¿Tanta estatuilla para esto?: las peores ganadoras del Oscar a la Mejor Película

¿De verdad se merecía tantos honores 'Shakespeare In Love'? ¿Qué le dio Stallone a la Academia para que prefiriesen 'Rocky' a 'Taxi Driver'? Recordamos algunas de las estatuillas más inexplicables de la historia de los premios. Por CINEMANÍA
¿Tanta estatuilla para esto?: las peores ganadoras del Oscar a la Mejor Película
¿Tanta estatuilla para esto?: las peores ganadoras del Oscar a la Mejor Película
¿Tanta estatuilla para esto?: las peores ganadoras del Oscar a la Mejor Película

Seguro que cada año pasa lo mismo tras la entrega de los Oscar: los fans de las nominadas a Mejor Película se enzarzan en dimes y diretes acerca de la premiada, y de las perdedoras. Que si la tuya no valía la pena, que si la mía merecía ganar... Todo subjetivo, por supuesto. Pero hay ocasiones (nos tememos que cada vez más), en las que la verdad se impone: la ganadora es una grandísima bazofia, o por lo menos está muy por debajo de una, o de varias, de sus contrincantes. Sin ánimo de polémicas innecesarias (bueno, a lo mejor un poco sí...), el equipo de CINEMANÍA ha seleccionado estas 15 películas que se llevaron la más preciada de las estatuillas y que, con el tiempo, han demostrado no merecer ese honor. Y si echas de menos a una, o a varias, recuerda que todo es subjetivo...

Shakespeare In Love (1998)

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Ese año estaban nominadas... Elizabeth, La vida es bella, Salvar al soldado Ryan y La delgada línea roja.

¿Por qué no se lo merecía? Mira que es difícil que en CINEMANÍA nos pongamos todos de acuerdo en algo (bueno, salvo en que nos encanta el cine). Pero el filme de John Madden ha arrasado en nuestras votaciones sobre el Oscar a la Mejor Película más inexplicable. ¿Por qué? Pues porque, compitiendo con sendas obras maestras de Terrence Malick y Steven Spielberg (quien, menos mal, ganó como director), la Academia se lució de lo lindo premiando a esta comedia histórica, pasando por encima de la mismísima reina Elizabeth. La rumorología adjudica los 7 Oscar cosechados por esta película al pastón que la productora Miramax se gastó en promocionarla, y algo habrá de cierto en ello...

Gandhi (1982)

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Ese año estaban nominadas... Veredicto final, E. T. el extraterrestre, Desaparecido y Tootsie.

¿Por qué no se lo merecía? Tenemos entre manos un thriller jurídico apasionante, con una de las mejores interpretaciones de Paul Newman. El clásico entre clásicos de Spielberg. La valiente película con la que Costa-Gavras denunció los crímenes de Pinochet. Y una comedia descacharrante en la que Dustin Hoffman prueba lo bien que le quedan las faldas. ¿Y a qué premiamos, señores académicos? Pues a un biopic histórico muy correcto, y que da a conocer al mundo a Ben Kingsley (que se llevó una de sus ocho estatuillas), pero que en conjunto resulta excesivamente largo, pesado y aburrido.

La fuerza del cariño (1983)

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Ese año estaban nominadas... Elegidos para la gloria, Reencuentro, La sombra del actor, Gracias y favores.

¿Por qué no se lo merecía? Estamos de acuerdo en que la cosecha del 83 no fue, en lo que a los Oscar se refiere, demasiado memorable. Pero... Como que esto no nos cuadra. Será por lo bien que tocaba la guitarra Robert Duvall en Gracias y favores, o porque los astronautas de Elegidos para la gloria nos recuerdan a cuando éramos peques. Puede que sintamos debilidad por los dramas británicos de cámara (La sombra del actor, con Albert Finney y Tom Courtenay), o que la escena inicial de Reencuentro con su música de los Rolling Stones nos haga, aun hoy, tragar saliva. El caso es que, por mucho que Jack Nicholson y Shirley McLaine (oscarizados ambos) se lucieran en ella, esta película del productor de Los Simpson, James L. Brooks, exuda un poco apetecible tono de culebrón.

El mayor espectáculo del mundo (1952)

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Ese año estaban nominadas... Moulin Rouge, Ivanhoe, Solo ante el peligro y El hombre tranquilo.

¿Por qué no se lo merecía? Siempre se le reprochará a John Ford el haberle birlado el Oscar a Ciudadano Kane con ¡Qué verde era mi valle! en 1941. Pero, dejando aparte que el susodicho encuentro fue un duelo de colosos (con El halcón maltés y La loba como competidores de lujo), y que Ford era el director favorito de Orson Welles, el maestro irlandés purgó dicho pecado tres años más tarde. El hombre tranquilo, su película más amada y una de sus grandes obras maestras, perdió en las categorías mayores frente a este espectáculo kitsch y lacrimógeno de Cecil B. DeMille, al que sólo redimen las presencias de Charlton Heston y de un James Stewart vestido de payaso. Para colmo, Solo ante el peligro, la otra gran competidora, se quedó sin Oscar porque su guionista Carl Foreman había sido expulsado de Hollywood durante la 'caza de brujas'.

Memorias de África (1985)

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Ese año estaban nominadas... El color púrpura, El honor de los Prizzi, Único testigo, El beso de la mujer araña.

¿Por qué no se lo merecía? ¿Oyes ese sonido, lector? Son los fans de Meryl Streep, que rechinan los dientes ante este desprecio a su ídolo. Y les entendemos, porque la actriz (que, por cierto, no se llevó el Oscar) es lo mejor de este drama romántico y colonial de Sydney Pollack. Lástima que no podamos decir lo mismo de un Robert Redford que (a algunos de nosotros, al menos) nos da urticaria en su papel de cazador aventurero. Con un trabajo técnico de relumbrón, y basada en un libro fabuloso, Memorias de África podía haber sido una grandísima película. Pero, vistos los resultados, pensamos que tanto Spielberg, como John Huston, como Peter Weir o Héctor Babenco le dieron sopas con ondas.

El último emperador (1987)

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Ese año estaban nominadas... Esperanza y gloria, Al filo de la noticia, Atracción fatal y Hechizo de luna.

¿Por qué no se lo merecía? Afinidades aparte, a veces da la impresión de que la Academia premia a algunos filmes porque, sencillamente, ese año no había demasiado donde escoger. Lo cierto es que un Bertolucci reconvertido del comunismo al budismo aprovechó para purgar viejos demonios personales diciéndonos, bajo la forma de un dramón histórico, que lo mismo aquello de la Revolución Cultural de Mao no estuvo del todo bien. Será por solidaridad profesional, pero nosotros nos lo pasamos mucho mejor con Al filo de la noticia...

Crash (2005)

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Ese año estaban nominadas... Brokeback Mountain, Truman Capote, Munich y Buenas noches y buena suerte.

¿Por qué no se lo merecía? Incluso Jack Nicholson, que presentaba el Oscar a la Mejor Película aquella noche, se quedó con la cara a cuadros al abrir el sobre y encontrarse a la película de Paul Haggis como ganadora. Al igual que en el caso de Shakespeare In Love, algunos adjudican el éxito de una película como esta (nada del otro mundo, a nuestro parecer) a las maniobras promocionales de su productora, en este caso Lionsgate. Pero hay otro rumor, cuya verosimilitud depende de cada uno, según el cual la Academia no quería buscarse líos premiando a un filme tan controvertido (entonces) como Brokeback Mountain. ¿Quiénes llevarán la razón? Pues un poco ambos bandos, nos tememos.

Paseando a Miss Daisy (1989)

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Ese año estaban nominadas... Mi pie izquierdo, Nacido el cuatro de julio, El club de los poetas muertos y Campo de sueños.

¿Por qué no se lo merecía? Está claro que Morgan Freeman (que perdió el Oscar ante un Daniel Day-Lewis paralítico) es un señor. Y que, tras patearse Hollywood durante casi seis décadas, la veteranísima Jessica Tandy se merecía un Oscar. Pero, ¿era necesario darle el premio gordo a este drama sureño, que resumía la lucha por los derechos civiles de una forma tan ñoña? Hay que repetirlo cuantas veces haga falta: un gran reparto no hace una gran película, y filmes como este (agradables, pero no estremecedores) lo demuestran.

La vuelta al mundo en 80 días (1956)

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Ese año estaban nominadas... La gran prueba, Gigante, El rey y yo y Los diez mandamientos.

¿Por qué no se lo merecía? Vale, La gran prueba puede cansar cuando el cuáquero Gary Cooper se pone a echar sermones, y el conflicto ganadero-petrolero de Gigante (por no hablar de su duración) echan para atrás. Por no hablar del tono elefantiásico de Los diez mandamientos (qué le vamos a hacer, Cecil B. De Mille era así) y los números musicales de El rey y yo. Pero, por mucho que Cantinflas tuviese gracia y que David Niven sea el mejor Phileas Fogg de la historia del cine, La vuelta al mundo... era, más que otra cosa, un escaparate para el formato Cinerama, y su colección de postales turísticas y su infinidad de cameos (Frank Sinatra, Marlene Dietrich y John Gielgud, entre otros) resultan un tostón. Por no hablar de esas escenas ambientadas en España...

Una mente maravillosa (2001)

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Ese año estaban nominadas... Gosford Park, El Señor de los anillos: La comunidad del anillo, Moulin Rouge y En la habitación.

¿Por qué no se lo merecía? Con todo nuestro respeto a Russell Crowe, que es muchísimo, reconozcamos que esta película no era para tanto. Estamos de acuerdo en que todos los biopics suelen mentir como bellacos (incluído este), pero el trabajo de dulcificación de Ron Howard al convertir la tormentosa vida de John Nash (Premio Nobel de Economía en 1994, y esquizofrénico) en una hollywoodiense historia de superación personal y amor por Jennifer Connelly, comiéndose los detalles más sórdidos de su historia. Más allá del aprecio que uno tenga por los cabarets parisinos, la Tierra Media o las mansiones victorianas de Robert Altman, dudamos que Una mente maravillosa aguante la prueba del tiempo.

Chicago (2002)

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Ese año estaban nominadas... Gangs Of New York, Las horas, El Señor de los anillos: Las dos torres y El pianista.

¿Por qué no se lo merecía? Será porque la estampa de esa Catherine Zeta-Jones con el pelo a lo garçonne arrebataba hasta a las piedras, cosa que no discutimos. Pero ni siquiera uno de los títulos más flojos de Scorsese, ni el dramón literario de Stephen Daldry (que, por lo menos, le procuró el Oscar a esa Nicole Kidman nariguda) pueden hacernos olvidar que en este musical de gloriosa partitura había más trampas que en una de chinos. Es recordar ese número de claqué en el que tanto se lucía el doble de Richard Gere, y sumirnos en un ataque de vergüenza ajena.

Siguiendo mi camino (1944)

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Ese año estaban nominadas... Perdición, Luz que agoniza, Desde que te fuiste, Wilson.

¿Por qué no se lo merecía? Podía haber sido peor: la Academia podía haber premiado a Wilson, plúmbeo biopic del presidente estadounidense que orquestó el Tratado de Versalles, cubriéndose de infamia en el proceso. Porque, al igual que muchas presentes en esta lista, este musical para lucimiento de Bing Crosby no es una mala película, y sigue resultando divertida con los años. Pero, pensemos en ello: ¿a qué viene darle el Oscar en lugar de a una de las grandes obras de Billy Wilder y a dos clásicos del drama romántico? Pues a que la II Guerra Mundial aún coleaba, y a que la institución estaba por agasajar a obras ligeras, divertidas o patrióticas que a sórdidas historias noir o a tragedias amorosas.

Titanic (1997)

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Ese año estaban nominadas... Mejor... Imposible, Full Monty, El indomable Will Hunting y L.A. Confidential.

¿Por qué no se lo merecía? Mientras salimos pitando, antes de que los fans de Leonardo DiCaprio nos despellejen, y reconociendo que un filme con Kate Winslet en el reparto no puede ser malo, apuntemos lo siguiente: premiando a Titanic, la Academia se apuntó al 'efecto Ben-Hur', también conocido como el síndrome de "ante la duda, la más peluda". Es decir: si en el año correspondiente la mayoría de las nominadas resultan tirando a mediocres, cogemos a la superproducción más grande, más megalómana y más jamescameroniana de la lista y la cubrimos de premios. Cuando la revisemos en 3D, lo mismo nos arrepentimos, pero por ahora es lo que hay.

Slumdog Millionaire (2008)

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Ese año estaban nominadas... El curioso caso de Benjamin Button, El desafío: Frost contra Nixon, Mi nombre es Harvey Milk y El lector.

¿Por qué no se lo merecía? En 2008, la Academia podía haber optado por darle a David Fincher ese reconocimiento del cual le había privado (y que aún le sigue debiendo). O por reconocer que, cuando quiere, Gus Van Sant puede dirigir grandes películas comerciales con mensaje. Incluso reconocer que Ron Howard sabe hacer algo más que productos de confitería. Pero no: el premio mayor tuvo que caer en el pastel de merengue con sabor a Bollywood cocinado por Danny Boyle. Los ocho trofeos cosechados por esta película durante aquella noche nos resultan todo un misterio (oriental).

Rocky (1976)

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Ese año estaban nominadas... Todos los hombres del presidente, Camino a la gloria, Taxi Driver y Network.

¿Por qué no se lo merecía? La película pugilística de Sylvester Stallone y John G. Avildsen resulta entrañable y apreciable pese a los años. Más que sus secuelas, desde luego. Pero no hay más que ver las películas sobre las que se impuso para saber por qué la Academia la premió: la sombría historia del caso Watergate, el retrato de Woody Guthrie, el cantautor matafascistas, la terrible odisea urbana de Travis (Robert De Niro) y una cruel sátira sobre el mundo de los medios pergeñada por Sidney Lumet. Está claro que, tras escándalos como el de Cowboy de medianoche (una película clasificada X), y tras premiar análisis de la sociedad estadounidense tan crudos como las dos primeras entregas de El Padrino, la institución quería recompensar a un filme que ensalzara el american way of life. Vamos, que aquello fue un grandísimo robo de cartera.

En la confección de esta lista han participado: Andrea G. Bermejo, Rubén Bruque, Irene Crespo, Mariló García, Yago García, Chema Mansilla, Carmen Martín, Daniel de Partearroyo y Manu Piñón.

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