No es un secreto que la literatura para adolescentes puede esconder muchísimo talento y despertar un gran interés entre los más jóvenes, siempre y cuando sepa manejar sus expectativas. Esto es lo que ha conseguido la trilogía de Blue Jeans (pseudónimo de Francisco de Paula) y por eso la adaptación de su primer tomo, La chica invisible, se acaba de estrenar en Disney+ con formato miniserie.
La historia gira entorno a el asesinato de una adolescente, cometido en un pueblo de Sevilla -en este caso, el ficticio Cárdena-. El suceso revolucionará a todos sus habitantes y amenazará con desvelar los secretos que esconden. Mientras, el sargento y su hija, interpretados por Daniel Grao (Paquita Salas, Hospital Central) y Zoe Stein (Mantícora, Merlí) tratarán de resolver el caso a contrarreloj y descubrirán lo poco que saben del pueblo en el que viven.
La adaptación de la novela ha corrido a cargo de Marina Efron, Antonio Hernández, Carmen López-Areal, Ian de la Rosa y Ramón Tarrés, y la dirección ha sido trabajo de Norberto López Amado y Aritz Moreno. Por el momento habrá que esperar para ver si es un éxito en la plataforma, pero promete satisfacer o, al menos, entretener a un amplio espectro de espectadores gracias a un tono más adulto que el de la historia original.
El pueblo duerme, el lobo despierta
Sin duda, uno de los principales atractivos de la serie es la ambientación en las calles de Carmona (Sevilla), que se convierte en protagonista y añade un elemento cultural y folklórico a la historia. En La chica invisible, el ficticio Cárdena es el escenario de un macabro crimen que rápidamente convulsiona las relaciones entre todos sus habitantes.
Julia (Zoe Stein) y su padre, Miguel Ángel (Daniel Grao) tratan de resolver el crimen, pero con un importante handicap: son forasteros y viven desde hace poco en el pueblo. Esta falta de histórico ofrece un maravilloso punto de partida para cualquier amante de los thrillers: esa sensación de que todo el mundo sabe algo que tú desconoces.
Desde el primer capítulo saldrán a la palestra los diferentes secundarios que se convierten rápidamente en sospechosos del asesinato de Aurora (Marta Vallés), una adolescente que pasaba desapercibida y ‘era invisible’ para sus compañeros. Los profesores del centro estarán rápidamente en el punto de mira por culpa de dos objetos que aparecen junto al cuerpo y los compañeros de clase, entre ellos tres maleantes que trapichean con droga, también serán señalados como culpables.
Incluso Emi (Javier Córdoba), el mejor amigo de Julia, parece tener mucho que ocultar. Este es el caldo de cultivo perfecto para todas las idas y venidas de las que seremos testigos durante los ocho capítulos de la serie.
Un espejo incómodo donde mirarnos
El amor homosexual (e ilegal) entre Virginia (Rebeca Matellán) y Aurora, la relación violenta entre Emi y su padre, el acoso que sufre Patri (Marta Hoyos) y que la llevará a la muerte, o la adicción que ha convertido a Bernardo (Ignacio Mateos) en un paria.
Todos son temas subyacentes a la trama principal del asesinato que enriquecen en gran medida la historia y le otorgan una dimensión de denuncia social que es muy de agradecer cuando se trata de una serie dirigida principalmente a adolescentes.
Este prisma más adulto y serio se aprecia también en la relación entre Julia y su padre, con la figura aún latente de la madre fallecida y el abismo que su falta crea entre ellos, o en el suicidio de Virginia, quien no encuentra el apoyo suficiente como para continuar con su vida tras la muerte de Aurora.
El misterio, a fuego lento
La chica invisible es un thriller policiaco adolescente y, naturalmente, no se puede comparar con otras producciones dirigidas a un público más adulto, pero merece la pena mencionar que es probable que algunos espectadores echen en falta el componente macabro o una mayor complejidad (y realismo incluso) en la forma en que se desenmaraña el misterio de los asesinatos.
Por eso, si bien la novela original ha sido un éxito y la adaptación ha sabido tanto reflejar el espíritu de la obra como venderse a un público más amplio, La chica invisible tiene algunos peros. Principalmente, cuesta un poco engancharse a la historia porque los acontecimientos se desarrollan de una forma bastante lenta y los cliffhanghers no terminan de funcionar.
Hay un problema en la forma en que se construye la tensión porque no da la sensación de que vaya a suceder algo nuevo hasta que ya es obvio. Más bien, asistimos a una serie de flashbacks o nos asomamos a conversaciones privadas entre los sospechosos de los que podemos extraer trozos de información, pero de una forma que no termina de despertar tanto interés como para mantenernos pegados a la pantalla.
En resumen, La chica invisible encontrará buena recepción entre aquellos que busquen un entretenimiento, pero decepcionará a los que quieran encontrar un nuevo vicio seriéfilo.
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