Andre Braugher fue la persona más graciosa del mundo en 'Brooklyn Nine-Nine': adiós al capitán Holt

El actor, que acaba de fallecer a los 61 años, interpretó entre 2013 y 2021 al honrado (y descacharrante) capitán Holt en esta serie policíaca.
Andre Braugher en 'Brooklyn Nine-Nine'
Andre Braugher en 'Brooklyn Nine-Nine'
Andre Braugher en 'Brooklyn Nine-Nine'

Las puertas del ascensor se abren y ya sabes que va a ser otro estupendo día en el trabajo. El capitán camina hacia su despacho con los habituales saludos marciales a sus compañeros, pero estos no responden como acostumbran: se le quedan mirando, totalmente atónitos. Hay un silencio pesado en esta comisaría neoyorquina, una incomodidad manifiesta que el capitán ha de romper según llega a la puerta del despacho y se gira para gritar frustrado: “Estaba intentando algo y no funcionó, ¿vale?”. Entonces irrumpe el opening de Brooklyn Nine-Nine y la música es opacada por tus carcajadas. Era algo que solía pasar en esta serie.

Sobre todo si estaba involucrado el capitán Raymond Holt. Andre Braugher, que fue su intérprete durante las ocho temporadas, había trabajado un tipo de personaje capaz de funcionar en segmentos cómicos tan específicos como el descrito. Porque el único motivo de esa tensión en la comisaría es que Holt había aparecido con un sombrero: un simple sombrero de color rojo, que contrastaba tanto con el carácter y habitual indumentaria del capitán como para generar esa agitación entre los policías. Tan fácil como eso. El humor tan estruendoso de la escena se extraía de nuestro conocimiento previo de los personajes.

Holt hacía tal cosa, los demás reaccionarían de tal modo. Y como Andre Braugher era, además, un actor increíble, capaz de generar risas solo con su solemne expresión, a Brooklyn Nine-Nine no le quedó más remedio que ser una serie extraordinaria, un lugar feliz cuyo recuerdo se tambalea ahora que nos enteramos de la prematura muerte del actor a los 61 años, pero al que solo hay que aferrarse con más fuerza.

El rostro de la integridad

Lo gracioso que resultaba Braugher como Raymond Holt tenía una connotación especial en la televisión estadounidense. Básicamente, porque Braugher había interpretado a multitud de policías antes de Brooklyn Nine-Nine. Primero fue el compañero de Kojak (Telly Savalas) a finales de los 80. Luego empezó a ser conocido por el gran público gracias a ser el detective Frank Pembbleton en Homicide: Life on the Street, serie centrada en una unidad de homicidios de Baltimore que partía a su vez de un ensayo escrito por David Simon: el mismo que desarrollaría luego The Wire a partir de las experiencias recogidas.

También fue detective en las dos temporadas de Hack. Era imposible que Dan Goor y Michael Schur no le tuvieran en el radar de cara al reparto de Brooklyn Nine-Nine, como también lo era que llegado 2020 la afición de Braugher por interpretar a policías no fuera observada con otros ojos. 

Con la muerte de George Floyd y el resurgir del Black Lives Matter, la representación del cuerpo policial en la televisión dio pie a muchas conversaciones incómodas, que afectarían al mismo desarrollo de Brooklyn Nine-Nine. Una serie de marcado talante progresista, pero donde la institución que representaba (e inevitablemente celebraba) enfrentaba duras críticas por sus abusos violentos en EE.UU.

Brooklyn Nine-Nine lidió con este hecho en sus últimas temporadas, como lidió Braugher frente a los medios. “Que los policías infrinjan la ley para ‘defenderla’ es una pendiente muy resbaladiza y realmente terrible. Ha justificado y excusado estas infracciones en todas partes”, declaró. 

Braugher se encontraba cómodo interpretando a la ley, o no tanto a la ley como una imagen de honor intachable, que marcó a Brooklyn Nine-Nine desde el principio. La serie empezaba, de hecho, con el nombramiento de Holt como nuevo capitán y sus primeros enfrentamientos con Jake Peralta, el impetuoso policía que encarnaba Andy Samberg.

Andy Samberg y Andre Braugher
Andy Samberg y Andre Braugher

Estos dos pasaban a tejer la relación central de Brooklyn Nine-Nine, entre la buddy movie y la relación paterno-filial (más buscada por Peralta que por el ceñudo Holt). A un nivel más esencial, era una relación que funcionaba a la perfección por lo antagónico de los caracteres: Peralta era un tipo infantil e irreflexivo, obsesionado con La jungla de cristal (aunque su camino a la madurez terminara focalizando la narrativa de Brooklyn Nine-Nine), mientras que Holt era un tipo duro, de pocas palabras y siempre reflexivo. También era gay, algo que se descubría al final del piloto y le daba otra capa al personaje.

Holt tenía pareja estable y un perro adorable, Cheddar. Necesitó poco tiempo para ser el policía que todos los personajes querían ser, convirtiéndose en una figura sensata y protectora con la que se podía contar para cualquier cosa. Holt también permitía de vez en cuando que nos asomáramos a su pasado, al duro historial de discriminación que había afrontado en el cuerpo policial por ser negro y ser gay, y de este modo el personaje no dejaba de ganar complejidad. Las necesarias para que gags como el del sombrero desataran carcajadas de mayor volumen.

Un mundo más interesante

Porque al final de eso iba todo, de reír. Partir de un lecho generoso de humanidad, y simplemente generar humor a partir de estos personajes y sus deliciosas excentricidades. Holt no solo no tenía sentido del humor (o al menos no tenía uno con el que pudieran conectar sus compañeros de la comisaría), sino que además era un hombre culto, maniático y pródigo en arrebatos de ternura, que solía dirigir a esos mismos compañeros en cuanto lo necesitaran. Era alguien que siempre estaba ahí, en resumen. Para recibir apoyo, comprensión, y un par de consejos.

Una de las escenas más emotivas de la serie se dio cuando Rosa (Stephanie Beatriz) salió del armario como bisexual, y ante los problemas familiares que esto granjeaba terminaba hablando con Holt. Este le aseguraba entonces que “cada vez que alguien da un paso al frente y dice quién es, el mundo se convierte en un lugar mejor y más interesante”

Más allá de la afinidad que encontraba esta escena con el estatus de lugar feliz de Brooklyn Nine-Nine, no dejaba de redondear en la prodigiosa escritura de Holt. Un personaje que conocíamos al dedillo y que nos seguía emocionando y haciendo reír tras todo este tiempo.

Holt en su despacho
Holt en su despacho

¿A cuánto de esto contribuyó el propio Braugher? Puede que mucho. Brooklyn Nine-Nine transmitía una idea de familia, plácida y tontorrona, y Braugher era la figura paterna. Estaba perpetuamente en el centro, todos le miraban a él y buscaban su aprobación. Holt era un tipo íntegro. La imagen ideal del agente de policía, que se había desgajado estratégicamente de las grietas que la historia había depositado sobre ella para erigirse como un ideal más abstracto y universal. Un ideal que, de veras, pudiéramos admirar y querer.

Y lo admiramos. Y lo quisimos. Holt fue durante ocho años el personaje más divertido y entrañable de la televisión. Braugher fue su rostro, representando un modelo de conducta al que nunca dejar de contemplar buscando inspiración. Buscando entender mejor el mundo, atisbar lo grande y hermoso (y sí, interesante) que puede ser. Es terrible perder a Andre Braugher tan pronto. Pero, en realidad, no lo hemos hecho. 

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