De 'Scream' a 'Sé lo que hicisteis el último verano': Kevin Williamson, el guionista que reinventó el slasher

Repasamos la trayectoria del guionista Kevin Williamson, responsable de la reinvención del cine slasher en la década de los 90 gracias a películas como 'Scream' o 'Sé lo que hicisteis el último verano'.
Kevin Williamson, guionista de la saga 'Scream'
Kevin Williamson, guionista de la saga 'Scream'
Kevin Williamson, guionista de la saga 'Scream'

En su libro Sesión sangrienta (T&B Editores, 2012), Jason Zinoman asegura que “ni hombres lobo ni marcianos sobrecogían ya al espectador de los setenta. El monstruo por excelencia era el ser humano”. En 1978 el maestro John Carpenter lo demostró con el estreno de la primera entrega de La noche de Halloween. Con la llegada de Michael Myers, una nueva senda hasta el momento intransitada -y cuyos antecedentes claros podrían hallarse en Psicosis (1960), El fotógrafo del pánico (1960) y La matanza de Texas (1974)- se abría para el cine de terror palomitero.

Los compañías de cine independiente no tardaron en sacar provecho de algo que, sabían, podrían convertir con relativa facilidad en todo un fenómeno de masas a un coste muy bajo. Tras el éxito de aquel slasher fundacional, en los 80 llegarían Viernes 13 (Sean S. Cunningham, 1980) y Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984), películas ambas que, al igual que el filme de Carpenter, acabaron por tornarse madres de infinitas franquicias de calidad muy irregular.

El esqueleto narrativo era siempre el mismo: un grupo de adolescentes es acechado y perseguido por un asesino -que optaba habitualmente por jugar a la masacre en zonas rurales o apartadas, véase el campamento de verano Crystal Lake-, quien va segando sus vidas hasta que solamente uno queda en pie. Una chica, por norma general: la denominada final girl, quien logra acabar con el malo y aprender una “valiosa” lección. 

Relato iniciático y fábula moralizante a parte iguales, el slasher funcionaba a la manera de “un cuento admonitorio que advierte a la juventud de los peligros de alejarse del camino”, o al menos así lo entendía el historiador del arte Luis Pérez Ochando en su ensayo Todos los jóvenes van a morir: Ideología y rito en el slasher film.

'Scream', la primera película en poner en el mapa a Kevin Williamson
'Scream', la primera película en poner en el mapa a Kevin Williamson
Cinemanía

Aquellas incontables secuelas lanzadas al mercado a lo largo de los años 80 terminarían por dar por dar muestra del terrible agotamiento del subgénero, pasada apenas una década de su inauguración. Pero el 20 de diciembre de 1996 todo cambió: Wes Craven, creador del legendario Freddy Krueger, aterrizaba por entonces en las salas estadounidenses con una película que apelaba de forma explícita a las reglas internas del slasher para, desde la deconstrucción paródica, empujarlo hacia su reinvención. El film llevaba por título Scream. Su éxito en taquilla resultó incontestable.

El libreto original había sido obra de un joven de 31 años llamado Kevin Williamson. Tras Scream, su teléfono no paró de sonar: durante los siguientes años, el guionista trabajó a destajo en la escritura de las que, sin lugar a dudas, han sido algunas de las más interesantes aportaciones “recientes” al subgénero. Maltratadas por la crítica en el momento de su estreno, sus películas han terminado por convertirse en clásicos de culto con legiones de seguidores.

Cuando se cumplen 25 años del estreno de Scream, y estando cerca el lanzamiento de la quinta entrega de la saga, en Cinemanía repasamos la reinvención del subgénero que supusieron los largometrajes ideados y escritos por Kevin Williamson.

La saga 'Scream' (1996, 1997, 2000 y 2011)

Llegados los años 90, los jóvenes habían comenzado a relacionarse de manera muy diferente con el mundo que les rodeaba. La globalización y el consiguiente cambio de paradigma mediático y cultural quedaban recogidos en Scream. “Los personajes de Scream (1996) ya no acampaban en el bosque: ahora discutían sobre películas y programas del corazón. Su medio ambiente no era rural ni urbano, sino puramente virtual”, cuenta Pérez Ochando en Todos los jóvenes van a morir.

Cuando el subgénero parecía haberse estancado, Scream llegaba para abrir las puertas a una nueva forma de entender el slasher, siendo la autorreferencialidad el principal de sus ingredientes. El resto de la saga pretendería ir por el mismo camino: Scream 2, estrenada apenas un año después del film genuino, se articulaba como una reflexión metacinematográfica sobre la razón de ser de las secuelas -el crítico de The Washington Post Stephen Hunter llegó a definirla como una suerte de Viernes 13 escrita por los dramaturgos Pirandello, relativista total, y Ionesco, uno de los máximos exponentes del teatro del absurdo-.

La tercera entrega de la saga, estrenada en el año 2000 y a cuyo guion Williamson solamente aportó algunas ideas puntuales, siendo finalmente escrita por Ehren Krueger, introducía otro elemento de carácter metatextual: el film narraba el rodaje de Stab III, una películas sobre los sucesos acontecidos en el pueblo de Woodsboro relatados en la entrega genuina de la saga. Sus resultados fueron mediocres: muchos críticos aseguraron que la saga había terminado por convertirse precisamente en aquello que buscaba parodiar.

'Scream 4', la última entrega de la saga hasta la fecha
'Scream 4', la última entrega de la saga hasta la fecha
Cinemanía

Con la cuarta entrega, que vio la luz hace una década y cuyo guion fue gestado nuevamente por Kevin Williamson, se recuperó el espíritu de la película genuina: Nueva década, nuevas reglas, dictaba su frase promocional. En este caso, las redes sociales y la cuestión de los remakes se situaban en el centro de la sátira.

La franquicia completa se centraba, a fin de cuentas, y más allá de su gusto por el cine dentro del cine y por las consideraciones metalingüísticas, en los dilemas de aquella nueva generación, muy diferentes a los que había preocupado a los jóvenes crecidos en los años 80. “El público al que se dirigía Scream”, argumenta Pérez Ochando en su libro, “había madurado a la luz de la MTV, el videoclub, la telerrealidad y las promesas de fortuna. Pero nada de todo aquello resultó cierto: Ni la vida se parece a un videoclip ni te espera la riqueza porque tú creas merecerla”.

Un segundo paso: 'Sé lo que hicisteis el último verano'

La secuencia en la que tiene lugar el conflicto detonante de esta película viene a corroborar lo señalado por el autor de Todos los jóvenes van a morir: el momento del atropello. “Cuando esto sucede, el grupo de personajes no ve a la víctima del accidente como un ser humano, sino que lo consideran de inmediato como un impedimento para su exitoso futuro” (Horror Films of the 1990s, John Kenneth Muir, 2011).

Jennifer Love-Hewittt, Sraah Michelle Gellar, Ryan Phillippe y Freddie Prinze Jr. en 'Sé lo que hicisteis el último verano'
Jennifer Love-Hewittt, Sraah Michelle Gellar, Ryan Phillippe y Freddie Prinze Jr. en 'Sé lo que hicisteis el último verano'
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Frente a los jóvenes asesinados por Jason en Viernes 13 a comienzos de los 80, el pecado capital de la juventud de finales de los 90 ya no era la promiscuidad (tan pecaminosa en la era Reagan), sino su falta de aptitudes para triunfar en un mundo globalizado. “La lógica del slasher se conecta con una idea básica del capitalismo: la supervivencia del más apto y el sacrificio de los débiles”, argumenta Pérez Ochando. “El subgénero es una exaltación de la ética neoliberal que domina Occidente en estos tiempos [...] La desigualdad aumenta, la competitividad se recrudece y ya no hay a la vista un futuro mejor al que aspirar.” Sé lo que hicisteis el último verano es la perfecta lectura social, en clave genérica, de todo ello.

Después del slasher: 'The Faculty', 'Secuestrando a la Srta. Tingle' y 'La maldición (Cursed)'

Otros tres films completan la filmografía de Williamson (más allá de su trabajo como showrunner en series televisivas como Dawson crece o la más reciente Crónicas vampíricas). Tres películas que, si bien no podrían enmarcarse en el slasher al no cumplir estrictamente sus “reglas” -el asesino está en estos casos ausente-, sí que comparten con éste muchas de sus características definitorias: el ámbito juvenil como escenario, el sexo prematrimonial, las grandes dosis de humor negro, la multitud de referencias internas a otros clásicos del género y los recursos propios del horror adolescente.

En el 98 llegó The Faculty, cuya dirección caería en manos de Robert Rodríguez. En ella, un grupo de jóvenes de instituto debía enfrentarse a sus profesores, alienígenas encubiertos en cuerpos de seres humanos. ¿Sus armas para acabar con aquella plaga? Las drogas que Zeke, líder de la banda (interpretado por Josh Hartnett), cocinaba en el garaje de su propia casa. Personaje a quien, como curiosidad, dos estudiantes se acercaban en el parking del instituto para preguntarle si, además de trapichear con drogas, disponía de vídeos eróticos de Neve Campell o Jennifer Love Hewitt (protagonistas de Scream y Sé lo que hicisteis el último verano, respectivamente).

Fotograma de 'The Faculty'
Fotograma de 'The Faculty'
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Las referencias a La invasión de los ladrones de cuerpos, La cosa o Men In Black y la sustitución de psychokillers por aliens convertirían a The Faculty en una interesantísima revisión, en clave adolescente, del cine sci-fi de serie B.

En 1999 Kevin Williamson rodó su ópera prima como director, Secuestrando a la Srta. Tingle, cuyo guion había escrito en los albores de su carrera, antes incluso de concebir la idea para Scream. Alejada de los códigos propios del terror genérico -aunque no por ello menos aterradora-, la primera película -y, hasta el momento, última- de Williamson es una comedia negra donde, de nuevo, sus protagonistas sitúan su exitoso futuro profesional por encima de todo, tal como el guionista ya había retratado en Sé lo que hicisteis el último verano.

El último filme escrito por Williamson hasta la fecha fue La maldición (Cursed). Protagonizada por Christina Ricci y Jesse Eisenberg, y de nuevo dirigida por Wes Craven, la película pretendía funcionar a la manera de una parodia que, al igual que lo había hecho Scream con el slasher, modernizase el subgénero de la licantropía. 

Con un rodaje complicadísimo debido a numerosas reescrituras del guion, paralizaciones temporales y expulsiones de algunos miembros de equipo (entre ellos, el genio de la caracterización Rick Baker, diseñador de los licántropos de Aullidos y Un hombre lobo americano en Londres cuyo trabajo fue finalmente sustituido por CGI), el film terminó siendo un fracaso artístico y económico.

Jesse Eisenberg y Cristina Ricci en 'La maldición (Cursed)'
Jesse Eisenberg y Cristina Ricci en 'La maldición (Cursed)'
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En su mayoría menospreciada por la crítica, la poética de Kevin Williamson (cine de terror adolescente cargado de elementos puramente referenciales e impregnado de reflexiones acerca de los códigos cinematográficos y del devenir de la juventud occidental) merece sin duda, por su reinvención y revisión autoconsciente de un subgénero que parecía caduco, un capítulo destacado en la historia del cine de horror reciente.

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