[San Sebastián 2021] Cuando el Estado es el mayor traficante de droga: 'Undercover'

Con forma de thriller-atestado, Thierry de Peretti aborda una investigación periodística sobre la lucha contra las drogas.
Undercover
Undercover
Cinemanía
Undercover

Hay muchos tipos de thriller y distintas ramificaciones del género policiaco y criminal en el cine. El actor Roschdy Zem, una presencia magnética en el cine galo reciente, ya puede afirmar que ha participado en dos de los más originales de los últimos años. Y a ambos lados de la ley con la misma eficacia. 

Zem fue el comisario socrático de Arnaud Desplechin en Oh Mercy! (Roubaix, une lumière) (2019). En Undercover interpreta un personaje igual de fascinante pero por otros motivos: Hubert Avoine. Un infiltrado de la Oficina Central para la Represión del Tráfico Ilícito de Estupefacientes (Ocrtis) cuyo relato publicado en la prensa supuso un gran escándalo por la revelación de los métodos empleados por el Estado francés en la lucha contra el narcotráfico.

El director Thierry de Peretti adopta una postura narrativa muy distanciada para relatar los hechos que se desencadenaron con la incautación récord de siete toneladas de cannabis en pleno centro de París en 2015. La investigación llevó a la imputación del director de la Ocrtis (Vincent Lindon en la película) por sospechas de su implicación y las piezas de dominó llevaron a que Hubert entrara en contacto con un periodista del periódico Libération; Emmanuel Fansten, encarnado por Pio Marmaï.

Juntos acabarían publicando su historia tanto en el diario como en el libro El infiltrado: De la caza de Chapo Guzmán al escándalo de las drogas en Francia en 2017. Es esta relación entre el periodista y su fuente la que sirve como hilo narrativo a De Peretti, que expone el baile de confidencias, dudas y construcción de la confianza entre ambos con el mismo distanciamiento que demostraría un perito realizando un informe. 

Undercover no es un drama psicológico o estudio de personajes, ni tampoco una historia de suspense en las entrañas de las redes de narcotráfico. La película adquiere más bien un tono neutro de atestado policial: da cuenta de lo sucedido sin inmiscuirse ni resaltar detalles. Al contrario, sus secuencias son breves y las elipsis abundantes e inesperadas. Tomando los hechos, el director los transmite de la misma manera que lo haría una crónica periodística, una long read, dejando que sean las declaraciones y el contexto las que tomen forma en la mente del espectador.

Quizás el título original, Enquête sur un scandale d'Etat (Investigación de un escándalo de Estado), sea más ilustrativo de esa plasmación minuciosa de una red de codependencias (la policía y el informador, el periodista y la fuente, el infiltrado y su posición entre dos mundos) tan repetida en el cine pero mostrada aquí con una atrayente y despreocupada vulgaridad. 

Sin estridencias ni romantizaciones, ni del tráfico de drogas a lo Narcos ni de la investigación periodística a lo Spotlight (por mucho que esas reuniones editoriales de Libération parezcan un sueño para según qué realidades de precariedad en otros medios). Ni siquiera la conclusión del escándalo, que en su lucha contra el tráfico el Estado acabe ejerciendo un papel activo como traficante con el fin de desarticular las otras redes, acaba derrumbando o sacudiendo el sistema. 

Cae algún cabeza de turco, se publica algún libro, luego ese libro se adapta en esta película. Pero, como sostiene el personaje de Lindon con pragmática convicción, la droga sigue entrando.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento