"Se acabó lo que se daba": 10 recetas para el fin del mundo que gustarían a Lars Von Trier

En 'Melancholia', el danés más depresivo desde Hamlet nos convence que eso de la extinción de la humanidad no es una mala idea. Una intuición que, sin tanto entusiasmo como el mostrado por Lars, también tuvieron otros directores. Por YAGO GARCÍA
"Se acabó lo que se daba": 10 recetas para el fin del mundo que gustarían a Lars Von Trier
"Se acabó lo que se daba": 10 recetas para el fin del mundo que gustarían a Lars Von Trier
"Se acabó lo que se daba": 10 recetas para el fin del mundo que gustarían a Lars Von Trier

"Es el fin del mundo tal y como lo conocemos, y yo me siento estupendamente", cantaba Michael Stipe al frente de R.E.M. en 1987. Han pasado muchos años desde entonces, pero Lars Von Trier retoma la misma idea con su nueva película, Melancolía, que se estrena este viernes. A través del personaje de una deprimidísima Kirsten Dunst, el danés más bajonero desde Hamlet viene a decirnos que, cuando uno no le encuentra un sentido a su vida, eso de que un planeta gigante entre en colisión con la Tierra y la mande a tomar por saco no parece tan mala idea.

Está claro que, si el mundo se acabara hoy mismo, a Lars no le parecería gran cosa (así no tendría que preocuparse de que le veten en Cannes). Otra cosa, claro está, es lo que pensarían las hipotéticas víctimas de la catástrofe si Lars Von Trier se acabara hoy mismo. Y otra más, no combiene olvidarlo, es que aunque Von Trier sea un autor 'serio' y Melancolía no tenga nada de película 'de catástrofes' al uso, otros directores ya tuvieron la misma idea. Aquí no estamos hablando, salvo en un caso, de superproducciones de Hollywood con final feliz: en las 10 películas que os presentamos aquí, la humanidad acaba criando malvas, o al mismísimo borde de la extinción. Para todos vosotros, 10 recetas de cine para el fin del mundo.

Cuando los mundos chocan (1951)

Ingredientes: ¿Creías que la ecuación "planeta a la deriva + órbita de la Tierra" se le había ocurrido a Von Trier? Nanay: este pionero filme de serie B planteaba esa misma hipótesis en los 50, sólo que aquí el cuerpo celeste de marras se llama Zyra. En 2012 tendremos un remake.

Expectativas de supervivencia: Escasas, pero factibles: los protagonistas construyen un cohete espacial y se lanzan al espacio, confiados en poder instalarse en el nuevo planeta una vez sucedida la catástrofe. Lars debería haber tomado nota, encasquetándole a la Dunst, a Kiefer Sutherland y a Charlotte Gainsbourg sendas escafandras con forma de pecera.

La invasión de los Ultracuerpos (1978)

Ingredientes: Siguiendo el ejemplo de La invasión de los ladrones de cuerpos (1958), Donald Sutherland descubre una invasión extraterrestre que amenaza con convertir a la humanidad entera en un plantel de judías verdes.

Expectativas de supervivencia: Tras ver cómo acabaron otros intentos aliens por sojuzgarnos, tenemos que decir que no hay demasiadas posibilidades. No sólo porque el plan de los alienígenas (suplantar a sus víctimas y hacerlas desaparecer) sea tan sutil como letal, sino porque el líder de los invasores es [SPOILERS] Leonard Nimoy [/SPOILERS]. Con su lógica vulcaniana al servicio del enemigo, la humanidad tiene los días contados.

El día después (1984)

Ingredientes: Un notable arsenal atómico aguardando en silos de todo el mundo, y una reata de políticos lo bastante idiotas como para apretar el botón rojo. Efectivamente: hablamos de un holocausto nuclear. La Guerra Fría tenía estas cosas.

Expectativas de supervivencia: Pocas, tirando a nulas. Este filme australiano fue concebido como una producción para TV, pero su realismo al describir las consecuencias de una guerra atómica resultó tan realista que se estrenó en cines en el resto del mundo. Si quieres ver una película de crudeza similar, pero enfocada como un falso documental, te recomendamos The War Game, de Peter Watkins.

Terminator (1985)

Ingredientes: Aunque en Terminator 2 se nos explicase el proceso con más detalle, el Apocalipsis propuesto por James Cameron en su primer triunfo era inquietante precísamente por lo esquemático: las máquinas se cabrean, toman el control y la humanidad se extingue.

Expectativas de supervivencia: Partiendo de la base de que nuestra especie está sentenciada desde el principio, Michael Biehn y Linda Hamilton trabajan (y se trabajan) para asegurar, al menos, el nacimiento de un Mesías que nos saque del apuro. Lástima que el cyborg asesino Schwarzenegger tenga una opinión algo diferente.

El día de los muertos (1985)

Ingredientes: Han pasado 17 años desde los sucesos de La noche de los muertos vivientes (y siete desde Zombi y su centro comercial sitiado), y ahora en el mundo hay un humano por cada 400.000 zombies. No es por nada, pero parece que los cadáveres llevan ventaja.

Expectativas de supervivencia: Muy, muy cuestionables. En lugar de trabajar seriamente para encontrar una cura, el grupo de científicos y militares que sobrevive en un búnker subterráneo se obstina en hacer experimentos muy cochinos con los zombies prisioneros. La venganza de estos será definitiva y salvaje. Faltaría más, estando George A. Romero en la silla del director.

En la boca del miedo (1994)

Ingredientes: El agente de seguros Sam Neill descubre que los libros del popular autor Sutter Cane son, en realidad, invocaciones a un inminente Apocalipsis. Y espérate a ver sus adaptaciones al cine...

Expectativas de supervivencia: Tampoco vamos a destripar la película entera, pero baste decir que a John Carpenter le quedó muy bien este homenaje de cine a su amigo Stephen King. Tal vez demasiado bien...

12 monos (1995)

Ingredientes: Pocos virus letales del cine han resultado tan amenazadores como el presentado por Terry Gilliam en esta película. No tanto por sus efectos como por el hecho de que los supervivientes vivan bajo la dictadura de unos "científicos" chiflados y sádicos.

Expectativas de supervivencia: Dado que 12 monos hace del embrollo una seña de identidad, saber esto es tan complicado como desentrañar las neuras temporales de Bruce Willis. Lo único seguro es que, con esperanza o sin ella, su final es un puro bajón.

El incidente (2008)

Ingredientes: En La invasión de los Ultracuerpos, descubrimos que las plantas alienígenas son muy peligrosas cuando se cabrean. En esta película, aprendemos que, cuando se deprimen, las plantas de la Tierra también son peligrosas. Claro, M. Night Shyamalan, lo que tú digas.

Expectativas de supervivencia: Tras ver la epidemia de suicidios causada por los vegetales, y a Mark Wahlberg y familia pugnando contra la depresión, la solución pseudocientífica expuesta por Shyamalan sabe a postizo. Ahora bien, la película también deja claro que esto es el preludio de algo mucho más gordo.

Tres días (2008)

Ingredientes: Nos enfrentamos de nuevo al consabido meteorito gigante, sólo que enfocado desde una perspectiva ibérica: en lugar de lanzarse a una carrera para salvar a la humanidad, Víctor Clavijo decide pasar sus últimas 72 horas emborrachándose y viendo pelis en casa... Hasta que le toca hacer de canguro de su sobrinito.

Expectativas de superviviencia: Al igual que en Melancholia y Cuando los mundos chocan, aquí sabemos desde el principio que la humanidad no tienen nada que hacer. Sólo podemos preguntarnos si los esfuerzos del prota por salvar al crío tienen sentido, dada la escabechina inminente.

La carretera (2009)

Ingredientes: La tierra y los cielos se han vuelto grises, los animales han desaparecido, y la contaminación ha convertido la Tierra en un estercolero. Parece que estamos ante un colapso ecológico de padre y muy señor mío.

Expectativas de supervivencia: Como Viggo Mortensen es un machote, amén de un hombre sensible, no ceja en su empeño de conducir a su hijo Kodi Smith-McPhee hacia un lugar seguro, exista este o no. Y como esto es una adaptación de un libro de Cormac McCarthy (No es país para viejos), nos sabría a poco si no hubiese una divagación metafísica en sus últimos minutos.

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