[San Sebastián 2021] 'Fue la mano de Dios', la 'Roma' de Sorrentino es napolitana y una obra maestra

El director de 'La gran belleza' presenta su película mas íntima, un retrato del nacimiento de su vocación como director de cine que emociona profundamente
Fotograma de 'The Hand of God'
Fotograma de 'The Hand of God'
Netflix
Fotograma de 'The Hand of God'

Decía Fellini que el cine no servía para nada pero que, al menos, le distraía de la realidad. Lo cuenta un personaje de Fue la mano de Dios en un momento de la película en el que parece que no va a tener mayor importancia, que es un simple detalle para dar color a la adolescencia del protagonista, álter ego del propio Sorrentino a través del cual recrea su primera juventud en Nápoles. Y, sin embargo, en esa frase de Fellini, en esa manera de entender el cine (y la vida) está el corazón de esta película, recuento autobiográfico y profundamente emocionante del nacimiento de su vocación como director de cine.

Fue la mano de Dios es quizás la película de Sorrentino mas comedida, pero también la mas felliniana, plagada de personajes excesivos, de imágenes de superlativa belleza. Lo es desde su mismo comienzo, ese retrato de Nápoles desde el mar, en silencio, que al final de la película cobra un significado nuevo, potentísimo. Y lo es también en esa secuencia hipnótica que recuerda a la Roma de los grandes palacios de La gran belleza, con santos, monjes diminutos y lámparas de araña derramadas en el suelo. Fellini está presente sobre todo en la familia y en los vecinos de Fabio, el protagonista, retratados con grandes angulares que subrayan su extrañeza: el tío corrupto, la abuela que come mozzarella a bocados, las tías gordas, el nuevo cuñado (histórica presentación), la baronesa que se parece a Juan Pablo II...

Reviviendo la adolescencia que Sorrentino quiere que veamos es fácil rastrear la procedencia de esa manera de mirar del director, única. Su abuela, la Signora Gentile, le dice equivocadamente: "No me mires, no hay nada que mirar". Y según Fue la mano de Dios se separa de la ampulosidad de su cine anterior y se va convirtiendo en un relato íntimo, entiende una que de eso trata precisamente la película. No es un filme autobiográfico, o no solo. Es un filme sobre el nacimiento de una vocación, o, lo que es lo mismo, de una manera de mirar la vida. ¿Y no es eso lo que hace un director de cine?

Sorrentino maneja soberbiamente el uso de la comedia y el drama en Fue la mano de Dios, llevándonos del cuajo a la risa desternillante en cuestión de segundos y tirando de Maradona en los peores momentos para levantar a la afición. [Spoiler] Además, invierte casi la primera mitad de la película en retratar cómo era su vida antes de la muerte de sus padres, una muerte imaginada y rodada con un cuidado y un cariño extremos. Sus entrañables viajes, los tres juntos en la moto familiar, los silbidos de amor de su madre y su padre, las comidas familiares, la emoción compartida por la compra de Maradona en el Nápoles... Es fundamental este retrato para comprender el cambio que se produce en aquel joven que hasta entonces ha sido feliz y que encuentra en el cine una manera de salvarse.

Agarrándose a la máxima de Fellini, Fabio esta dispuesto a hacer películas para que sean como su vida anterior, para recordar a sus padres en ellas. Sus desvelos por las callejuelas de Nápoles terminan cuando conoce al hiperactivo director Antonio Capuano y, en esa majestuosa escena frente al mar, descubre que tiene algo que decir. "Cuando mis padres murieron no me dejaron verlos", dice. Ha tardado años en decirlo, en hacer esa película que es como su vida antes de la tragedia, pero lo ha hecho magistralmente. Y si una piensa que toda su carrera como director, todos sus esfuerzos, tenían como objetivo dirigir esta película, volver por unos instantes a su vida feliz, a sus padres, la emoción es inigualable.

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