algunas sombras difusas de apenas fotograma y medio de los miembros respectivos de Theon Greyjoy y El Perro, y un explícito primer plano del pene de uno de los actores de la compañía de teatro que se encuentra actuando en Braavos en esta sexta temporada. Prácticamente todos estos desnudos, o la exhibición fugaz de miembros viriles, han tenido lugar en un contexto no sexual, a excepción de las escenas de cama de Renly Baratheon y Loras Tyrell. Por el contrario, prácticamente todos los desnudos femeninos que aparecen en la serie lo hacen en contextos sexuales, consensuados o no, salvo aquellos que muestra Daenerys Targaryen en la primera y sexta temporada. En otras palabras, todo el sexo, todo desnudo en un contexto sexual, que aparece en la serie está destinado al disfrute del espectador masculino, heterosexual o no.

La cancioncilla de South Park parece que tenía razón en una cosa: Juego de tronos es una fiesta de salchichas.

En el capítulo 8 de esta sexta temporada pudimos ver a una Yara Greyjoy (Gemma Whelan) tomándose un respiro junto a su hermano Theon en una taberna costera tras huir de su tío, el ahora rey autoproclamado de las Islas del Hierro, y poner rumbo a las tierras del este para intentar llegar a un acuerdo con Daenerys Targaryen. En dicha secuencia encontramos a una Yara distendida, besando a una de las chicas de la taberna poco antes de que ambas se retiren con la intención manifiesta de mantener relaciones sexuales. En principio, nada fuera de lo común en una serie que puede contar sus polvos por decenas, que ha destinado una buena parte de metraje a primeros planos de culos, coños, tetas y encontronazos sexuales varios, y que tampoco ha tenido reparos en enseñar momentos afectivos y sexuales entre hombres, como en el citado caso de Renly y Loras. También es cierto que por el camino ha tropezado en varios de los clichés sexistas más tóxicos y absurdos.

Lo peculiar de este asunto es que Yara Greyjoy (Asha en los libros) es sexualmente muy activa, pero estrictamente heterosexual, si atendemos a la obra escrita por George R.R. Martin. El escritor se encargó personalmente de aclarar que “en la serie hay un número determinado de mujeres lesbianas, bisexuales, y otras tantas que experimentan, pero Asha Greyjoy no se encuentra entre ellas”. Asha es descrita como una mujer fuerte, ambiciosa, con ganas de vivir aventuras (y, muy especialmente, de ser reina) y, también, de acostarse con hombres. Desde muy joven se familiarizó con los métodos anticonceptivos disponibles en Poniente (básicamente, un mejunje llamado "té de la luna", al que no se ha hecho mención en el show), para así poder disfrutar libremente de sus relaciones sexuales sin riesgo de engendrar.

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No es la primera vez que la serie toma ciertas decisiones un poco al margen de los libros, o que lleva a cabo variaciones sobre el material original, algunas veces levantando polémicas al hacerlo. Pero, casualmente, la serie de HBO parece seguir una política poco igualitaria en el tratamiento de determinados personajes en relación a sus comportamientos y preferencias sexuales; ya sea obviando relaciones homoeróticas de personajes femeninos bastante populares en su vertiente televisiva, ya sea inventándose polvos de agradecimiento (el de Eli a Sam) o violaciones (las de Ramsay a Sansa), esto último como parte de algún tipo de rito iniciático sin el cual una chica no puede madurar y volverse dura, y uno de los peores y más baratos clichés asociados a la construcción de personajes femeninos fuertes: su supervivencia tras una o varias violaciones, o abusos de diversa índole.

La serie, por ejemplo, se recrea en la bisexualidad de Oberyn Martell en varias ocasiones y, en menor medida, en la de Ellaria Arena, quizá para acentuar el origen exótico de ambos personajes y subrayar, frente al espectador medio, su carácter extranjero, levantando así una barrera psicológica que separe lo propio de lo extraño, lo conocido y por tanto 'lo normal', de lo desconocido. Sin embargo, las relaciones sexuales que Daenerys de la Tormenta, o la propia Cersei Lannister, mantienen con mujeres en las novelas son sistemáticamente obviadas en la serie de televisión. Son personajes centrales, pilares de la trama y, además, dos mujeres cuyo aspecto físico, modales y actitudes, son canónicamente femeninos. Por su parte, Yara Greyjoy tiene una presencia y unas actitudes más 'masculinizadas' (hablando siempre desde un punto de vista normativo), y parece que, por esta misma razón, a los guionistas les ha costado menos trabajo mostrarla con la teta de otra mujer en la boca.

Desde este punto de vista, la decisión de escribir la versión televisiva de la hija del Kraken como una mujer no heterosexual sería, paradójicamente, un movimiento mucho más conservador de lo que parece a simple vista. ¿Yara se se comporta como un hombre y desempeña, o aspirar a desempeñar, un rol reservado estrictamente a los hombres? Bien, carta blanca para que sus relaciones afectivas y sexuales sean las mismas que las de la inmensa mayoría de los hombres de la serie. Carta blanca para ella, no para otras. Si bien Daenerys también es ambiciosa, también aspira a reinar, y tiene poder sobre su ejército, su aspecto y sus modales, amén de sus impecables vestidos, parece que son una muy oportuna excusa para dejar al personaje relegado a la esfera de lo estrictamente heterosexual.

En cualquier caso e independientemente de los motivos, de naturaleza dudosa o no, que han llevado a los responsables de la serie a tomar esta decisión sobre la orientación sexual de Yara Greyjoy, se agradece enormemente la presencia manifiesta de un personaje femenino no heterosexual en una serie del alcance de la superproducción de la HBO, especialmente en un momento en el que el debate y las demandas sobre las representaciones diversas, y la presencia y el tratamiento del colectivo queer en las producciones audiovisuales está a la orden del día. Las representaciones importan, y el efecto de la mera exposición es mucho más beneficioso que la omisión, independientemente de los motivos que hayan impulsado dicha exposición. Al final, el mensaje que reciben los espectadores, las espectadoras, es el de normalidad a propósito de una realidad tradicionalmente omitida o deformada en los diferentes discursos del entretenimiento audiovisual.

No sabemos qué pasará con la heredera de las Islas del Hierro, ni con la Madre de Dragones. Sí sabemos que Yara Greyjoy nos gusta; a una buena parte de las espectadoras de Juego de tronos nos ha hecho muy feliz el descubrimiento de su recién reescrita sexualidad. Hemos disfrutado lo indecible con el encuentro de las dos heroínas, mitad flirteo, mitad sororidad, pero 100% comprensión, lugar común, isla en mitad del abismo. Todo esto importa en la medida en que la cultura pop tiene poder para representarnos, para abstraernos de realidades incómodas; para construirnos pero también para destruirnos.  Es importante. Y, en este caso, no era tan difícil.

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