[Zinebi 2021] ‘Babi Yar. Context’: rigor contra negacionismo

Loznitsa recupera las imágenes de la invasión nazi de Ucrania y la matanza contra los judíos del país en una obra premiada en Cannes y Sevilla y nominada a los European Film Awards.
Fotograma de 'Babi Yar'
Fotograma de 'Babi Yar'
Cinemanía
Fotograma de 'Babi Yar'

“No hay judíos en Ucrania. En parte alguna –en Poltava, Járkov, Kremechug, Boríspol, Yagotin–, en ciudad alguna, ni en centenares de lugarejos ni en aldea alguna encontrarás los llorosos ojos negros de una muchacha, no oirás la voz triste de una anciana, no verás el rostro moreno de una criatura hambrienta. Silencio. Mudez. El pueblo ha sido vilmente asesinado”.

En su artículo Ucrania sin judíos, el periodista Vasili Grossman relataba el atroz legado de la barbarie nazi a su paso Ucrania. Escrito en 1943, en ese texto Grossman trató de poner por palabras un fenómeno inenarrable que tuvo en la matanza de Babi Yar, en las afueras de Kiev, el principio de lo que vino a ser una de las mayores vergüenzas de la historia de Europa. “No se trata de una muerte ocurrida durante la guerra con las armas en la mano, no es la muerte de unos seres que han dejado en alguna parte su hogar, sus libros, su familia y su fe. Es el asesinato del árbol de la vida, es la muerte de las raíces, de no solo las ramas y las hojas”

En Babi Yar. Context, Sergei Loznitsa acude a ese texto de Grossman para poner en imágenes justamente aquello que no puede ser visualizado: el exterminio. Es un fragmento en negro, con las palabras del escritor discurriendo de abajo a arriba, que divide en dos el documental. Antes, somos espectadores de la llegada del ejército nazi a Ucrania. Después, del contraataque soviético para recuperar posiciones.

Visto en Zinebi tras su triunfal paso por Cannes y el Festival de Sevilla, Babi Yar. Context también ha sido nominado a los European Film Awards en la categoría de Mejor documental. Ciertamente, es un trabajo de un poder irrefutable. La película recupera de diferentes archivos imágenes del año 1941, principalmente, para llegar al núcleo del asunto, cuando durante los días 29 y 30 de septiembre de ese año, el Sonderkommando 4a del Einsatzgruppe C, acompañado por las SS y colaboradores locales, fusiló en el otrora barranco de Babi Yar a 33.771 judíos. La matanza duró hasta tres días.

Fotograma de 'Babi Yar. Context'
Fotograma de 'Babi Yar. Context'
Cinemanía

Narrada, así pues, con imágenes filmadas en el momento –desde metraje para boletines a imágenes para la propaganda nazi–, Loznitsa dispone el material de manera cronológica para mostrar en toda su crudeza lo acontecido. La manipulación a posteriori es, en este sentido, mínima: una sonorización añadida (que ha despertado las suspicacias de esta cronista, por otra parte) y una serie de cartelas informativas que sitúan al espectador en el tiempo y el lugar de los hechos.

No son pocos los momentos estremecedores de Babi Yar. Context, repleta de imágenes sobre lo bajo que podemos llegar como seres humanos, pero, aparte de las escenas per se más importantes –como la evocada a través de las palabras de Grossman–, quizá el corolario de la película hiele todavía aún más la sangre de los espectadores.

Años después, cuando los juicios a los mandos intermedios responsables de la matanza concluyeran con ahorcamientos colectivos públicos, las autoridades soviéticas decidieron –y nunca mejor dicho– sepultar el recuerdo de los judíos muertos echando cemento encima de esas fosas comunes para expandir la ciudad de Kiev. 

Las imágenes recuperadas por Loznitsa son demoledoras y dan cuenta de las ganas de Stalin y sucesores por evitar recordar que ese lugar fue un punto de inflexión para poner en marcha la maquinaria del Holocausto judío. Han pasado 80 años, pero Loznitsa insiste en recordarlo ante la quebradiza fatalidad de la memoria.

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