La pandemia trae de vuelta las risas enlatadas

Ahora que las sitcoms no pueden rodar con público en el plató, rescatan las carcajadas artificiales para dar sal a sus gags.

Para algunos, son una molestia, y para otros son la sal que potencia el sabor de los mejores gags. Pero lo cierto es que, por mucho tiempo que pase, muchos europeos nunca nos acostumbraremos a esas risas de fondo que llenan las sitcoms estadounidenses, y que suelen deberse a la presencia de público en el plató. Pero siempre se puede ir a peor, y, como este recurso anda ahora de capa caída por el coronavirus, los estudios lo reemplazan resucitando otro subrayado cómico con peor fama aún: las risas enlatadas.

Chuck Lorre, el máximo responsable de Dos hombres y medio y Big Bang, ha comprobado esto de primera mano con B Positive, su nueva serie para CBS. Según Entertainment Weekly, los protocolos de seguridad debidos a la pandemia le han obligado a usar grabaciones para ambientar las andanzas de sus protagonistas: un hombre con una enfermedad irreversible (Thomas Middleditch) y la amiga que se ofrece a donarle un riñón (Annaleigh Ashford).

Lorre asegura que este requisito "le rompe el corazón", ya que no habrá público en el estudio "durante bastante tiempo". Aun así, dado que la alternativa es un contagio masivo, tiene claro que las medidas de seguridad deben ser extremas. "Nunca me han gustado [las risas enlatadas]. Nunca he endulzado un show y, en cualquier caso, a veces he quitado risas porque no dejaban oír los diálogos. Añadirle risas a algo es como derrotarte a ti mismo: no vuelve las cosas graciosas, sino molestas".

Aun así, Lorre se alegra de haber podido rodar el piloto de B Positive antes de la pandemia, en presencia de público. Y, según testimonios que recoge EW, algunos actores le ven el lado positivo a recurrir de nuevo a las risas enlatadas. Por ejemplo, Sara Gilbert (Los Conner) avisa de que rodar con público solo permite hacer "dos o tres tomas, como máximo" para que los asistentes no se aburran. Y Derek Hough admite que rodar Dancing with the Stars en un plató casi vacío tiene sus ventajas: "El público puede crear muchos nervios, mucha adrenalina, y a veces esa adrenalina puede ir en tu contra".

Rodar sitcoms con público en el plató es una tradición con más de medio siglo en la TV de Estados Unidos: la serie que lo puso de moda fue nada menos que Te quiero, Lucy desde su debut en 1951. ¿Acabarán con ella los cambios estructurales derivados de la pandemia?

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