[ZINEBI 2020] ‘Swimming Out Till the Sea Turns Blue’: los flujos del cambio en China

Jia Zhangke firma una crónica sobre las transformaciones vividas en el ámbito rural del gigante rojo entre el siglo XX y XXI a partir de los testimonios de tres escritores.
'Swimming Out Till the Sea Turns Blue'
'Swimming Out Till the Sea Turns Blue'
Jia Zhangke
'Swimming Out Till the Sea Turns Blue'

La asignatura de Historia suele tener un aspecto mineral, porque se aprende a partir de piedras, ruinas o estatuas, especialmente el amplio período de Historia Antigua. La moderna y contemporánea posee otro tipo de registros menos rígidos, aunque también más frágiles, mientras que para recordar y recuperar nuestro pasado más cercano el género de la crónica es el más habitual, sea en su vertiente escrita o en la audiovisual. 

De ahí que la primera imagen de Swimming Out Till the Sea Turns Blue, de Jia Zhangke, sea un grupo de estatuas cuyos rostros pétreos se metamorfosean en caras ajadas por el tiempo y el duro trabajo, porque el relato que propone el cineasta tiene toda la intención de construir Historia. 

Al esfuerzo colectivo de esa generación de actuales ancianos está dedicada esta ambiciosa crónica que relata los cambios del ámbito rural en el gigante rojo a partir de los testimonios de tres hijos pródigos, convertidos en escritores de éxito.

Así pues, el camino emprendido por Jia Zhangke en Swimming Out Till the Sea Turns Blue vuelve sobre los pasos realizados años ha y en vez de retratar las transformaciones de la China continental a partir del éxodo rural hacia la ciudad, nuevos centros económicos a raíz de la reforma económica que vivió a lo largo de los últimos 25 años del siglo XX, regresa a los orígenes para mostrar el abanico de contrastes en el que todavía sigue sumido el país. 

Los encargados de vehicular esta ambiciosa crónica son los escritores Jia Pingwa, Yu Hua y Liang Hong, quienes por una razón u otra aparecen como herederos del mitificado Ma Feng (1922-2004), escritor, activista y miembro de la primera generación de agricultores educados de China. El relato de Zhangke, por tanto, no esconde su objetivo de crear una genealogía para devolverle al campo la dignidad que le pertenece, sobre la que germinó un proyecto de país y todo ese talento artístico.

La mirada de Jia es nostálgica, pero su melancolía no añora los tiempos del pasado aunque tampoco los crítica. Swimming Out Till the Sea Turns Blue rasca la piedra, como apunta el arranque del filme, para narrar las historias individuales tras el bloque de lo colectivo. Y la épica de la gesta se localiza en los emocionantes testimonios de los escritores, especialmente en los fragmentos en que recuerdan sus infancias, las dificultades materiales a las que se enfrentaron. Jia Zhangke puntea las entrevistas con escenas aleatorias de gente ordinaria haciendo cosas, en una estrategia que busca contraponer memorial oral e imagen del presente para subrayar, también, el avance y bienestar económico del país.

¿Ese sufrimiento ha valido la pena? ¿Hacia qué lugar han conducido el esfuerzo, los trayectos de ida y vuelta, las contradicciones? Lo cierto es que a Jia Zhangke no parece interesarle mucho darnos una respuesta que, además, pueda contravenir las sensibilidades de las autoridades chinas, por lo que aquellos que esperen una postura política definida del director de Unknown Pleasures o Naturaleza muerta se sentirán frustrados. 

Swimming Out Till the Sea Turns Blue solo busca, o al menos solo parece buscar, constituirse como registro de un tiempo para constatar hechos sobre las que el cineasta lleva trabajando décadas. La inserción de un plano de su película Plataforma, que muestra a un grupo de operarios en 1979, en contraste con otra similar en planificación y escenario, filmada para la ocasión, refuerza esa idea.

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